Culpable

1288 Words
ANTHONY Una vez que la velada terminó y que los invitados se marcharon, Lisa y yo terminamos nuestra noche con una copa de vino. Hablando de todo lo ocurrido y de los nuevos chismes que se acababa de enterar. Nos hallábamos riendo de todo lo que me estaba contando, porque, aunque a mi esposa no le interese ese tipo de asuntos, siempre se termina enterando hasta de lo que no. Ni siquiera sabía qué hora era, cuando escuchamos llegar un auto, me asome por una de las ventanas y se trataba de Ellie y su amiga, junto a otro chico. Este se bajó para abrir la puerta delantera del auto y en cuanto Anya, bajo del auto, se colgó del chico haciendo que este la besara de una manera salvaje y posesiva. Lisa se acercó a mí e interrumpió mis locos pensamientos. —¿Te acuerdas de aquellos días?, ¿cuándo nos comportábamos como ellos? —Claro que sí, cuando te conocí eras una persignada, pero poco a poco dejaste salir la verdadera fiera que llevabas dentro —la abracé y comencé a besarla, pero ahora fuimos interrumpidos al escuchar entrar a las chicas. Ellie y Anya venían riendo, el chico que llegó con ellas, no se marchó hasta que ellas entraron a casa, por lo menos no era un imbécil. —Creí que ya los encontraría dormidos. —Estábamos a punto de ir a la cama, ¿verdad amor? —obviamente entendí el juego de palabras, así que asentí. —Por supuesto, te espero arriba. —Sí, te alcanzo en un momento —se me hicieron un poco extrañas sus palabras, pero decidí que lo mejor era subir cuanto antes a mi habitación, me despedí de las chicas con un, buenas noches, mientras escuché cómo es que Lisa hablaba con ellas. Ni siquiera tenía idea de que ella, pasaría la noche en esta casa, no es que me moleste, sino que el simple hecho de saber que se encuentra a solo unos pasos de mí me altera por completo, pero espero que Lisa acabe con esas ganas que tengo desde hace un buen rato. Espere por más de una hora, cuando me encontraba dispuesto a ir a buscar a mi esposa, un mensaje en mi móvil llegó. Por un momento pensé que podría ser de Anya, pero por supuesto, no tenía ningún maldito motivo para hacerlo, así que descarte de inmediato esa idea. Se trataba de mi esposa, al parecer, se encontraba en la planta baja, esperándome, precisamente se hallaba en mi despacho, no entendía que hacía ahí, pero fui inmediatamente, seguro se trataba de algo importante, aunque jamás me imaginé que fuera para algo que nunca esperé. Mientras caminaba directo para allá, me di cuenta de que ya todo se encontraba en un completo silencio, y con las luces apagadas, por ello me apresuré a llegar, quizá Lisa se había lastimado, no lo sé. Abrí la puerta y así como entré, me quedé perplejo ante lo que mis ojos se encontraban mirando, ni siquiera me preocupé por cerrar la puerta, porque no me importó. Lo único en lo que estaba concentrado era en mirar a Lisa, sin ninguna prenda que cubriera su cuerpo, con sus grandes tetas al aire y las piernas abiertas. La recorrí con la mirada, haciendo que su piel se erizara, pude divisar su centro mojado y sonreí lobunamente, comencé a quitarme la poca ropa que traía puesta, cuando llegó el turno de quitarme el bóxer, primero pase mi mano sobre mi polla, para calmar un poco mis ansias. Lisa se lamió los labios y no quitó sus ojos de mi enorme falo, entonces decidí que ya era el momento de quitarme todo. Una vez que no tuve nada sobre mí que me molestara, empecé a caminar directo hacia donde se encontraba Lisa. Ella ya me esperaba dispuesta, no tenía que hacer demasiado, pero no solo me gusta llegar y meter, quiero que ella disfrute al máximo y eso es lo que haría. La besé, era un beso exigente, pero con amor; ella me pedía más, pero aún no era el momento. Mientras la besaba, amase sus tetas, pellizqué sus pezones y toque un poco su pequeño botón. Comenzó a mover sus caderas pidiéndome más, pero me detuve. —Aún no cariño, solo espera un poco más —sé que me lo agradecerá más adelante. Me arrodillé frente a ella, y aunque sabía lo que venía, no comencé de inmediato con ello, sino que primero, le acaricié un poco las piernas, dejando un par de besos o mordiscos en ellas, justo cuando estaba a punto de llegar a su entrepierna, puse ambas manos en sus rodillas obligándola a abrirlas aún más. Puse mi rostro frente a su centro totalmente empapado y hundí mi rostro ahí, Lisa soltó un gemido de placer, seguro ansiaba tanto esto, pero preferí atrasarlo, porque conozco a mi esposa y sé que le encanta este tipo de… situaciones. Hundí mi lengua, lo más profundo que pude, mientras ella me tomó del cabello para llevar su propio ritmo, coloque mi dedo en su pequeño botón, haciendo que ella gimiera y comenzara a gritar del placer. Ni siquiera trate de callarla, la verdad es que poco me importaba que nos escucharan y, de todas formas, no creo que haya nadie escuchándonos a esta hora y mucho menos creo que se escuche hasta la habitación de mi hija. Donde deben encontrarse las dos. De pronto, comencé a imaginar que a quien tenía frente a mí era a Anya, que eran sus gemidos los que llenaban la habitación, que era ella a quien me encontraba a punto de follar y puse más empeño en mis acciones. Me levanté de golpe y me hundí en ella de una sola estocada, miré su rostro sonrojado, sentí su aliento sobre mi rostro y la besé, comenzó a mover sus caderas a su ritmo, pero me detuve, sacando mi polla. La tomé de la cintura y la baje del escritorio, para ahora colocarla de espaldas a mí, mientras ella se inclinaba, yo volví a meter mi polla y a escuchar sus gemidos pidiendo más, pidiéndome que lo hiciera más rápido y más fuerte. Así que la complací, me hundí más dentro de ella, más rápido y fuerte, en esa posición me era más fácil tocar cualquier parte de ella, tocarla a mi antojo hasta hacerla estallar y eso fue lo que sucedió. No pare hasta que ambos terminamos, ella se recostó sobre el escritorio y yo sobre ella. No fue, sino hasta que habló, que recordé con quién me encontraba verdaderamente. —Cariño, estuviste fantástico —salí dentro de ella y la miré, sin saber qué decir— espero que esto ocurra más a menudo. —Claro que si cariño —fue lo primero que se me ocurrió decir, se levantó y me miró con todo el amor del mundo. Me sentí culpable al instante, ¿cómo es posible que haya pensado que me encontraba con otra mujer?, esto no puede volver a suceder nunca más. —Iré a darme una ducha, te espero en la habitación —asentí y ella solamente recogió su ropa para taparse sin salir y andar completamente desnuda por la casa. Me quedé un breve momento mirando el cielo nocturno, fue tan real, en realidad creí que me encontraba con ella, no con mi esposa. Estoy pisando un terreno en el cual no deseo entrar y temo perder el control. Tomé el bóxer del suelo y me lo coloqué para poder subir a mi habitación, sin saber, que alguien nos miraba desde algún espacio totalmente oscuro y con la boca abierta, por lo que acababa de suceder entre mi esposa y yo.
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