Sucios pensamientos
ANTHONY
Me encanta mirar a mi amada esposa Lisa, es una mujer sumamente elegante, a pesar de su edad, ha sabido mantener una figura envidiable, una sonrisa encantadora y su forma de vestir y caminar, es tan atrayente, que hasta hay ocasiones que tengo que tratar de no caer en provocaciones cuando la miran al pasar.
El vestido rojo que traía puesto esta noche realmente era agradable para la vista, su escote pronunciado y ese culo que me daban ganas de follar ahora mismo, no hacían nada para tranquilizarme.
Ella se encontraba frente al espejo, terminando de dar los últimos detalles en su arreglo, me miró y sonrió, mientras yo me acercaba lentamente a ella.
—Ni se te ocurra ponerme una mano encima —, me advirtió, mientras mi sonrisa me delataba por completo— nuestros invitados están por llegar y no pienso volver a tardar tres horas en arreglar el desastre que piensas causar —la abracé por detrás, mientras mi polla pedía un poco de atención.
—De acuerdo, pero más tarde, ni creas que te escaparas —sonreí de medio lado, mientras le hablaba al oído.
—Lo estaré esperando con ansias —se giró para dejar un pequeño beso en la comisura de mi boca, mientras bajaba lentamente su mano y acariciaba la enorme campaña, que ya se había formado en mis pantalones.
Estaba a punto de actuar, cuando mi hija, Ellie, entro de repente sin anunciarse, haciendo que su madre y yo nos detuviéramos de inmediato.
—¡Aggggh!, ¡qué asco!, ¿acaso no pueden esperar a que todos sus invitados se marchen?, será mejor regresar más tarde —estaba a punto de salir, cuando Elisa la llamó.
—Ellie, no te vayas y no seas una fastidiosa, tanto tu padre como yo aún tenemos ciertas… necesidades, y ya eres bastante mayorcita como para saber a lo que me refiero, no entiendo que tiene de malo que tu padre y yo…
—¡Basta madre! —se tapó los oídos, puso los ojos en blanco y fingió no escuchar— solamente quería decirles que saldré más tarde junto a Anya, Harry y otros amigos.
—¿No te quedarás a la celebración de nuestro aniversario? —pregunté un poco desilusionado, cada año ella siempre estaba a nuestro lado, pero desde que nos mudamos a esta ciudad por mi trabajo, la verdad es que he descuidado bastante a mis dos mujeres— además, ¿quiénes son Anya, Harry y esos otros amigos?
—Por supuesto que no padre, solo estaré un breve momento, no me quedaré toda la noche para aburrirme como una ostra en medio de tantos… —seguro estaba por decir alguna palabra un tanto despectiva, pero se calló en el último instante— vejestorios, que tienen como único propósito intentar casarme con alguno de sus… amados retoños —mencionó todo eso sin respirar y con un sarcasmo evidente, después tomo una bocanada de aire y prosiguió— Anya es mi amiga, ya te lo había dicho, pero ahora veo que no me prestas atención, Harry es su novio y otros amigos, pues son… varios —me dio una sonrisa de suficiencia y salió de la habitación.
Estaba por continuar lo que había dejado pendiente con Lisa, cuando Ellie, regreso y se asomó por la puerta.
—Por cierto, se me olvidó decirles que Anya vendrá más tarde para acompañarme un rato y después nos iremos, ¿de acuerdo? —de nuevo, cerró la puerta y al parecer finalmente se había marchado.
—¿Quién es Anya?, ¿tú la conoces? —Lisa únicamente negó con la cabeza y se rio, debido a mi frecuente trabajo, por lo regular no me encontraba tanto en casa como quisiera.
—Es una amiga de nuestra hija, no tienes nada de que preocuparte, es una buena chica, ya la conocí, más tarde podrás conocerla tú.
—De acuerdo, solo espero que no guíe a nuestra hija hacia los malos pasos.
—Ya verás que no, en todo caso, opino lo contrario; pienso que es Ellie, quien guiara a su amiga a los malos pasos.
—¿Por qué dices eso? —pregunté cuando Lisa, salía de la habitación— nuestra hija no puede ser mala influencia para nadie, además…
—Ya deja de quejarte, anda, ya nos esperan.
La verdad es que pensaba igual que mi amada esposa, pero jamás lo aceptaría. Quizá más tarde, cuando conozca a la chica, todas mis dudas se despejen, por ahora mantendré mis reservas solo para mí.
Sin embargo, lo que jamás llegué a pensar, es que esa chica, terminaría cambiando todo mi mundo, haciendo que pensara en lo peor que se le puede hacer a un ser amado.
Sinceramente, jamás se me ha pasado por la mente engañar a mi esposa, con ella lo tengo todo o al menos, hasta ahora eso es lo que pensaba, pero Anya, la amiga de mi hija, quien apenas es una mujer legal para mí, llegará a mi vida para replantearme muchas cosas, en especial, el seguir a lado de mi esposa.
Bajamos a donde todos nuestros invitados ya nos esperaban, nos recibieron con un aplauso y muchas felicitaciones, Lisa y yo nos mantuvimos uno al lado del otro y por un momento, se me olvidó todo.
Más tarde, Ellie me buscó para presentarme a su amiga, quien no tardaba en llegar. Lisa me pidió que saliéramos a recibirla y eso fue lo que hicimos. Justo cuando salimos a la entrada de la casa, ella se encontraba saliendo de un taxi.
Ellie parecía muy feliz con su presencia, Lisa también, el único reacio aquí era yo. Pero en cuanto nos miró, no pude evitar verla de los pies a la cabeza. Es algo que no pude eludir, mi hija y Lisa la recibieron con un abrazo, mientras yo solo me quedé ahí, mirándola como un idiota, con el ceño fruncido y los dientes apretados, hasta que ellas me llamaron.
—Papá, te quiero presentar a mi mejor amiga, Anya Joy; Anya, este señor es el gruñón de mi padre, Anthony Conner, ¿a poco no es un encanto? —pregunto, obviamente esas palabras no iban dirigidas hacia mi persona, Anya sonrió y maldita sea no pude evitar sentirme atraído hacia ella, extendió la mano hacia mí y obviamente la tomé.
Su piel era tan tersa y suave, su mirada era de pura inocencia, esos labios carnosos que gritaban… me detuve en ese momento, no puedo pensar de esa manera de ella, no cuando tengo una familia y mi esposa, que no se merece ese tipo de acciones de mi parte.
—Es un placer conocerte Anya —sonreí un poco.
—El gusto es mío señor —la solté en ese momento y les pedí que entráramos.
Dejé que ella y Ellie entraran primero, solamente quería calmarme, pero vaya que fue otro error, el vestido que tenía puesto esta noche, a pesar de no ser demasiado llamativo, se le pegaba como una segunda piel al cuerpo y no dejaba nada a la imaginación.
—¿Y qué piensas cariño?, ¿sigues creyendo lo mismo de hace un rato? —Lisa se burló de mí, sacándome de mis sucios pensamientos.
—Al parecer tenías razón, creo que nuestra hija será la mala influencia —soltó una risotada y por un momento despejé mi mente, aunque el tiempo que pase aquí esta noche, sería un suplicio para mí.