Max
Voy abriendo de a poco y con dificultad mis ojos para que se acostumbren a las luces blancas, siento la boca seca, imágenes empiezan a aparecer en mi mente y recuerdo lo que le hacen.
-¡Ragnar! –grito agitado.
-Tranquilo ella está bien, mira –me dice Alex suavemente y me señala al lado derecho donde la veo dormir en un sofá.
-¿Qué pasó?
Me contó que entré en shock luego de un episodio de ira, habían logrado lastimarme y de no ser porque Ragnar intervino en la sala de operaciones habría muerto, logro ver una bolsa de sangre conectada a mí y sé que ella la extrajo.
-Quiero pedirte una disculpa, quizás pude hacer más por ustedes, pero estas son cosas que siempre pueden llegar a pasar cuando estás en el campo de batalla –se le ve bastante afligido. –Max, ¿por qué no me dijiste que nunca habías matado a nadie?
-No lo vi necesario en el momento y tampoco creí que pasaría todo eso.
-Esas son las cosas que debes decir, de haber conocido ese dato jamás te habría apoyado para que fueras, tuviste episodios de ira y un ataque de pánico muy fuerte después de eso y lo que es peor, pudiste morir.
-Lo siento, realmente no sé ni qué me pasó, solo los vi lastimándola, de repente recordé algo y perdí por completo el control de mi cuerpo.
-Te comprendo perfectamente porque también me ha pasado y por la misma mujer, pero por ahora descansa, mañana te vamos a trasladar a la casa para que te recuperes.
-Gracias Alex, por cierto, ese golpe se ve feo.
-Esto me gano porque no hablaste a tiempo, ya debes estar contento -sé que lo dice en broma, pero también se nota que no tiene el ánimo para eso.
Da un profundo suspiro, mira a Rag y luego vuelve a verme.
-Créeme cuando te digo que nunca hay que hacer enojar a ese ángel, porque sacará sus demonios y te arrastrará al infierno, y ese lado de ella no es bonito ni excitante.
Lo veo marcharse, poso mis ojos en ella que va abriendo los suyos y viene a mí, está temblando un poco lo que me empieza a preocupar, sin embargo, ella me abraza dejando su cabeza en mi pecho y puedo escucharla sollozar.
-Noche, sube, estarás más cómoda conmigo.
-No quiero lastimarte –su voz está quebrada.
-Más me lastimas estando tan lejos.
Me mira, pero solo puedo darle una sonrisa un poco débil y la atraigo a mí para besarla. Me parte el alma sentirla y verla así. Ella se acomoda con cuidado a mi lado para no lastimarme hasta quedarnos abrazados.
-Lamento haberte preocupado, realmente no sé qué pasó en ese lugar, vi cómo te lastimaban y perdí el control, solo pensaba en acabar con ellos y sacarte de ahí -ella se aferra a mí y sigue llorando.
Maldición odio verla de esa manera, todo esto es mi culpa, pero no podía soportar ver cómo la lastimaban.
-Noche por favor mírame, te lo suplico -ella niega con la cabeza.
-Te lo pido Ragnar, mírame, no me hagas esto.
Tomo su rostro y voy alzándolo hasta que veo sus ojos, están tan inflamados y rojos, se nota que lloró bastante.
-Mi bella noche, no llores así que me partes el corazón, por favor perdóname, esto fue mi culpa, debí cuidarte mejor, debí decirle la verdad a Alex y pudimos evitarnos esto.
Ella se abalanza escondiendo su rostro en mi cuello con fuerza y yo solo puedo abrazarla tanto como puedo, me duele la herida, pero no más que el corazón al verla llorar de esa forma.
-¿No entiendes que si te mueres, me muero D’Porti? No puedo soportar todo esto que siento, es demasiado, simplemente me supera.
-Lo mismo sentí cuando vi cómo te golpeaban Rag, no lo soporté y perdí el control en ese momento, tú significas todo para mí, todo, te amo Ragnar, de verdad te amo mi noche.
-Cuando vi tus ojos en el hangar, eras otro, emanabas furia y odio.
-Eso es lo que sentía mi amor, no soporté ver cómo te golpeaban, fue demasiado para mí y más al recordar el atentando que sufriste hace años.
-Jamás debiste estar allí, nunca debiste ensuciar tus manos así Max.
-Igual mis manos ya están sucias, ya era un asesino, pero…
-No es igual, actuaste esa vez como autor intelectual y así no lo hicieras, Marcus lo iba a torturar hasta la muerte, pero cuando eres tú quien ejecuta la acción todo es diferente Max, se siente y sabe diferente.
-¿Lo sabías? ¿pero cómo? -pregunto bastante extrañado y la separo un poco de mí.
-Tú me lo dijiste cuando tuviste fiebre, te dije que habías confesado muchas cosas, y tampoco debes preocuparte por esa carta blanca con Marcus, yo pagué tu deuda Max, ya no le debes nada.
-¿Por qué hiciste eso Ragnar? era mi deber pagarle, le di mi palabra –reclamé un poco molesto.
-Precisamente por lo que pasó hoy, porque no iba a dejar que pasaras por algo así y aun esta noche no pude evitarlo, tú no eres un asesino Max, no tienes la sangre para esto.
-Te equivocas Rag, si tengo la sangre, soy un D’Porti, que no se te olvide que mi abuelo era un mafioso y un asesino y Helena también fue una, así que sí tengo la sangre para esto –tomé su rostro entre mis manos hablándole desde lo más profundo de mi corazón. –y escúchame bien Ragnar, por ti moriría, por ti mataría y por ti viviría porque te amo.
Nunca dije eso a nadie, pero sí, Helena también asesinó a alguien y aunque ella pensó que no había visto nada, fue todo lo contrario, la vi hacerlo y ese secreto lo llevamos juntos desde aquella noche cuando escapamos de las manos de mi padre biológico, un secreto que pude recordar gracias a las sesiones de hipnosis con el terapeuta.
Después de eso no hubo más palabras, muchas preguntas, muchos reclamos, pero ni una palabra, la vi cerrar los ojos como rindiéndose de todo, la atraigo de nuevo a mi pecho y nos quedamos dormidos en un silencio tan lúgubre que hace que el cuerpo pese, pero solo con saber que está viva y a salvo ya me deja tranquilo.
(…)
Alex dijo que nos quedaríamos una semana en Barcelona mientras me recuperaba, había pasado dos días desde que salí del hospital donde debí estar en cama todo el tiempo. Entre Rag y Alex estuvieron muy al pendiente de mí, revisaban mis heridas, cambiaban las vendas y demás, pero me dolía esos silencios entre ella y yo pues no eran amenos, sino unos que llevaban un terrible suplicio.
Solía esquivarme mucho la mirada y cuando no lo hacía reflejaba dolor, Alex me contaba que ella solo se la pasaba mirando por la ventana y a veces lloraba en silencio mientras David se quedaba a su lado consolándola.
Hoy es el tercer día, en la mañana seguimos con esa misma actitud y a medio día no quiso decir nada a pesar de acompañarlos en el comedor. Me duele que haga eso, no quiero seguir más así, no lo soporto.
Me levanto rápidamente para buscarla por toda la casa y la encuentro en un balcón abrazando a David, tiene su mirada perdida, creo que incluso bajó un poco de peso, él está en su pecho acariciándola como si supiera lo que ella siente, me acomodo a su lado y tomo su mano para que me mire.
-Noche, no quiero seguir más con esto –ella coloca una cara de preocupación que no sé si sonreír o maldecir. -No quiero que sigamos distanciados, no quiero tenerte de nuevo lejos de mí, dime ¿qué puedo hacer para que todo mejore? porque entre más horas pasan, me siento peor.
-No lo sé Max, pero tampoco quiero sentirme así, duele demasiado.
Limpio esas lágrimas que empezaron a caer en sus mejillas y David alza su mirada siguiendo mi gesto del otro lado, él me mira con rabia, sabe que es por mí que ella llora y me siento el ser más despreciable del mundo por eso. Al no poder seguir con esto, termino dándoles un abrazo que cubre a ambos, el rostro de él queda a un lado de su cuello como si impidiera que la toque, pero mi rostro queda del otro lado sintiendo su aroma.
-Perdóname, por favor perdóname, te amo y no quiero seguir así contigo, y si no sabes qué hacer al igual que yo, entonces solo sigamos juntos, descubramos esto juntos, pero quédate a mi lado.
-Es lo único que quiero Max, solo quiero estar contigo.
De esa forma tuvimos nuestra primera prueba difícil y sin saber de nada; decidimos continuar para descubrir cómo sobrellevar esto.
Siguieron pasando los días, David estuvo reacio conmigo y siempre estaba allí cuando me acercaba a ella, así se aseguraba de que no la hiciera llorar de nuevo. Su gesto nos parecía muy tierno, pero estaba dispuesto a hacer lo que sea con tal de recuperar el afecto de él y hacer que ella se sintiera en paz nuevamente.
También llegué a hablar con Alex para que pudiéramos dejar las cosas en el pasado, nos disculpamos por lo ocurrido y aunque al comienzo era un poco tenso todo, nos fuimos soltando de nuevo.
(…)
Una semana después
Continuamos con nuestro recorrido a Zaragoza donde visitamos varios sitios turísticos, a veces evitábamos hacer ciertas actividades para que yo no me lastimara, pero igual hacía tanto como podía pues no pretendía arruinar más este viaje.
Hace unos días hice un plan que nos permitiera a todos disfrutar, Iván y Alex me ayudaron a preparar algunas cosas para comer y una vez estuvimos todos arreglados, nos dirigimos desde temprano al Parque José Antonio Labordeta, visitamos el Jardín Botánico, la Plaza Princesa y para el final, dejé la fuente de colores donde disfrutamos nuevamente ese momento tan hermoso que compartimos en Barcelona gracias a Iván, lo que terminó de borrar ese mal trago que teníamos.
Pero si tuviera que escoger el mejor momento de todos y el más significativo, fue cuando David se empeñó al igual que yo a hacerla feliz, él en su inocencia ayudado de una torta con helado y crema, se llenó las manos y la cara con esta. Todos quedamos sorprendidos y a la vez con una sonrisa al ver esa acción, luego estiró una a una sus manos para que Rag probara ese postre entre sus dedos, ella sonrió ligeramente, pero eso solo lo motivó a seguir con su plan.
Al ver que ella iba a tomar la servilleta para limpiar su rostro, se la quitó y tomó su cara para llenarla de besos embarrándola con la crema y logrando que sonriera como antes, ella repitió el gesto de él llenando su cuello de crema y besos haciendo que ambos rieran como hace días no los veíamos. Escuchar ese sonido en ambos llenó mi corazón por completo y estoy seguro de que Alex se sentía igual, nuestra felicidad era enorme y el dolor se había desvanecido por completo gracias a ese pequeño.
Iván me dijo que él nunca hacía ese tipo de cosas, siendo siempre muy serio en sus acciones, lo que me dio a entender que él es mucho más listo e intuitivo con su entorno, pero la conexión con ella era sumamente inexplicable. Así que al igual que Alex, solo decidí pensar que ella sí era su madre completamente y él lo sabía.
Por un momento quise proponerle que hiciera una prueba de ADN, pero me retracté al pensar que eso no aportaría nada a nuestras vidas, éramos felices, ella sonreía y no necesitaba más que eso.