Venecia - Dos semanas después
Max
Una vez acordado que ellos viajarían con nosotros, Alex pidió que empacaran la ropa de David y él, aunque el pequeño se fue con Rag para empacar su maleta con ella al ver que mi noche estaba guardado su ropa y algunas cosas de uso personal.
Siempre era interesante ver que cada que debíamos empacar él la observaba atento, le entregaba las cosas y luego le pedía ayuda para guardar las suyas en su maleta, obviamente no podía arrastrarla ya que tenía sus cosas guardadas junto a las de su padre, pero Alex le compró un maletín a su medida para que guardara lo que él quisiera, que es donde más empeño colocaba.
En esta guardaba algunas prendas que Rag siempre le decía debía tener a mano, una pequeña manta que le regaló en San Benedetto del Tronto, su botella de agua y bloqueador solar, pues el verano ya se empezaba a sentir con los rayos del sol tan intensos, pero si había algo más intenso que el gran astro, ese era David, quien durante estas dos semanas no nos dio ni un respiro a Alex o a mí.
En nuestra primera parada que fue San Benedetto (lugar donde nació mi abuelo y Rag quería que conociera contándome algunas cosas de su pasado, el cómo trabajó duro desde pequeño abriéndose camino en la vida y después viajando a Estados Unidos para un mejor futuro), el pequeño se había comportado bien en un comienzo, obedecía a Alex, se dejaba cargar de nosotros cuando Rag debía hacer algo y siempre tenía esa cara dulce y angelical… vaya error el confiarse de él.
Un día que estuvimos en la playa unos sujetos empezaron a molestar a Rag, Alex y yo nos habíamos alejado para comprar unas bebidas y escuchamos un fuerte grito que nos alertó, cancelamos el pedido, salimos corriendo hacia el lugar y vimos a los dos hombres desesperados limpiándose los ojos, mientras que Rag solo le hacía mimos a David muy sonriente.
Al llegar con ellos preguntamos qué había ocurrido y ella nos comenta que esos dos comenzaron a molestarla, ella los alejó de buena manera, pero seguían insistiendo hasta el punto de rodearlos, David se molestó muchísimo, así que destapó el bloqueador solar y presionó el envase dejado que cayera en los ojos de ellos.
Hasta este punto podemos decir que estuvo bien lo que hizo al defenderla, pero lo demás no tiene justificación. Con el paso de los días se apropiaba del tiempo de Rag, no la dejaba sola un solo instante y poco a poco empezaba a hacernos ciertas jugadas.
Algunas de estas, era cuando tomaba algo que ella buscaba y lo dejaba cerca de nosotros, así, él le decía a ella dónde estaba haciéndonos ver como si nosotros lo ocultáramos. Otras veces tomaba nuestros cubiertos sin que nadie se diera cuenta y nosotros como idiotas buscándolos en todas partes, luego nos entregaba el suyo y lloraba diciéndole que se lo habíamos quitado, por ende, nos ganábamos un regaño de su parte.
El último día que estuvimos allá quisimos hacer una salida solo los tres, Iván se quedaría con David en la habitación y nosotros regresaríamos a medianoche, pero ni siquiera logramos cruzar la puerta porque David comenzó a llorar a mares, era insoportable escucharlo y más porque lo hacía fuerte para llamar la atención, y sin más remedio ella decidió que fuéramos con ellos.
Alex y yo estábamos un poco frustrados, ya que queríamos compartir algo de tiempo con Rag y esto se había vuelto una guerra por obtener su atención, pero el pequeño bien que sabía jugar sus cartas, lo bueno es que esa noche salimos a caminar y tras comer en un restaurante cerca de la bahía él cayó dormido.
Nos sorprendió la rapidez con la que ocurrió esto, pero Rag nos dio una mirada maquiavélica dándonos a entender que le había dado algo a David para dormirlo, después Iván se fue con él en brazos y los tres logramos disfrutar una salida solo entre nosotros… al parecer ella también quería unos momentos lejos del pequeño rufián.
En esta segunda semana de viaje terminamos en Venecia, las travesuras de David seguían en aumento, pero siempre iban dirigidas hacia Alex y a mí, nunca a Ragnar o a Iván, prácticamente nos convirtió en sus objetivos. Llegó a perderse de nuestra vista un par de ocasiones, seguía cambiando las cosas de lugar y hasta colocaba cosas en nuestra comida como picante, sal o pimienta extra, salsas, entre otras cosas.
Era horrible pasar por esto, pero de alguna forma su padre y yo terminábamos bien la ver a Rag tan sonriente, a veces no sabía si ella era consciente de lo que ocurría convirtiéndose en su cómplice o en verdad ignoraba los hechos, pero el que esté tan feliz me hacía pensar por segundos que había tomado la mejor decisión… o al menos hasta hoy.
Ser padre es una gran responsabilidad, aun no tengo hijos, me encantaría tenerlos algún día, pero quizás espere un poco más después de considerar lo ocurrido en las últimas semanas…
-Dime que esta vez sí está dormido Alex –murmuré.
-Creo que sí, espero que sí, mejor vamos a la sala no vaya a ser que se despierte y sea peor para nosotros –murmura desesperado.
Ambos salimos de la habitación cerrando la puerta muy despacio, caminamos lento hasta el sofá que está bastante apartado y caemos agotados, frustrados y hasta fastidiados me atrevería a decir.
-¿No se suponía que tu hijo era tranquilo, quieto y obedecía tus órdenes?
-Créeme que no sé qué responderte Max, él jamás había hecho esto, ahora no sé si fue buena idea venir con ustedes, en verdad lo lamento –respiré profundo intentando calmarme.
-Perdona, sé que no tienes la culpa, pero no me esperaba nada de esto.
-No eres el único, solo espero que duerma hasta mañana al medio día para que nos deje descansar.
-No sé si creer en los milagros, pero ojalá alguien se apiade de nosotros.
-¿Crees que podamos dormir un poco ya que él está durmiendo?
-Eres su padre, tú dime.
Respiramos profundo con resignación al saber que no sería posible, pero igual nos quedamos sentados pendientes de que David no se levante otra vez, porque si llega a ocurrir eso, no podremos hacer nada y nos traería problemas con Rag, solo espero que regrese pronto.
Escucho algo romperse despertándome abruptamente, no sé en qué momento me quedé dormido, pero veo que Alex está igual que yo, nos miramos como preguntando si habíamos escuchado lo mismo y otro estruendo nos hace abrir los ojos como platos.
-¡David! –gritamos al unísono.
Salimos corriendo a la habitación donde se suponía estaba durmiendo y al abrir la puerta encontramos el horror, él había desordenado todo en la habitación alcanzando a romper un par de cosas.
-David ¿qué hiciste? –pregunta Alex desesperado.
Me sentía mal al verlo de esa forma, pero el pequeño no se quedó atrás, comenzó a hacer un escándalo, tenía su rostro enrojecido de tanto llorar y no hacía más que exigir la presencia de Rag, quien ya debería estar aquí.
-¡Mutter! –gritó enojado.
-Te dije que llegaría más tarde David, pero esto que acabaste de hacer no justifica nada.
-¡Mutter!
-¡No está!
David se va hacia donde están unos cojines en el suelo y comienza a lanzarlos hacia nosotros, pero los esquivamos con facilidad.
-¡Mutter! ¡Mutter!
-¡No está David y deja de comportarte así!
Ya las cosas parecían ir a otro nivel, sé que Alex no quería gritarle, pero entre el cansancio, la desesperación y la actitud de David esto terminaría muy mal. Ambos siguieron con los gritos, yo trataba de calmar a Alex, pero no me escuchaba y en un momento que me gritó que me callara David aprovechó para arrojarle otro cojín a la cara, el cual dio en el blanco acabando con la paciencia de Alex quien tomó el cojín con rabia.
-¡Es suficiente, ya me cansé de esta actitud tuya! ¡Entiende que ella vendrá cuando tenga que venir, pero con gritar y hacer este desorden no conseguirás nada excepto que ella se aleje de nosotros!
El haberlo llevado al límite lo hizo hablar de más, tanto así que las últimas palabras las dijo con dolor el cual reflejó más al entrecortarse un poco su voz. Me sentí bastante mal al escucharlos gritar y sobre todo con esa confesión de Alex, pero David no se quedó atrás, pues esas palabras realmente lo afectaron.
El pequeño reflejaba mucho miedo en su mirada, lo que provocó que empezara a llorar realmente por dolor y no por llamar la atención, él cae en el suelo y toma algo con su mano, presiona muy fuerte, pero no es sino hasta que veo la sangre correr que me doy cuenta de lo que tiene, lo peor es que todo pasó tan rápido que no nos dio tiempo de reaccionar cuando Ragnar había ingresado sigilosa.
-¿Se puede saber qué está pasando aquí? Me voy unas horas y ustedes forman la tercera guerra mundial –su voz era firme dejándonos a los tres estáticos.
No creo que se pueda tener tan mala suerte en la vida, pero esta escena era el reflejo de que sí, pues nosotros parecíamos estar intimidando a David, él estaba herido de su mano llorando honestamente y la habitación era un caos, lo que nos hacía ver como los malos del asunto.
Ella se acercó a nosotros con una mirada que quedaría en mis pesadillas esta noche y después vio a David percatándose de lo mismo que yo. Se fue hacia él quien no se había levantado todavía del suelo y lo tomó en brazos lanzándonos una última mirada inquisidora antes de ir al baño con él. Alex por su parte salió al balcón sin decir una palabra, pero tampoco necesitaba hacerlo cuando su rostro reflejaba cuán afligido se encontraba, así que opté por quedarme con él.
Ragnar
Le había pedido a Max y Alex que se quedaran con David en lo que yo salía con Iván a resolver un asunto que Marcus me había solicitado, de alguna forma sospechaba que les daría problemas, pero no creí encontrar todo el desastre que vi en la habitación ni mucho menos ver a David tan quebrantado o lastimado, sea lo que sea que ocurriera se notaba que no era cualquier rabieta la que había pasado aquí.
Acomodé a David en el mesón del lavamanos, tomé su mano herida que sostenía un fragmento de algún jarrón, lo presionaba con tanta fuerza que llegó a sangrar bastante, pero lo más extraño es que no me había mirado una sola vez, es como si estuviera absorto en otra cosa hasta el punto de mantener sus ojos cerrados sin dejar de llorar.
-David necesito que sueltes eso por favor -no hubo respuesta en palabras o actos. –David.
Él niega con su cabeza presionando más el fragmento y suelta un pequeño grito por el dolor que me deja abatida. Tomo su mano y la voy abriendo con mucho cuidado, él me hace fuerza para evitar que lo haga, mas no cedo en mi propósito hasta que logro abrirla del todo y retiro la pieza colocando un pañuelo para detener el sangrado.
-Cielo mírame –niega en silencio -David, mírame.
Levanta su rostro mostrándome un profundo tormento en su cielo y se levanta abrazándome muy fuerte del cuello.
-Cielo dime ¿qué tienes? ¿por qué hiciste eso?
-Mamma non andare, per favore non andare (mamá no te vayas, por favor no te vayas).
-No me iré cielo, no lo haré, pero necesito saber qué pasó entre tu padre, Max y tú.
-Prometto di essere buono, ma non andare mamma (prometo portarme bien, pero no te vayas mamá).
-¿Ellos te dijeron eso? –asintió. -¿Tú hiciste el desorden en la habitación o fueron ellos? Y no te atrevas a mentirme.
-L’ho fatto mamma (yo lo hice mamá).
Tenemos que ponerle un alto a esto ahora o el viaje será peor para todos.
Separé un poco a David de mí e hice que me mirara con atención, tenía su cara roja reflejando su dolorido corazón.
-Quiero que te disculpes con ellos cielo, hiciste mal al comportarte así y sé que ellos jamás te lastimarían, no sé por qué te dijeron esas palabras, pero no quiero que estén peleando otra vez.
-¿Ma non ci vai? (¿pero no te irás?)
-Sí me iré, pero tú, Iván, Alex y Max vendrán conmigo –parece calmarse al escuchar esto. –Se supone que estamos en este viaje para divertirnos cielo, no para que ustedes se pongan en esa actitud. Entonces, ¿qué haremos?
Baja su rostro tocando apenas sus dedos rojos meditando la respuesta, acuno su manito con cuidado entre las mías y dejo un beso suave.
-Todo va a estar bien, yo te curaré.
-Perdonami Mama.
-Eso deberás decírselo a tu padre y a Max, por ahora sanaré tu herida y después vamos con ellos ¿te parece? –asiente abrazándome de nuevo, aunque esta vez es más suave su agarre.
(…)
Alexandre
Toda esta situación me había dejado muy mal, al comienzo intentaba mantenerme estable, sé que David solo lo hacía por llamar la atención, pero esa insistencia, su necedad y la manera de llevarme al límite me sacó de mis casillas por completo, no quería gritarle, me duele tener esa actitud con mi propio hijo cuando nunca habíamos tenido una discusión de ese tipo.
-Alex.
-Ahora no Max, si no te importa quisiera estar solo.
-Está bien, pero si necesitas algo no dudes en hablarme, sé que no puedo darte un punto de vista como padre, pero sí puedo escucharte como un amigo.
-Gracias.
Me levanté y salí del lugar sin decir nada más a nadie, necesitaba despejarme de todo un momento, yo era el adulto, el padre y no debía permitirle algo así a mi hijo, aun cuando tenga dos años es una rabieta que no puedo dejar pasar por alto, pero tampoco sé cómo afrontar esta situación cuando nunca la había tenido antes.
Estuve recorriendo un poco la ciudad buscando la tranquilidad, pero no lograba hallarla por mucho que viera, pensara en trabajo o hiciera cualquier otra cosa… por lo visto mi ángel no es la única que puede provocar un caos en mi mente. Veo a lo lejos una iglesia y me dirijo hacia allá, camino un poco divagando en si entrar o no hasta que finalmente me decido y tomo asiento en uno de los puestos del frente.
No soy religioso ni nada parecido, pero sí tengo una profunda conexión con las iglesias por David, él fue el único motivo para que empezara a visitarlas en algunas ocasiones.
El tiempo transcurrió un poco y decido levantarme dirigiéndome a un pequeño sector donde hay varias filas de velas blancas, saco mi encendedor y prendo una dejándome llevar por esa llama, se mueve lento y al mismo tiempo se hace alta, hasta me recuerda a mi hijo cuando sonríe.
-Pudiste escoger una iglesia más cercana.
Me giro abruptamente al escuchar su voz y esa mirada penetrante y gélida se apodera de mi alma como lo ha hecho desde la primera vez que la vi.
-¿Cómo me encontraste?
-¿Eso importa?
Estira su brazo a lo que tomo su bella y delicada mano, ella deja caricias con sus dedos para después atraerme más hacia su cuerpo, el cual me recibe en un abrazo que me llena por completo, ella siempre sabe cómo tranquilizarme.
-¿Cómo está David?
-Tuvo una herida un poco grave, debí hacerle un par de puntos, pero estará bien.
La abrazo con más fuerza sintiéndome el peor padre del mundo por permitir algo así, se supone que soy el adulto y dejé que mi hijo tomara el control por completo.
-Lo siento ángel.
-No es a mí a quien debes decirle eso angelo.
Me alejó un poco de ella regalándome su hermosa sonrisa y gira su rostro a un lado, al copiarla, veo a mi pequeño de pie cerca de la banca, tiene su mano vendada y se ve muy triste, una imagen que me estruja el corazón por completo.
Me dirijo hacia él quedando de rodillas y mi pequeño se abalanza sobre mí dándome un cálido abrazo que recibo con gusto y dolor.
-Perdonami angioletto, non avrei dovuto urlare contro di te (perdóname mi pequeño ángel, no debí gritarte).
-Vergib mir papa, weine nicht (perdóname papá, no llores).
-¿Perchè devi parlare tedesco? (¿por qué tienes que hablar en alemán?) –pregunté entre risas suaves.
Alejé un poco a mi pequeño viendo el rostro de mi amado ángel dibujado en él junto a los ojos azules que heredó de mí, mi sonrisa se expande un poco a lo que él me regala una de travesura con esa mordida en el labio tan propia de ella. Creo que de haber nacido una niña, tendría muchos problemas considerando la belleza que heredaría de su madre.
-Es hora de irnos angelo, debemos continuar nuestro viaje y un nuevo destino nos espera a todos.
Tomé a mi pequeño en brazos y la mano de mi ángel sintiendo una profunda paz que inundó mi ser por completo, ellos son mi paraíso, mi familia y mi vida entera.