Ragnar
Hacer este viaje me ha traído muchos recuerdos, algunos más agradables que otros, pero sin lugar a duda, el recordar cada paso que di hace años en estas tierras; me hace pensar como si hubiese vivido muchos más años de los que en realidad tengo.
Ahora que veo las calles de Barcelona es inevitable no pensar en Trisha y Diana, ellas fueron dos grandes amigas y figuras femeninas de poder en mi vida dentro de la mafia, solo el recordar la forma en que las conocí me hace sonreír.
-¿Estás bien noche?
¿Realmente estaba bien? ¿realmente esta confrontación de épocas me hacía bien?
-Sí, no te preocupes.
Max deja un beso en mis labios muy tierno, se ve todavía la inocencia en su mirada a pesar de ser un adulto y es algo que me gusta en él, ya que de alguna forma me hace pensar que, así como Helena, él también es un polo a tierra muy ajeno a este oscuro mundo.
-Ya llegamos, según me informa Piero ya nos están esperando –comenta Alex.
Todos bajamos del vehículo y nos dirigimos al interior del edificio. Alex no llegó a darme muchos detalles del asunto en cuestión, pero sí me sorprendió un poco que Max quisiera ayudarlo, supongo que de alguna u otra forma desea involucrarse un poco para conocer más de esta vida que tuvimos su abuelo y yo.
Pronto llegamos al último piso que abarca una oficina completa, algunos guardias y un par de puertas que aún no sé a dónde conducen, uno de los hombres nos indica que nos están esperando y procede a hacernos ingresar, pero al hacerlo, veo una sombra del pasado de pie frente al enorme ventanal y da media vuelta repasando uno a uno a los presentes hasta que su mirada queda fija en mí.
-Ragnar Wintar, dichosos los ojos que te ven.
-Lo mismo digo –respondo a medida que avanzo acercándome a su persona.
-¿Qué te trae aquí?
-Sabes que un buen vino español no cae mal.
-Sí claro –responde con ironía. -Sé que nunca fuiste una mujer de vinos.
-Pero sí de españoles.
Sonreímos con tal picardía que su cuerpo no tardó en reaccionar viniendo hacia mí para devorar mis labios como hace muchos años no ocurría. Al separarnos, tenía un semblante que reconocía bien, uno que humedecía mis labios y no precisamente los de mi rostro.
-Me encanta verte de nuevo y sin duda alguna estos años te sentaron de maravilla.
-No solo a mí, tú estás radiante y más con ese atuendo –miró perspicaz para después acercarse a mi oído.
-Y no imaginas el que traigo debajo –susurró.
Mordió mi lóbulo repasando parte de mi cuello con la punta de su lengua encendiendo todo entre mis piernas.
-Me encantaría dejar de imaginarlo.
Moví sigilosa mi mano en su cadera y repasé el botón de su pantalón desplazando únicamente la uña por el límite vertical de la cremallera.
-Creo que te secuestraré antes de que tus dos caballeros me decapiten.
-Cierto, olvidé por completo que vine con ellos.
Reparamos nuestra vista en ellos quienes me miran con cara de querer torturarme por mi descaro, pero lo bueno es que ya sabían cómo era yo, Alex por su lado conocía de mis andanzas y Max, creo ya se iba haciendo a la idea de cómo serían las cosas en el viaje cuando nos encontráramos a alguien del pasado.
-Permíteme hacer las presentaciones –caminamos hacia ellos. -Él es Massimo D’Porti, Max; ella es Diana Williams, cabecilla de la mafia española y por ende la representante del país en la Orquídea y cofundadora –ambos estrechan sus manos examinándose el uno al otro.
-Un placer conocerte Massimo, siempre escuché hablar del famoso nieto de Grazzi, pero no creí que tendría la oportunidad de conocerte hoy.
-No sabía que tenía una fama hecha.
-Solo con los más allegados, tu abuelo, los Jhonson y Rag hablaban de ti.
-No imagino cuánto habrán dicho.
-Solo cosas buenas, pero ya tendremos tiempo para socializar con más calma, ahora tenemos un asunto que atender.
Nos quedamos revisando toda la situación, Max no mencionó una palabra, sino que se enfocaba en escuchar con suma atención lo que decíamos, creamos un plan, revisamos la zona, puntos estratégicos y de escape, número de guardias y demás información, entonces, cuando creí que todo terminaría aquí y Max sería trasladado a la casa de Alex, él me sorprende con sus palabras descolocándome por completo.
-Iré con ustedes.
Hubo un silencio sepulcral en la habitación y todas las miradas quedaron fijas en él, incluso Piero y Valeria (que son las manos derechas de Alex y Diana) fijaron su atención en Max.
-Tú no irás –dice Diana más como una orden.
-Iré, no pienso dejar a Ragnar sola y si ella va, yo voy –demanda Max.
-No estará sola, para estamos Alex y yo –creo que las cosas se pondrán un poco calientes aquí y no por la excitación…
-Es cierto Max, nosotros no dejaríamos que nada le pasara, así como ella tampoco nos abandonará.
-No me lo tomes a mal Alex, pero jamás he trabajado con ustedes y aun cuando sé que esto puede ser peligroso; no estoy dispuesto a quedarme aparte sin saber cómo estará.
-Básicamente estás diciendo que nosotros la dejaríamos morir y tú no –afirma Diana un poco agresiva.
Si hay algo que ella no tolere es que duden de sus capacidades, de por sí le costó bastante abrirse campo en la vida, no solo por lo ocurrido con su familia, sino también dentro de la mafia y en el ejército. Las mujeres por lo general somos menospreciadas en estos campos pues según los hombres no somos más que una distracción, pero más de una supo callar la boca de muchos ganándose el odio y la envidia de grandes cabecillas a nivel mundial.
-Max debes entender que esto no es un juego ni es como en los entrenamientos, aquí es vivir o morir y como bien dijeron ellos; nunca nos abandonaríamos entre nosotros, pero lo mejor sería que te quedaras en casa.
Intenté ser suave con él para que comprendiera mi punto, no es que dude de él, sino que el solo hecho de pensar que pueda salir lastimado es una carga muy pesada para mí y más al recordar lo ocurrido con Helena.
-No importa lo que digas; yo iré a no ser que tú vayas conmigo a casa, es así de simple, en la cama o en el suelo, pero juntos.
Estaba más que decidido en ir, eso era claro, tanto como el miedo que yo sentía y no quería reflejar, aunque Alex pareció notarlo pues tomó mi mano dejando una suave presión llamando mi atención.
-¿Por qué mejor no vas con Diana y revisan el armamento? Mientras tanto Piero y Valeria irán coordinando a los hombres y una zona para llevar el equipo, y Max y yo nos encargaremos de los vehículos.
Diana afirmó sutil y se levantó tomando mi mano para alejarnos de todos, nos fuimos a otra habitación que era una oficina más pequeña, la cual asumo es la suya, sirvió un par de vasos con vodka y me entregó uno.
-Tu chico es muy valiente o muy estúpido, pero al menos le rescato el hecho de que te ame demasiado.
El semblante de ambas era muy serio, tomamos un trago y nos sentamos en un sofá que tenía vista a la ciudad, un gusto que tenemos en común.
-Lamento mucho eso, él no quiso cuestionarte, pero…
-Lo sé, no tienes que explicármelo, Marcus y Grazzi lo hicieron en su momento y ahora lo compruebo.
-Diana, no quiero que él participe.
-Eso también lo sé Rag, no tienes que decirlo, la verdad es que es bastante arriesgado llevarlo a la guerra cuando nunca ha presenciado un entrenamiento formal.
-Pero… -dije, sonrió y besó mis labios.
-Pero sé que cumplirá su palabra de ir por ti, sea cual sea el embrujo que le hicieras se nota que iría al infierno por ti.
Palmea sus piernas a lo que me dejo llevar acostando mi cabeza en ellas, su mano deja caricias en mi rostro y cabello como hace años y sus labios me regalan un poco de tranquilidad con su sonrisa.
-Sabes, el otro día en una reunión tuve el placer de conocer a tus hijas, son hermosas y muy enérgicas –la miro extrañada y a la vez feliz. –estábamos hablando sobre algunas cosas de la organización y ellas entraron al despacho de Nico sin avisar, supongo que todavía no se acostumbra a eso de ser padre –rio al imaginar la escena y más a mi zar presumiendo de ellas.
-¿Y cómo estaban?
-Sonrientes, sanas, muy felices y mostrando al imponente y despiadado Nicolay Romanov como un oso de peluche –es imposible para las dos no reírnos. –Ojalá lo escucharas “mis gemas por aquí, mis gemas por allá” –le imita –antes no les cambió el nombre a Esmeralda y Topacio.
Nico es único, por eso adoro a ese hombre, siempre fue alguien con un porte imponente e impenetrable, despiadado a la hora de torturar y cobrar venganza, pero con las personas que ama (en especial las gemelas y yo) siempre muestra esa ternura y amor que guarda en su corazón. Todas las noches mientras me quedo dormida, pienso en ellos cuando se quedan durmiendo juntos estando él entre las gemelas y dándoles calor, confort y seguridad entre sus enormes brazos, unos que alguna vez me refugiaron a mí.
-Espero ser tan buena como él –murmuró melancólica.
-¿A qué te refieres? –pregunté extrañada.
-El año pasado hablé con Valeria y ella me comentó que quería ser madre, tenía mis dudas por obvias razones, pero ella empujó tanto que al final accedí y ahora tenemos una hija.
Me siento prestando más atención a su conflicto, realmente tiene miedo por la situación.
-¿Y por qué accediste si tenías dudas?
-Porque, así como D’Porti está dispuesto a ir al fuego cruzado por ti, yo también haría lo que sea por Valeria y quiero verla feliz, pero no te niego que desde que nació nuestra hija hemos tenido muchas discusiones y conflictos que nos han distanciado bastante.
-¿Y qué dice ella de tu posición?
-Que debo acercarme más a Louisa porque la responsabilidad es de las dos.
Se levanta tomando un retrato que había en el escritorio y regresa entregándome la fotografía, en esta aparecen las tres, todas muy sonrientes a excepción de Diana, incluso se le ve un poco distanciada.
-Si te soy honestar Rag, ni siquiera sé si quiero a mi hija… ¿Acaso soy tan cruel o estoy tan jodida que no puedo amarla?
Escucharla tan afligida removió muchos recuerdos en donde me hice la misma pregunta varias veces en mi vida. La abracé dejando que descargara un poco esa pesadez en mis brazos. Ella es de llorar poco, pero cuando lo hace es porque está en el límite o la situación ya la ha sobrepasado.
-No estás jodida, ni eres cruel o una mala madre Diana, es solo que accediste a algo muy grande cuando no estabas preparada, pero ahora tu hija está aquí y Louisa se merece que estés para ella, solo debes hacerlo a tu ritmo, acércate poco a poco.
-¿Sabes qué me dolió de aquella vez que Nicolay presentó a las gemelas?
-¿Qué?
-La forma en la que ellas hablaban de ti, pensaban que estarías con Marcus y Vero y al no ser así mandaron un saludo con ellos diciendo que te querían demasiado. A pesar de la distancia se nota cuánto te aman, pero creo que con mi actitud nunca obtendré eso de mi hija.
No pude evitar sentir una calidez en mi pecho al escuchar sus palabras, realmente soy muy afortunada en mi vida aun con todo lo oscuro en esta. Me quedé con ella hablando un poco más sobre esta situación, nuestras vidas y otros temas en lo que Piero y Valeria daban el aviso para salir.
(…)
Alexandre
-Si vas a darme un sermón por lo que dije; te sugiero que no pierdas tu tiempo porque no me harás cambiar de idea Alex.
Le extiendo un vaso de whisky y bebo un poco del mío.
-No quiero hacerte cambiar de idea, quiero comprender. Sé que harías lo que sea por Rag, pero esta situación es completamente ajena a lo que has vivido hasta ahora y por mucho que ella te entrenara debes comprender que la realidad es muy diferente, aquí el enemigo te dará un tiro en la cabeza sin detenerse a pensar en nada.
-Lo tengo claro, pero ella significa mucho para mí y no pienso dejarla sola, aun cuando ustedes estén con ella; no me quedaría tranquilo al pensar que algo malo le pueda pasar y quizás pude evitarlo de estar a su lado.
-Está bien Max, no te preocupes, te apoyaré para que vayas, pero dime si hay algo que deba saber previo a llevarte a ese lugar; ya que no puedo ponerme la soga al cuello sin conocer el panorama.
-¿Eso lo aprendiste de Rag? –sonreímos ligeramente.
-De ella y de mi familia, pero responde mi pregunta.
-No sé bien la verdad qué necesitas saber, Rag me entrenó en combate cuerpo a cuerpo, sé manejar armamento, autos, motos, después de que no me pongas en un tanque de guerra creo que todo estaría bien.
-¿Alguna vez estuviste en una situación parecida?
-No, pero igual tengo buen autocontrol y respondo rápido a las situaciones bajo presión.
Tuve un poco dudas considerando los hechos, pero sé que no lo convenceré de lo contrario.
-De acuerdo, ya conoces el plan, sabes lo que haremos, el objetivo y todo lo demás, así que ahora preocúpate por cumplir con este y salir con vida de ese lugar.
-Gracias Alex –parecía un niño con esa sonrisa cuando su padre lo deja acompañarlo al trabajo.
-Mejor agradece que no permití que Diana te diera un tiro.
-Solo dije la verdad.
-Lo sé Max, pero esto es otro mundo y aquí las mujeres son peores que los hombres, a ellas les toca difícil hacerse respetar, por algo la Orquídea posee tres fundadoras mujeres y te metiste con una de ellas.
-No quise ser irrespetuoso con ella, pero debía dejar claro mi punto.
-Y está bien, pero Diana no es cualquier mujer, ella puede ser muy hermosa y elegante, pero es letal y no por nada tiene a una leona como símbolo.
-Lo tendré en cuenta, pero igual gracias por apoyarme Alex.
-Sé lo que es luchar por algo y que nadie crea en ti, aunque, quién sabe, capaz estoy de buenas y tengo mi camino libre de ti –bromeo guiñándole un ojo.
-No lo haré tan fácil para ti ni para Nicolay, tendrán que hacer mucho más que eso para eliminarme de la vida de Rag –brindamos y bebemos sonrientes, altivos.
-Ya lo veremos D’Porti, solo espero que no decepciones a Rag ni la hagas quedar mal después de todo el entrenamiento que te dio.
-Puedes estar seguro que quedará orgullosa por los resultados.