-Voy a los cubículos para ducharme, cómo siempre duro un buen rato bajó el agua, escucho la puerta abrirse. -Pe.e.e.ro... ¿Qué haces aquí? - Pongo los ojos como plato.
-Vengó a ducharme con mi novia. - Su sonrisa de lo más perdona
vidas y sus ojos se encienden, al verme de arriba abajo, muerde su labio.
-Si nos ven aquí, se nos arma una en grande, nos echan patitas a
la calle a los dos.
-Es un riesgo que quiero correr. - Se acerca más, me besa, sus
manos se sellan en mis caderas subiéndome, empotrándome a la pared, al mismo
tiempo entra en mí.
- ¡Oh Dios mío! - Me siento tan llena de él, tapa mi boca.
-No estamos solos, nena. - Me susurra al oído.
- ¿Queee? - Le gruño bajito, se escuchan unas voces, trato de
concentrarme para ver quiénes son, no puedo David no para sus embestidas, lo
veo, para que pare, él solamente se ríe.
-No nena, no parare te correrás, igual que yo. - Nuestros
gemidos sé ahogan en nuestros labios mientras nos corremos, aún pegada a la
pared tratando de recuperarme, me ayuda a bajar mis piernas lentamente, había
olvidado que teníamos compañía, se vuelven a escuchar voces, me parecen
conocidas.
-Vamos mi cuchurro azótame, ¿Qué esperas? - Me río al escuchar a
la mujer, David tapa mi boca.
-Si mi cuchurra, claro que lo haré. - Le dice el hombre.
- ¡Por Dios!, si es Nefario. - Digo bajito.
- ¿Quién? - Me arquea una ceja.
-Mi cuchurro, dale más fuerte. - Abro mis ojos como platos.
-Esmeralda, ¡No puede ser ¡
- ¿Me puedes explicar quiénes son? - Me gruñe, su cara es que
explícamelo ya, me da risa tapo mí boca, él se separa de mí, sé apoya del otro
lado de la pared, cruza sus brazos esperando a qué hablé, mientras estoy
disfrutando lo que estoy escuchando, me acercó hasta él, me arrodilló, agarró
su polla con unas de mis manos, la otra la llevó a su trasero, pone media
sonrisa, sus ojos vuelven hacer los que estuvo haces unos minutos de lujuria,
sin quitarle la mirada a sus ojos, llevo su polla a mi boca, comienzan mis
embestidas.
- ¡Oh!, nenas no pares. - Agarra mis cabellos, comienza a mover
mi cabeza a un ritmo más rápido, gime ahogándolo en su garganta, me zafo de su
agarre.
-Vamos córrete para mí, también quiero saber a qué sabes. -
Vuelvo hacer lo mismo, escuchó susurrar mí nombre, cuándo me siento toda llena
de él, me sube me pega a la pared.
- ¡Dios! nena, me tienes hechizado. - Nos besamos, terminamos de
ducharnos, salimos después de que los otros, que estaban también disfrutando,
se fueron.
-Mami llegaste. - Está sentada haciendo sus tareas.
-Si mi princesa y traje a alguien conmigo. - Le doy un beso en
la frente. - ¿Adivina quién? - Ella entrecierra sus ojos.
-Mami, no se dime tú. - Ella salió tan directa, igual a mí.
-Hola, mi principesa. - David entra a la sala.
-Principitooo. - Ella sale corriendo hacía él, la sube en peso,
le hace cosquillas.
-Mi angelito que bueno que ya llegaste, tú abuelo está muy
necio, no quiere tomarse las medicinas. - Está cansada de pelear con él.
-Ya me encargo abuela. - Le doy un abrazo, para que se quedé más
tranquila.
-Estoy qué lo agarro a coquitos. - Sé va gruñendo a la cocina. -
¡Haaa!, Es que mi angelito está aquí.
- ¿Tú angelito abuela? - Me sorprendo se va a saludarlo.
-Claro mi angelito, ha traído más alegría a esta casa, mira cómo
estas tú. - Se dan un fuerte abrazo.
- ¿Según cómo estoy yo? - Le gruñó.
-Alegre.
-Siempre estoy alegre, abuela.
-No mi ángel, podrás mostrar una sonrisa siempre, no esos
brillos en los ojos que ahora tienes, los que se apocaron de tanto llorar por
las noches, me da tanta tranquilada, por qué se, que estás muy bien. - La miró
como si le salieran dos cabezas, como va a decir eso delante de David, qué
ahora me mira, que quiere saber, por qué ella dijo eso.
- ¿Me imagino que cenaras con nosotros? - Le dice mi abuela.
-Siiiiiii... - Le grita mi princesa.
-Me encantaría probar su comida. - Él aún está intrigado.
-Empezare a cocinar, tú ve hablar con tú abuelo, que ya me
tiene, hasta la coronilla. - Me ordena yéndose a la cocina.
-Bien. - Apartó la mirada de David, me voy a la habitación.
-Ya tú abuela te fue con él chisme, de qué no quiero tomar las
pepas. - Me gruñe.
-Abuelo nos preocupamos. - Me acuesto a su lado.
-Estoy cansado de lo mismo y saber el resultado. - Ya mi nudo en
la garganta.
-Abuelo no más. - Limpia mis lágrimas.
-No llores mi ángel, siempre estaré contigo, te cuidaré a dónde
vayas, igual que lo hace tú madre. - Su voz está muy delicada, sé le dificulta
respirar.
-Me gustaría que te tomarás tus medicinas, para así, estar más
tranquilas.
-Lo único que le pido a Dios, es qué pueda ver a tú tía
Milagros, antes de qué me muera. - Su voz está llena de dolor, un escalofrió me
recorre por mi cuerpo, su nombre me produce asco, no la quiero y ahora menos
que nos dejó, por ir detrás dé un hombre rico, sabiendo el estado de mi abuelo
no le importó, respiró hondo necesitó pasar este cabreo.
-Ella vendrán, ya verás.
-Lo se. - Me da un beso en la frente, me levanto de la cama.
-Dile a David que estaré para cenar con ustedes, descansare un rato. - Su voz
aún triste.
-Está bien abuelo. - Veo a David ayudando a la niña con sus
tareas, se ponen a jugar. -Estefanía termina tú tareas. - Le gruñó.
-Si mami. - Está feliz. - ¿Me ayudas?, está tampoco me la se. -
Le hace pucheros.
-Claro que sí, mi principesa. - Ellos terminan las tareas, busco
a mi abuela.
-Huele delicioso, abuela. - Ella me dan la sonrisa más tierna.
-Arroz con habichuelas. - Después de cenar nos quedamos hablado
un rato, mi abuelo le encanta hablar con David cosas de hombres.
-Se está volviendo costumbre. - Le gruño, Estefanía volvió a
dormirse en sus brazos.
-A mí, no me molesta. - Siempre defendiéndola.
-No es bueno, hacer lo que ella siempre quiera.
- ¿En dónde está su habitación? - La llevamos a dormir. - Somos
los únicos despiertos. - Su voz ronca es sexy.
-Me encantaría dormir y no sola. - Agarro su mano, me lo llevo
arrastra a mí habitación, sé, que lo menos que haremos es dormir, mañana no
querré levantarme, pero lo haré gustosa, espero que sea un mejor día en mi
trabajo y más, si les contara a las chicas lo de nuestro jefecito, van a
morir...
L. R.