En el Trabajo
-Buenos Días, señor José ¿Cómo amaneció? - ÉL es un hombre de unos cincuenta años de edad, canoso con ojos marrón oscuros, carismático, es el portero de la empresa dónde trabajo, cada mañana está parado con sus llaves y una sonrisa, esperando a todos en la empresa.
-Bien mi niña ¿Cómo están tus abuelos?, tu abuelo nos tiene olvidado, lo estamos esperando para echar unas barajas. - Mis abuelos y él son muy amigos desde que llegaron a España, se reúnen cada domingo a jugar desde que tengo uso de razón.
-Si, él también quiere ir, mi abuela no lo deja, esta aburrido en casa. - Le digo entre risas.
-Bueno mi niña, sigue adelante, tienes que empezar a trabajar. - Me despido con un abrazo, voy a los vestidores, consigo a Carmencita y a Paty, son mis mejores amigas, las conozco desde que entre a trabajar a la empresa.
-Muy buenos días. - Les doy un beso y un abrazo a cada una, ya las extrañaba no logramos vernos el fin de semana.
- ¡Ay mi niña!, ¡Como te he extrañado! - Dice Carmencita colocándose las manos en su cintura.
-Y eso que solo fueron unos días. - Termina de decir Paty.
-! ¡Ay! mis niñas, me he enterado de unas cosas. - Está con su sonrisa de lo más guasona.
-Hum, ¿Qué será Carmencita? Apenas estamos llegando y ya te sabe todo el cotilleo de fin de semana. - Se burla Paty, poniendo los ojos en blanco, solo las observo y me rio de sus discusiones tontas.
- ¡Ay! Paty te he dicho que no son cotilleos, solamente que soy periodista. - Veo a Paty y nos partimos de la risa, las ocurrencias de Carmencita no tienen limite, mientras ella nos iba informando de su periodismo cada una nos dirigimos a nuestro lugar de trabajo ...- Nos vemos en la hora del almuerzo - Grita Carmencita, recuerdo que tengo que pasar por los informes y Paty no me los ha entregado, últimamente está muy extraña.
-Paty recuerda tenerme listos los informes. - Le grito también.
-Vale... - Su voz suena muy triste, entra al depósito para que no le preguntemos nada, ella es una mujer tímida, siempre correcta en todo, de poco hablar, aunque cuando lo hace nos impresiona, tiene treinta y tres años, de piel muy blanca, cabello n***o azabache, sus ojos son un verde, tiene dos preciosas niñas una de diez y la otra de cinco años, de su marido muy poco sabemos, siempre está fuera de la ciudad por trabajo. Carmencita le gruñe, que es un c*****o y no sé cuántas cosas, aunque ella tenga la razón que es un gilipollas, yo soy la que estoy consolándola, para que se le suban los ánimos y regañando a Carmencita para que cierre la boca, él nunca la ha querido, ella quiere casarse, y él dice que no, que jamás se casaría con una mujer como ella. Entro al depósito busco los informes y evaluaciones para tenerlos a la mano, tengo que organizar los de cada supervisor, menos el último depósito de ese se encarga Giovanni, se los tenemos que entregar a mi jefe, que es un c*****o de primera, que hará él con ellos no sabemos, a media mañana empiezo a recoger los otros informes.
- ¡He y!, ¿Cómo te va con tu doctor Nefario?
- ¡Ay! Carmencita, si él te escuchara la que se te arma. - Pongo los ojos en blanco.
- ¿Y porque va a saber tu jefecito de su apodo? - Se pone las manos en su cintura.
-Te recuerdo que también es tu jefe. - La imito, nos reímos a carcajadas, así le dice al señor Enrique Herrera, doctor Nefario, bueno si a eso se le puede decir señor, se cree el guapo de la empresa él muy gilipollas, es un baboso, feo bajito, barrigón, sin cabello, nada más de imaginármelo me da asco...
Liskarlyn Rodríguez.