Evitandolo

1255 Words
Han pasado cuatro días, lo he estado evitando, ni siquiera he ido a comer a la hora del almuerzo para no encontrármelo, definitivamente, ¿Qué es lo que está pasando contigo Estefanía? no soy así y tampoco puedo estar evitándolo siempre, hoy iré a comer con las chicas, me voy directo al comedor, estoy llegando a la mesa y lo veo, mis piernas empiezan a fallar, me retuerzo mis manos, algo que hago cuándo estoy muy nerviosa. -Mira quién se ha dignado a venir a comer. - La primera que contraataca es Carmencita, me siento en la única silla qué está sola y es al lado de David, mis ojos van directos a los de él, no deja de mirarme, con su hermosa sonrisa, me armo de valor. -Hola. - Le doy mi mejor sonrisa. -Hola nena, buen provecho. - ¿Queee?, nena que confianza, no le digo nada, estoy tan nerviosa, se me hace un nudo en la garganta, lo veo de reojo se da cuenta, curva una media sonrisa al descubrirme, ¡Dios Mio!, ¿Que me pasa con este hombre?, no puedo seguir así, termino de comer lo más rápido, me despido igual poniendo la excusa del depósito, comienzo a trabajar. Pasada la semana me siento más estresada que nunca, molesta a la misma vez, han sido unos días horrible, él gilipollas de mi jefe quiere que le tenga los informes detallados de todo el año y vamos para cinco meses, ¡Dios...! Me estoy volviendo loca, estar pendiente del depósito y ahora mi abuelo no está mejor de salud, le ha dado muchas crisis últimamente, el cáncer cada día está haciendo estragos, hemos tenido que sacarlo de emergencias al hospital, es media mañana estoy en el salón buscando todo lo que me pidió mi jefecito. Espero que hoy si te dignes a comer con nosotras, te extrañamos. "Marie jones" Carmen Lamas. -No le respondo sigo con lo que estaba haciendo. -Buenos días, señorita Martínez. - Es Martha, asomó la cabeza, abriendo la puerta. -Hola, Martha. - Él señor Herrera, la solicita en su oficina. -Vale Martha, ya subo gracias. -Bien. - Se va, agarro todas las carpetas las tenías organizadas, para irme a la oficina de Nefario. -Buenos días, señor Herrera. - Entro a la oficina poniendo mi mejor cara. - ¿Ya tiene todo lo que le pedí? - No deja de mirar el ordenador. -Tengo una parte, aún me falta cuándo tenga el resto, se lo subo. - Coloco las carpetas en el escritorio, él sube la cara para verme, sus ojos están rojo de lo cabreado que está, me vale este no es mi trabajo, si no de él. -Necesito los informes más tardar para este fin de mes, no me importa lo que tengas que hacer. - Me grita. -Lo tendrá lo más pronto posible, si eso es todo me retiro. - Voy a la puerta lo más rápido. -No, no es todo y usted lo sabe, he pensado muy bien lo de nosotros y ya deberíamos de ir a un hotel, tener una cita. - Y ahí está su cara de asco. -Usted y yo, no tenemos ningún nosotros y jamás, escuche muy bien, jamás me acostare con usted. - Le digo con voz fuerte y contundente. -Eso lo veremos, Estefanía. - Dice como él va a ganar, salgo cómo siempre una fiera tirando la puerta, pobre Martha respingo del susto, creó que ya es costumbre que la puerta va a traspasar, me voy almorzar. -Estefanía respira hondo, porqué si no, estoy segura de que mato a alguien. - Hablo muy bajito para mí. - ¿No me digas mi niña, ¿qué Nefario volvió a tocarte las narices? - Carmencita me saca de mi ensimismamiento. -Ese gilipollas, me tiene entre sus manos. - Agarro el vaso de agua que tenía Paty, sin respirar me lo tomo de una, me miran cómo si tuviera dos cabezas. - Necesitó un viernes chiquito. - Así le decimos cuándo vamos por unos tragos y es entre semana. -Si, yo también lo necesito. - Dice Paty con una voz melancólica. -Pues, hoy lo tendremos mis niñas, ¿Tú también quieres venir David? - No puede ser, David estuvo aquí todo el tiempo y no me fije. -Claro que me gustaría ir, si Estefanía quiere. - ¡Ay mi Dios!, Mi nombre se escucha como una melodía en su boca, siento que estoy en una burbuja que no quisiera salir, tiene una sonrisa de lo más encantadora que me provoca ir por esos labios y comérmelos. - ¿Estefanía responde? - Paty me explota mi burbuja. -Hee...ee, si porqué no. - Es lo único que dije, en serio estoy preocupándome por mí, es qué su mirada me tiene mal. -Bueno hoy nos vamos al puertito. - Dice Carmencita aplaudiendo, me voy al depósito y lo qué me faltaba. -Vaya, hasta que te dignas a trabajar. - Esmeralda me quiere conseguir, sigo con lo que estaba haciendo. - No creas que porqué te acuesta con todos aquí, te tengamos que rendir pleitesías. - Es que se empeña en cabrearme. -No me acuesto con nadie. - Me voy acercando a ella. -No te metas en mi vida, que nadie te lo ha pedido, es mejor que cierres tu bocaza, porqué para la próxima vez, te partiré en mil pedacitos. - La amenazo. - No me das miedo chulito, hago lo que quiero y a quién quiero. -Es mejor que si empieces a tenerme miedo, porqué a la próxima no te salvará. - Le gruño. -Ya lo veremos. - Se va hacer sus cosas, vuelvo hacer lo mío, me consigo los chocolates que tenía para Giovanni, me voy al salón, me percato si hay alguien y si, están las luces encendidas, con mi gran sonrisa abro la puerta. -Feliz cumple...años. - ¡Ho Dios Mio!, Me quedo tiesa en la puerta ya la había cerrado, mis piernas me fallan, estoy quedándome hasta sin aire al verlo hay sentado, ¿Qué hace él aquí?, trato de hablar y no me sale, vamos Estefanía tú puedes. - ¿Tu, ¿qué haces aquí? - ¡En serio es lo más inteligente que logre decir, Dios! -Trabajando. - Dice con su voz ronca y ahí está su sonrisa, se levanta de su silla, se quita sus gafas, que lo hacen ver inteligente y sexy, no, no quítate esos pensamientos, ahora está tan cerca de mí, hasta su respiración la siento en mi cara. - Hoy no es mi cumpleaños. - Susurra a unos centímetros de mis labios. -Es que pensé que era Giovanni, señor David. - ¿Giovanni? - Dice en un tono molesto. - Solo dime David. -Sí, es que está de cumpleaños y siempre está aquí. - Doy un paso hacia atrás, la puerta no me lo permite dar muy lejos, me acorrala contra la puerta, me quita uno de los chocolates muy lentamente, su roce de su mano junto a la mía, hace qué se me salga un suspiro, él arquea una ceja y se ríe, se da media vuelta y vuelve a su asiento, sin decirme una palabra, aún estoy pegada a la puerta, si camino en este instante, me caeré de bruces, respiro y me voy a uno de los asientos para empezar a trabajar, pasamos la tarde juntos en el salón sin decirnos una palabra, lo veía de reojo cada vez que podía, él estaba siempre mirándome, como si quisiera leer mis pensamientos, me ponía los nervios de punta.... Liskarlyn Rodríguez.
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