7. PREPARACIÓN

3060 Words
—¿Recibiste el informe? —Sí, abajo te están esperando, te llevarán directo al hangar y tomarás el vuelo a Nueva York donde te recogerá alguien que te guiará en lo demás. —Excelente, dile que prepare una buena bienvenida para mí y que llevo un regalo de bodas para la feliz pareja. —Será mejor que sea un excelente regalo. —Les fascinará a esos dos, lo único que me parece una lástima es que no podré felicitar a mi buen amigo Max. —En la otra vida tal vez… (…) Nicolay Durante este tiempo estuvimos investigando a profundidad el atentado, encajamos todas las piezas y al final logramos descubrir que la persona que llegó a atentar contra ellos y asesinó a Tony, fue un hombre llamado John Kully; hijo de Francis Kully. Este último, fue torturado y asesinado por Bayek años atrás cuando estaban robando e infiltrándose en las rutas de la Orquídea al sur de Europa y Medio oriente, pero no solo eso, mi zarina dijo que también estaban robando mercancía de sus hermanos para fabricar vehículos modificados con armamento para una guerra, ella y Bayek se encontraron en Nueva York por casualidad y dieron con Francis, la mercancía y mucha información que fue extraída de él días después. Al parecer todo había quedado resuelto con la muerte de Kully, pero por lo visto, su hijo preparó un plan para cobrar venganza contra la Orquídea queriendo acabar primero con la mafia americana, ya que según nos informaron los demás en la organización todavía no había ocurrido nada en sus respectivas zonas. Hablamos con Bayek para que nos enviase más información que tuviera al respecto, él no tardó en contestar a la solicitud y nos dio la ubicación de varios lugares importantes donde traficaba John. —Ya tengo la información de sus hombres, hay un par de infiltrados entre sus tropas y hace poco informaron que John llegaría en unas horas de California —dice Marcus. —Entonces debemos emboscarlo en ese momento, si no lo detenemos aquí se expandirá como una plaga —menciona Rag en lo que ve el informe de Marcus. —Iré preparando todo y saldremos en una hora, así tendremos tiempo de revisar bien el territorio, rutas de salida y tener un plan de contención. Asiento en silencio en lo que veo a Marcus salir del lugar tras decir esas palabras, tomo la mano de ella para atraerla a mis brazos y deja descansar su cabeza en mi pecho regalándome la tranquilidad del mundo. —Nick, necesito que este lugar sea en verdad una fortaleza, no podemos permitir que lleguen acá. —No lo harán zarina, tú y yo nos aseguramos de eso y sé que Marcus jamás permitiría que algo le pase a esta familia. Levanta su rostro sin apartarse de mis brazos dejándome ver la duda en este, algo que rara vez ocurre, entonces acaricio su mejilla. —Dime lo que atormenta tu alma zarina. —Ahora tenemos mucho más por perder Nick y no quiero que eso pase —sentí mi corazón estrujarse. Sé a lo que se refería y más porque la amenaza se había extendido a la familia. —Yo también tengo miedo mi emperatriz, pero dejemos que ese mismo miedo sea nuestra fortaleza, ahora ellos son el motivo para regresar con vida y créeme que si es necesario daré la mía con tal de tenerlos a salvo. —No vayas a morir Nick o te asesino —sentenció y sonreí dejándome inundar por la felicidad que me produce su preocupación. —Sé que no pasará porque la única que tiene el poder de acabar conmigo eres tú mi amada zarina, nadie más tendrá nunca ese placer. Nos besamos con ese amor tan profundo cargado de años de conocernos, de minutos compartidos, de emociones vividas y un sentimiento que jamás ha muerto entre nosotros. La levanté y acomodé sobre la mesa quedando entre sus piernas, mis manos se deslizaban entre esas curvas y ella deja una mordida en mi labio fuerte antes de soltarlo, lo que libera un gruñido en mí. —No me falles mi zar. —No lo hare mi zarina, pero sin duda te follaré. Arremetí con necesidad sobre su cuello, sus manos iban abriendo mi pantalón y subió sus uñas por mi abdomen con fuerza, rasgué el cuello de su camiseta para acceder a las dos montañas más jodidamente increíbles que habitan en su pecho y chupé con locura estremeciéndome más por sus gemidos. Estamos tan absortos en este placer infernal que conocemos el final desenfrenado que nos espera, pero antes de si quiera poder disfrutarla un poco más, escuchamos a alguien carraspear su garganta llamando por completo nuestra atención y obligándonos a detenernos, al levantar mi rostro veo tras ella a mi padre y tomo un profundo respiro para intentar calmar todo esto que siento. —Perdón la interrupción pero debemos irnos ya, al parecer Kully adelantó el viaje y llegará antes de lo esperado, así que dejen eso para festejar cuando regresemos —bastó una mirada entre mi zarina y yo para saber cuán fastidiados estábamos. Algo que jamás nos ha gustado es ser interrumpidos en momentos como este, pero sin duda me lo cobraría después con Kully y conozco una forma que siempre nos ha deleitado a ella y a mí hasta los cimientos. Mi padre sale del lugar dejándonos nuevamente a solas y pongo mi cabeza en su hombro, nuestro abrazo es fuerte, como si en él contuviéramos el deseo que habíamos encendido segundos antes. Dejé un beso en su cuello y levanté de nuevo mi rostro. —Pediré que tengan todo listo para nuestro regreso y te llevaré al infierno mi zarina —esa mirada de fuego con sonrisa diabólica desenfrenó mi corazón. —¿Por qué eres tan bello conmigo mi zar? —Porque eres mi zarina y siempre lo seré contigo, además, prometí que siempre te daría el infierno para gobernarlo a tu lado моя любовь, моя царица, моя императрица (mi amor, mi zarina, mi emperatriz) —recité suavemente sobre sus labios. —я люблю тебя мой царь (te amo mi zar). (…) Ragnar Posterior a revisar los últimos datos que nos habían enviado fui a la habitación para darme un baño, necesitaba demasiada agua fría para calmar estas ganas que había despertado Nick en mi cuerpo, pero entre más paseaba mis manos con el jabón; más venían los recuerdos de los encuentros con él. De pronto siento unas grandes manos que reconocería perfectamente, cerré mis ojos dejando que tomara el jabón y repasara mi espalda y piernas, era un movimiento lento y firme a la vez. —¿Sabes qué es lo que más amo de tu cuerpo? —susurró en mi oído a ronca voz. —No, dímelo —respondí en un jadeo al sentir su duro m*****o entre mis glúteos. —La manera en que te estremeces cuando la piedad desaparece. Una fuerte nalgada quema mi piel haciéndome soltar un gemido, su mano toma mi nuca con firmeza y entra de un golpe. —¡Ahh!...¡Nick! —Me enloqueces cuando gimes mi nombre zarina. Al arremeter con desenfreno; debí sostenerme de los azulejos, inútilmente debo decir, pues él me atraía más a su cuerpo sin soltar mi nuca y la fuerza aplicada era tan bestial que mis paredes internas se contrajeron permitiendo sentir ese enorme monumento que me ha enloquecido desde la primera vez que lo tuve dentro de mí. Sale y me hace girar para levantarme rápidamente, enrollo mis piernas en su cintura y me empotra en cuanto mi espalda siente la fría baldosa de la pared, la miel de sus ojos oscurece, el agua bañaba su cuerpo de gladiador que ahora era mucho mejor, se notaba que su entrenamiento era más pesado. —Córrete para mí zarina. No tuvo ni qué decirlo dos veces, esa lengua de fuego quemó mi cuello, se desplazó a mi escote y succionó hasta dejar esa mordida en los dos malditos milímetros de la punta de mi pezón, ese punto que él sabía era una perdición para mí. La maldita gloria y no fue suficiente para él quien salió de un golpe ingresando en mi culo sin llegar a soltarme, un fuerte gruñido moría en mis senos dando paso a un profundo gemido de mi parte que se extendió entre las paredes del baño. Su agarre en mi cintura fue más fuerte, desplazaba sus uñas entre mis cicatrices, mordí su oreja y presioné su cuello con fuerza obligándolo a mirarme. El infierno siempre estuvo en su mirada y él nunca dejó de entregármelo para que lo gobernáramos juntos. En el instante en que mi agarre cortó su respiración; entrecerró sus ojos ingresando más rápido, con más ira y profundidad, su propósito era desgarrarme por completo hasta llegar a mi alma. —Dame el trono mi zar —ordené. Una bestia infernal emergió de Nicolay, nos separó un paso y golpeó fuerte mi espalda contra la pared a la vez que empotraba y mordía mi piel saciando su lujuriosa sed. Al sentir la mordida más fuerte en mi hombro, todo su cálido esperma se esparció inundándome hasta lo más profundo de mi ser. Él nunca me soltaba enseguida, sino que repartía suaves besos disfrutando de ese agitado momento. Al calmarse un poco más nuestros latidos y respiraciones, él levanta su rostro regalándome esa sonrisa tan propia de él cargada de amor, una que me obsequió desde el primer día que cruzamos miradas y que jamás ha dejado de darme. Me baja suavemente y comenzamos a ducharnos en silencio, bañamos cada centímetro de piel sin excepción en el otro entre sonrisas, besos y caricias. —Por un momento pensé que me harías esperar hasta el regreso. —Jamás he sido de los que soporta tanto Zarina y lo sabes bien. —Uno nunca sabe —entrecerré mis ojos con picardía y ambos mordimos nuestros labios con característico fuego. —Si sigues así no saldremos nunca de aquí mi emperatriz. —No me molestaría quedarme aquí unos días contigo —acunó sus manos en mi rostro dándome un profundo beso, pero no despertaba lujuria, sino pasión y amor. —No me tientes o tendré que formar una guerra muy grande para acabar con D’Porti y D’Angelo. —Depende de en dónde sea la arena tampoco me molestaría ver esa guerra. Mordí mi labio con más fuerza despertando el deseo en ambos una segunda vez y como siempre, ese grueso bordón golpeó mi vientre exigiendo sus tierras, pero ¿quién soy yo para negarle lo que ha sido suyo desde hace doce años? (…) —Mantente en contacto siempre con Marcus por favor, cuídate y si necesitas… —Estaré bien Max, confía en nosotros y por favor cuida de todos. Se notaba su angustia, él me había dicho que quería ir con nosotros, pero no quería enviarlo a esta guerra, era bastante peligroso y no quería que nada malo le sucediera. Al menos sé que si los hombres de Kully llegaban hasta este lugar; tendría un ejército completo para protegerlos antes de que mi padre y él debiesen interceder. —Siempre lo he hecho mi noche, pero esto es diferente, entiende que no quiero perderte. —Y no pasará, estaré con Nicolay y Mijaíl quienes me protegerán y yo a ellos, confía en que volveremos a salvo. Nos besamos y dimos un fuerte abrazo intentando retomar esa energía positiva en nosotros, después abracé a mis pequeñas que cargaban la misma angustia de él y les prometí junto a Nick que regresaríamos con ellas. Sin más nos despedimos del resto de nuestra familia, tomamos el armamento y salimos rumbo al territorio de John para ponerle fin a esto de una vez por todas. Nicolay Fue un poco chocante para mí el tener que ver la angustia de D’Porti hacia ella, siempre sentí celos cuando estábamos junto a Alex, pero al mismo tiempo llegué a encontrar un amigo y socio en él, no obstante, ella siempre llegó a contarme sus sentimientos referentes a D’Porti, unos que calaban profundo en ella, más de lo que quizás Alex y yo llegamos a estar nunca. Ver esa última imagen de ellos despidiéndose y después al hacerlo de las gemelas me fracturó un poco el corazón, sabía que ella me amaba, pero no creo ser más importante en su vida que él. De pronto siento que algo toma mi cintura sacándome de mis pensamientos, bajo la mirada encontrándome con mis dos gemas y me inclino para quedar a su altura en un fuerte abrazo, su aroma me inunda por completo hasta el punto de hacerme derramar una lágrima que dejo morir en la blusa de Vicky. —¿Volverás por nosotras? ­—pregunta ella con su voz entrecortada. —Lo haré mi pequeña, nos aseguraremos de que estén a salvo y volveremos por ustedes. No me atreví a levantar mi rostro; puesto que sabía vería directo los ojos de mi zarina y de él, pero extrañamente vino a mi cabeza esa última conversación que tuve con Antonio cuando llegué a Nueva York con ellas. Él me había mencionado que sin importar la decisión de Ragnar, debía velar por un futuro con mi familia, mis dos pequeñas siempre tendrían a su madre y por ende yo tendría ese cariño de ella cerca de mí. Lo otro que también se encargó de recalcarme, fue el hecho de que no perdiera más tiempo, no era justo para ellas seguir más años atrapadas en un orfanato cuando tenían unos padres que las amaba sin límites, pero mis miedos me superaban hasta el punto de negarme a hacer ese movimiento hasta ahora, no quería que mi oscura vida las atrapara y lastimara. Las separé un poco de mí para ver los exquisitos ojos de cada una, la tierra estaba en ellas dos entre esos tonos miel y verde, sonreí de manera inconsciente generando que ellas repitieran el gesto y dejé un beso en sus mejillas con todo mi amor, uno que me enseñaron dos mujeres importantes en mi vida. —Cuiden de todos y pase lo que pase no se separen ¿entendido? —ellas asintieron con una gran sonrisa que me dio la confianza que necesitaba y salí de ahí con mi zarina. Al cabo de una hora llegamos al límite del territorio, más exactamente en una base que teníamos en ese lugar y revisamos los movimientos de todos, cámaras de seguridad y el hangar de Kully para saber el momento exacto que aterrizaría su avión. Hicimos los últimos preparativos y enviamos sigilosamente unos explosivos a los infiltrados para colocarlos en áreas estratégicas, lo bueno es que eran de corto alcance así que no afectaría en gran medida a edificios aledaños. Debimos esperar un par de horas hasta el aterrizaje y la llegada del enemigo, en cuanto las camionetas aparcaron cientos de hombres más aparecieron para formar un anillo de seguridad impresionante, mi padre, Rag y yo veíamos los mejores ángulos percatándonos que no sería fácil salir de este lugar. Por primera vez sentí miedo de no volver a casa, ella y yo estuvimos en muchos enfrentamientos, pero nunca tenía a nadie esperando por mí y mi padre solía estar cerca de nosotros. —Hijo, ¿estás bien? —Sí, estoy pensando en algunas rutas de escape por si las cosas se ponen muy mal. —Ven conmigo un momento. Nos apartamos un poco de todos quedando solos en un pasillo, su mirada era dura y a la vez tenían una calidez que reconocía bien. —Dime lo que ocurre en verdad. —Nada que no sepas, mejor regresemos, cuanto antes terminemos con esto; más rápido estaremos en casa. —Nico soy tu padre, te vi nacer, crecer, sufrir, enamorarte y luchar cada día por ser el mejor, y no solo en la bratva, sino también como hombre —quise detener sus palabras, pero algo dentro de mí me decía que callara y escuchara. —Haremos lo necesario por salir bien de aquí y volverás por esos dos pequeños huracanes, pero quiero que aquí y ahora me prometas algo Nicolay. —¿Qué? —Quiero que en cuanto volvamos no pierdas un minuto más y adoptes a mis nietas para llevarlas a Rusia que es su hogar, ellas más que nadie merecen llevar el apellido Romanov y lo sabes bien —cerré mis ojos y apoyé mi cuerpo contra la pared. Realmente tenía miedo, demasiado. —No quiero que nada ni nadie las lastime, sabes que no me perdonaría si algo les pasara a ellas o a Ragnar. —Lo sé hijo y con mayor razón debes adoptarlas, imagina que estés en Rusia y ellas acá en el orfanato donde tantas cosas les puede pasar. Negué con mi cabeza sacudiendo miles de escenarios, a ellas las amé desde que las vi, pero esto era demasiado para mí. —Nico —apoyó su mano en mi hombro y abrí mis ojos encontrándome con los suyos. —Sé el padre que siempre quisiste ser, esas niñas son tuyas así no corra tu sangre ni la de Ragnar por sus venas; porque se parecen más a ustedes dos de lo que te puedas imaginar. —¿Y si algo malo les pasa por mi culpa o por esta maldita vida? —Entonces sé un mejor padre de lo que yo fui y quédate a su lado, protégelas y nunca dejes de acompañarlas. Es mejor que sufran y sean más fuertes contigo, a que estén lejos de ti llenas de miedo y dudas pensando que nunca serán dignas de ser hijas de nadie. —Señor ya tenemos todo listo, el objetivo está en posición y la señorita Wintar comenzó a desplazar a los demás hombres por la zona para hacer la emboscada —dice uno de nuestros hombres. —Gracias, en seguida iremos —responde mi padre. —No lo pienses más Nico y hazlo, o te aseguro que terminarás arrepentido algún día si las abandonas ahora. No sé si este era el mejor momento para escuchar esas palabras, pero igual recordé el rostro de ellas cuando nos despedimos, esas sonrisas tan bellas con sus miradas llenas de la misma locura y oscuridad de mi zarina… por ellas debo volver y llevar a su madre con vida a como dé lugar.
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