Ragnar
Abrí mis ojos con los rayos de sol que se colaban entre las cortinas, miré a mi alrededor encontrando a ese par a cada lado abrazándome con firmeza y una sonrisa se dibujó en mí. Realmente pensé que hoy tendría que enfrentar un gran problema, pero después de pasar toda la tarde con las gemelas en la azotea sentí que las cosas iban a mejorar, y más, al ver la seguridad y el brillo tan hermoso en los ojos de Nick y Max. Me removí un poco entre las sabanas para ir al baño, pero los dos tiraron de mí devolviéndome a la almohada entre risas y besos, si soy honesta no me molestaría para nada seguir despertando de esta forma el resto de mi vida.
—Buenos días zarina.
—Buenos días noche.
Cada uno me dio un beso apasionado en lo que el otro besaba mi cuello, no sabía si embriagarme de la felicidad que me daban o dejarme llevar por la calentura, pero no tuve necesidad de decidir nada, pues ambos se apoderaron de mi cuello y descendieron hasta mis senos dejando una chupada exquisita con esa mirada de perversión.
—Les juro que esto me encanta, pero necesito ir al baño con urgencia.
Los tres reímos y ellos me dejaron partir sin decir nada más, estábamos tan bien que se sentía mucha paz en el ambiente. Una vez arreglados y con una ronda extra en la ducha, fuimos a la cocina para hacer el desayuno, en cuanto las gemelas salieron de su habitación y nos vieron tan sonrientes sabían que todo estaba bien, así que disfrutamos esa mañana entre risas y juegos. Una vez comimos todos, las chicas fueron a ducharse mientras nosotros arreglábamos las habitaciones, después ellos se encargaron de arreglarles el cabello y nos fuimos al balcón donde pasamos el tiempo con un juego de mesa, a su vez, escuchamos las historias de las gemelas y sus travesuras en el orfanato con los demás chicos.
La emoción que ponían en sus palabras nos producía una enorme felicidad a todos, incluso mis hombres contaron algunas anécdotas produciendo más risas descontroladas, sin embargo, no todo pudo ser felicidad al final, Nick recibió una llamada de Marcus, nos dio una señal para alejarse un momento, pero entre más lo veía; más se aceleraba mi corazón al saber que lo que sea que estaba pasando no podía ser nada bueno.
(...)
Nicolay
Debí tomar un respiro una vez colgué la llamada, lo que me dijo Marcus no era nada bueno y lo peor sería decirle a mi zarina y en especial a Max lo que estaba ocurriendo con su abuelo. Mi objetivo al estar estos días acá no era solo por las gemelas, sino porque también me había visto unos días antes con Tony, Marcus y otros cabecillas de la mafia en Estados Unidos para hacer algunos acuerdos, pero al parecer alguien quiso jugar solo y decidió atentar contra ellos cuando estaban reunidos en un restaurante junto a Livi, Oz e Ismael y por desgracia fue Tony quien se llevó la peor parte entre ellos.
—Pequeñas, vayan al cuarto a recoger sus cosas, necesito hablar un momento a solas con ellos por favor —dije una vez volví con todos.
Lo bueno de mis gemelas es que ellas comprendían bien cómo era este mundo, entre la familia de Rag, mi padre y yo nos aseguramos de explicarles a qué nos dedicábamos y los peligros que nos rodeaban cada día, así que esto no era nuevo para ellas, pero tampoco quiere decir que las dejase más tranquilas.
Se levantan y vienen a mí dándome un fuerte abrazo, algo que se volvió propio en nosotros cuando algo malo ocurría, de alguna forma esto nos daba fuerzas para continuar a pesar de todo. Las vi partir a la habitación bastante preocupadas y tomé asiento frente a Rag y Max comentándoles lo ocurrido. Como era de esperarse, él comenzó a llamar a su padre para saber la situación de Tony, según nos comentó una vez finalizó la llamada, su estado es bastante delicado, pero no dijeron la gran cosa excepto que volviese a la ciudad cuanto antes. Junto a mi zarina acordamos aumentar la seguridad en el Renacer para tenerlos a todos protegidos y yo me llevé a las gemelas a Nueva York con Marcus para ser resguardados en otro lugar, mientras tanto, Ragnar y Max se quedarían un poco más para investigar lo ocurrido y partirían mañana a la ciudad a primera hora.
(…)
Max
Toda esta situación me sacó por completo de contexto, las cosas iban excelente en estas semanas, dentro de poco regresaríamos y empezaríamos una vida diferente, pero nunca me imaginé que algo así podía llegar a ocurrir.
Una vez Nicolay se fue con las gemelas para ponerlas a salvo, Rag y yo volvimos a la casa donde nos dirigimos a una habitación en la que no había ingresado hasta ahora, en cuanto encendió las luces se activaron muchas pantallas que había en una pared, era impresionante el lugar, la mejor tecnología hasta ahora. Procedió a investigar el atentado hasta que, según me dijo luego de un tiempo, logró dar con algunas personas e hizo algunas llamadas de inmediato. Me encontraba absorto por toda la situación y sabía que no podía serle útil, menos cuando tenía la cabeza ocupada en el estado de mi abuelo. Llamé a mi padre, pero me dijo lo mismo que en la tarde, estaba durmiendo y su situación no había cambiado en nada, pero sí me dijo que me preparara para lo peor pues sus probabilidades eran muy bajas.
Entrada la noche, me encontraba mirando por el balcón de la sala pensando en cómo había acabado esta felicidad de un momento a otro y en que pude llegar a acercarme un poco más a mi abuelo en estos dos años, pero sé que no puedo cambiar el pasado y es algo que me pesa todavía más. De pronto sentí que ella me abrazó por detrás dándome su apoyo en total silencio y un suspiro pesado salió de mí para evitar soltar las lágrimas que retenía tanto como fuese posible.
—Noche, ¿crees que va a estar bien?
—Eso espero.
Su agarre se hizo más fuerte, pero la solté para tomar su mano quedando frente a ella.
—Vamos a la cama, está haciendo mucho frío y no quiero que enfermes —mencioné cabizbajo.
Ella no dijo nada más y nos dirigimos a la habitación, esta noche no hubo risas ni historias, solo silencio. Me quedé acostado escuchando el corazón de ella buscando refugio en ese pequeño espacio y recordaba todo lo vivido con mi abuelo, desde el día que lo conocí junto a ella hasta hace una semana que lo vi para ayudarme con la sorpresa para mi noche. Esperaba volver a verlo, hablar con él y contarle más sobre el gran amor que le tenía a Ragnar, quería el consejo de aquel hombre que me acompañó con cariño la mitad de mi vida, su apoyo y complicidad para mis planes a futuro con ella. Una lágrima se derramó en su piel y ella al sentirla me abrazó más fuerte, las palabras no serían suficientes para el dolor que sentíamos, pero el saber que al menos nosotros estábamos bien nos daba un poco de confort.
Al día siguiente cuando por fin llegamos al hospital, Oz nos dio algunas indicaciones, comentó lo ocurrido esa noche y luego nos dejó pasar para hablar con mi abuelo, al entrar en la habitación, vimos a mi padre llorando agarrado de la mano de mi abuelo, me destrozó más al verlo conectado a todos esos aparatos, presioné la mano de Rag y ella respondió de la misma forma. Sin dudarlo, fui con ellos abrazándolos muy fuerte, quise evitarlo todo este tiempo, pero al ver este doloroso cuadro me derrumbé entre lágrimas y dolor, esta es mi familia y alguien se atrevió a dejar una herida profunda en nosotros, una que pesaría enormemente.
(...)
Tony
Desde el día que mi bella Clara se fue de la casa con nuestros hijos supe que moriría de esta manera, con la diferencia que me veía solo y lamentándome por lo que les hice. No obstante, el encontrarme ahora en este hospital con la muerte esperando a que desactiven esa máquina me generaba una avalancha de sentimientos encontrados.
Desde que desperté, supe que había tenido otra oportunidad de la vida, pero cuando Oz me dijo que el atentado me dejó muy mal herido provocando que tuvieran que mantenerme con vida solo con ayuda de muchos aparatos, fue algo que me destrozó por un momento, pero entonces me percaté de que en verdad sí tenía otra oportunidad, una para seguir viendo a mi familia, una para despedirme de ellos y decirles cuánto los amaba.
Me dolía y a la vez me hacía feliz ver a mi hijo a mi lado todos estos días, él lloraba, pero yo sonreía, siempre me preguntaba por qué lo hacía dadas las circunstancias y mi respuesta era la misma: "Tengo el privilegio de seguir al lado de los que amo para despedirme como corresponde", él lloraba más y me abrazaba con fuerza.
No sé qué hice para que la vida me permitiera recuperar a mi familia y me diera una década al lado de ellos, pero no renegaría por nada, menos ahora que me reuniría con las mujeres más importantes de mi vida una vez diera la orden para desconectarme.
Hoy me encontraba con mi hijo nuevamente, me encantaría decir que me siento muy bien y voy a pararme de inmediato para que salgamos a comer algo o a caminar por un parque, pero no podía dar un paso sin que lo peor pasara, igual tomé su mano con fuerza y hablamos de muchas cosas. Cuando menos lo esperamos vimos ingresar a Max junto a Ragnar tomados de la mano, esa escena me alegró tanto el alma, que de inmediato supe que el futuro de ellos sería bueno porque ni mi hijo ni mi nieto estarían solos nunca más, tenían a las mejores personas a su lado, unas que los cuidarían y amarían incondicionalmente.
Ellos se acercan a nosotros para saludarnos, ella como siempre se mantiene firme ante las circunstancias, los dos conocemos perfectamente los riesgos de esta vida y la muerte se convierte en una leal compañera a la que debemos respetar.
—Ahora que están reunidos necesito que me escuchen con mucha atención.
—Papá si necesitas algo podemos traerlo o si quieres…
Levanté mi mano para silenciar sus palabras, él ya sabía que estas serían una despedida, llevaba preparándolo para este momento y es algo que lo mortificaba, queríamos que Max estuviese aquí, pero también sabía que con su llegada daría paso a mi partida, una que no podía dejar pasar más tiempo.
—Dániel, hijo mío —tomé su mano con firmeza y cariño. —te agradezco por haberme dado la oportunidad de compartir estos años a tu lado, por eso te pido que seas realmente feliz en tu vida, no dejes que ese momento oscuro haga una sombra en ti y sé el hombre alegre que conocí. Al menos me iré tranquilo al saber que tienes a alguien a tu lado que te ama con todo su ser y que no vas a estar solo al tener una familia maravillosa que siempre estará para ti.
Él lloró más estrujando mi corazón y a la vez sintiendo que había soltado un peso. Dejé un beso en su frente y nos abrazamos con mucha fuerza, pues el dolor que sentía al escuchar mis palabras era inmenso, había visto a su madre morir, conoció los detalles de la muerte de su hermana y ahora que me tenía en su vida debía despedirse de mí antes de tiempo.
—Todo estará bien hijo, perdóname si no pude ser un mejor padre en estos años que compartimos, pero quiero que sepas que eres el mejor hijo que pude tener y siempre estaré muy feliz y orgulloso de ver el gran hombre que eres.
—Fuiste el mejor padre de todos, aun cuando digas que yo soy mejor que tú, lo fuiste y lo seguirás siendo.
Esta vez fui yo quien lloró abrazándolo, me embriagué de su aroma para recordarlo cada minuto que me quedase de vida, minutos robados que no me arrepentía de tomar por última vez. Luego de eso tomé la mano de mi nieto y sonreí al ver ese joven tan vigoroso, con grandes sueños y junto a la mujer que siempre ha amado.
_Max, mi querido nieto, en ti veo mucho de tu abuela Clara, eres alguien sensible, perspicaz y protector de la familia, me alegra que no fueras como yo, cometí muchos errores en mi vida y no pude disfrutar con las personas que amaba, pero gracias a esa maravillosa mujer que tienes a tu lado pude recuperarlos.
Cuídala Max, confío en ella y sé la clase de persona que es, se merece el cielo completo, también te pido que seas feliz, nunca te dejes llevar por los malos momentos ni dejes que la ira, los celos y las cosas sin importancia nublen tu juicio, la familia siempre es primero Max, siempre, nunca olvides eso —presionamos nuestras manos con firmeza, él derrumbándose frente a mí y yo evitando hacerlo.
—No lo haré abuelo Tony, nunca lo haré.
Él viene a abrazarme entre lágrimas, unas que mezclamos al unir nuestras mejillas, al igual que hice con mi hijo me embriagué del aroma de mi nieto, el calor, el amor y el tiempo que me habían dado es muy importante para mí, son esos bellos recuerdos los que me llevo a esta nueva etapa de mi vida.
—Sabes —digo separándolo un poco. —me habría encantado verlos casarse y no vayan a decirme nada que solo son pensamientos de un viejo, uno que les tiene un cariño muy grande.
Ambos me sonrieron tomando mi mano juntos y entre ese par de ojos vi a mis nietos, unos que aun sin conocer ya amaba tanto como amo a las gemelas. Nunca olvidaré cuando las conocí en casa de Marcus y él me habló de ellas, al saber que adoraban a Ragnar y su familia, supe que algún día estarían en la vida de Max y sé que serán felices porque de alguna u otra forma estarán juntos. Hace un tiempo llevaba hablando con Nicolay para que las adoptara con Ragnar, ellos eran los padres perfectos para esas niñas y sé que mi nieto al estar al lado de ella también las amaría y protegería como un tío, un segundo padre o lo que fuera, pero siempre estaría a su lado para que nada les pasara, solo espero que mis mejores deseos se cumplan para todos y esta familia se expanda con los hijos de mi hijo y mi nieto.
Finalmente, torné la mirada a esos ojos azabache, aquella gélida mujer con un corazón tan cálido que me dio lo mejor del mundo.
—Ragnar, mi otra hija, te debo mi felicidad y mi nueva vida, te estaré agradecido siempre por lo que hiciste en esta familia, confío en que cuidarás de ellos como lo has hecho hasta ahora y no permitas que algo malo les pase por favor.
—Así será Tony —tres palabras y la tranquilidad marca mi corazón.
—Max, Dániel, quisiera pedirles que me den un último abrazo y luego se retiren, no deseo que vean este momento, quiero recordarlos con gran felicidad en el jardín junto a los girasoles que tanto amaban Helena y Clara, a quienes pronto veré para hablarles de todas las cosas que vivimos estos diez años. Ragnar, te pido que te quedes, hay algo más que debo decirte a solas.
Ella afirmó y a pesar de que no querían hacerlo, mi hijo y nieto procedieron a despedirse de mí entre lágrimas, sus abrazos fueron fuertes, el cariño era inmenso al igual que su dolor, pero era hora de partir.
Al quedar a solas con Ragnar le expliqué lo ocurrido realmente en el atentado, sabía que querían asesinarnos a todos y decidí sacrificarme antes de que otros salieran afectados, ellos se habían convertido en otra familia para mí y sabía que tenían mucho por hacer, yo en cambio había tenido una larga vida y unos últimos años llenos de felicidad. También le indiqué que dejaría todo mi poder en manos de ella, para que el día en que Max decidiera tomar control de los negocios lo hiciera con su ayuda y en lo referente a las propiedades y dinero, un abogado se contactaría con ellos para hacer la lectura del testamento. Por último, me despedí de ella con un cálido abrazo y un beso en su frente y mejilla.
—Me alegro tanto de haberte conocido y más que cuides de mi familia, ahora puedo irme en paz.
—Tony…
—No digas nada por favor, no hay pendientes de ningún tipo y sé que tú y Max serán muy felices, apuesto todo por eso.
—¿Siempre lo supiste?
—Soy viejo, no tonto y él siempre ha sido muy honesto con sus sentimientos y pensamientos. Ahora hija, ha llegado el momento.
Ragnar
Sabía a lo que se refería, fui al otro lado de la cama y procedí a desconectarlo sin dejar de mirarlo un solo instante, regalándonos entre sí una sonrisa hasta que la máquina dejó de dar signos de vida y cerró sus ojos con total tranquilidad.
—No te preocupes por nada Tony, me encargaré de todo y ellos estarán bien, te lo prometo —dejé un beso en su mano y salí para informar a todos del deceso.
Al día siguiente cremaron los restos de Tony y los pusieron con los de su esposa e hija sellados por una hermosa lápida en mármol blanco, ahora descansaba junto a las mujeres que más había amado en su vida. En el funeral todos estuvieron presentes para darle el último adiós a ese buen amigo, socio, abuelo y padre. Era un día cálido, es como si Helena hubiese querido que el sol brillara para él, vi tres canarios amarillos cantando con júbilo volando juntos mientras se alejaban del lugar, entonces sonreí para mí misma tomándolo como una señal de que ahora estaban los tres reunidos después de tantos años de dolor.