-Mami, mami. - Suba a la cama dándome besos.
- ¿Dime mi princesa?
-Recuerda que me prometiste, qué hoy vamos a comer helados.
-Claro que lo recuerdo. - Empiezo hacerle cosquillas.
-Sí aquí están mis dos angelitos, que bueno que ya están
despiertas. - Mi abuelo entra, se sienta en la cama.
-Abuelito, mi mami me va a llevar a comer helado.
-Qué bueno te lo mereces, por ser una buena hija y la más bella
nieta.
- ¿Abuelo cómo te sientes? - Le damos un besó en las mejillas.
-Bien mí ángel, aquí esperando el día, que él señor me llame.
-Abueloooo, Ahora es que te quedan muchos años más con nosotros.
- Le gruño, sé que está desahuciado de tanto fumar cómo una chimenea, toda su
vida.
- ¡Ay! mi ángel, no podemos mentirnos, sabes muy bien que tarde
o temprano me iré y quiero que, para ese día, hayas encontrado un hombre que te
cuide y te ame como te lo mereces. - Sé me hace un nudo en la garganta, mis
ojos se cristalizan, no quiero llorar delante de mí princesa.
-Abuelo, sabes muy bien, qué no necesito a nadie que me cuide. -
Le gruño.
-Eso lo sé muy bien, igual necesitas que te amen. - Lo dice
suspirando.
-Así que aquí están todos, tú viejo vamos a que te tomes los
medicamentos. - Mi abuela lo regaña.
-Vieja, estoy cansado de tomar tantas pepas. - Le gruñe a mi
abuela.
-Quieras o no, te las tomarás. - Mi abuela se pone los brazos en
jarras.
-Anda abuelito, tómatelas para que mejores. - Mi princesa lo
abraza.
-Me las tomare sólo porqué tú me lo pides. - Se levanta de la
cama.
-No puede ser que un angelito de seis años, tiene más poder
sobré ti, que yo. - Mi abuela le sigue gruñendo ya burlándose de él. Entrada la
tarde me acomodo para salir al paseo con mi princesa y David, ¡Joder!, con solo
decir su nombre ya tengo mi estúpida sonrisa, me maquillo.
-A ver mi angelito, en la sala te espera tú novio. - Mi abuela
entra con una sonrisa de oreja a oreja.
- ¿Mi qué?
-Tú novio, está hablando con tú abuelo, lo tenías muy calladito,
es un caballero muy apuesto. - Termino lo más rápido me voy a la sala, mi
princesa está jugando con David y mi abuelo hablando con él, ¡Dios Mio! está
muy lindo, con esos vaqueros azul oscuro, su camisa beige, su cabello como
siempre, que lo hace lucir sexy.
-Hola nena, estás hermosa. - Me da un casto beso en los labios,
tengo una camisa anaranjada con un hermoso escote en mi espalda, unos vaqueros
negros, le pongo los ojos como platos que está haciendo.
- ¿Llegaste temprano? - Estoy que me lleva.
-Sí, es que quería conocer a tus abuelos. Él está tan tranquilo.
- ¿Mi ángel, por qué no, nos habías hablado de David? - Me gruñe
con un tono tan feliz.
-Es que tenemos muy poco tiempo, no queríamos decir nada aún, si
me gustaría qué nos diera su bendición. - Está tan seguro de sí mismo, que se
atreve hasta hablar por mí, aún estoy mirándolo como si tuviera dos cabezas, ¿Es
que está loco o que, como que novios?
-Claro que sí, si mi nieta te eligió como novio, es por qué eres
un buen hombre, hazla feliz. - Sé dan un fuerte abrazó, seguido de mí abuela.
- ¿Nos vamos mis princesas? - Él señala la puerta.
-Sí, sí, si vamos a comer helado, con él novio de mí mami. - Mí
princesa es la primera que sale aplaudiendo, trato de reaccionar estoy
sorprendida, por lo que paso ayer, ahora esto, ¿Qué coño?, camino a la puerta.
-Abuelos, le secuestro a sus angelitos hasta mañana. - Cierra la
puerta antes de que reaccioné.
-Cuídamelas con tú vida. - Le grita mí abuela, nos vamos al
coche subimos, aún no eh dicho una palabra.
-A mami le comieron la lengua los ratones. - Se burla.
-Creo que sí. - Él, le guiña él ojo, se ríen.
- ¿A ver David, desde cuándo soy tú novia? qué yo sepa estoy
soltera. - Él se ríe a carcajadas, lo fulmino con la mirada, coloca su mano en
mi muslo.
-Desde que eres mía...
- ¿Queee...? no soy tuya, ni de nadie. - Le quitó su mano.
-Ya lo veremos, nena. - Está tan tranquilo, no puede ser.
- ¿A dónde nos llevas a comer helado? - Mi princesa corta un
poco la tensión.
-Dónde tú quieras ir, mi principessa. - Le hace una reverencia
con su mano, la pone de nuevo en mi pierna, respira Estefanía, igual esté
hombre te encanta.
-Hummm, vamos al cine y después a comer helado. - Aplaude
emocionada.
-Estefanía ya hablamos, solamente el helado. - La reprendo.
-Será cine y helado. - Le pongo los ojos como platos, moviendo
mí cabeza de anegación.
- ¿Me llevaras la contraria todo el tiempo? - Le gruñó.
-Sí, todo sea por mi principessa, ella manda hoy.
-Sólo por hoy, no puedes consentirla en todo, después quién se
la aguanta.
- ¡Vale! - Pone su mano en forma de paz, salimos del cine, vamos
caminó a la heladería, David se ha portado muy bien, nos a echo reír toda la
tarde.
-Mami, quiero una de fresa así de grande. - Abre sus brazos
mostrándome como lo quiere.
-Así de grande será, mi principessa. - Le dice David.
-Él de mami siempre es de chocolate, ¿cuál es el tuyo? - Ella
tiene de manos a David, no lo ha querido soltar, está tan emocionada, él está
igual vamos agarrados de las manos los tres, cómo una familia.
-Igual que él tuyo, mi principessa. - Se la carga en peso, nos
vamos a una mesa, voy por los helados, estoy esperando a que me los entreguen,
los veo hablando y riéndose curiosos.
-Tomé señorita sus helados. - Agarró la bandeja.
-Gracias. - Apenas estoy llegando a la mesa, comienzan hablar
muy bajito y el mismo misterio, me ven y se quedan callados. - ¿Por qué tan callados?
- Les gruñó, Estefanía se ríe tapándose su boca, David se pone serio.
- ¿Callados?, No para nada, le estaba diciendo aquí a mi
principessa, que te empeñaste a pagar los helados, yo pagare la cena. - Les doy
los helados.
-Es lo más lógico, tú pagaste el cine. - Se ríe a carcajadas.
-Les haré la cena más deliciosa que hayan tenido.
- ¿Tú cocinas...? - Decimos la dos en unísono.
-Me encanta cocinar. - Le guiña el ojo a la niña, paseamos todo
el centro comercial, nos lleva a su piso, que, por cierto, queda en uno de los
barrios más costosos de todo Vigo, el piso es impresionante, su sala, comedor,
en dónde quiera puedes apreciar unas esculturas, una que llama la atención, es
hombre sujetando a una mujer, la va a besar. Enciende la chimenea mientras veo
más el lugar, están unas escaleras tipo v da a dos sitios, en el descanso de la
escalera está la pared de vidrio con una hermosa pecera empotrada en ella, nos
lleva a la cocina moderna, en blanco y n***o, con una isla que cubre una gran
parte de ella, me siento en las sillas del desayunador.
-Pónganse cómodas mientras les cocino. - Se coloca su delantal.
-A no mi príncipe, seré tú ayudante. - Ella le amenaza con su
dedito.
-Bueno, si es así por la buenas, no quiero saber por las malas.
- Se ríe.
- ¿Y que nos va hacer de comida, nuestro chef? - Me mofo de él.
-Lo mejor de Italia. - Lo dice con tanto orgullo.
- ¿Y qué será? - Le arqueo una ceja.
-Pizza. - Sigue riéndose mientras busca los ingredientes.
- ¡Guaooo!, voy aprender hacer pizza. - Abre el paquete de
harina llenándose toda la cara, David la ve y le hace una estrella en su
cachete.
-Está va hacer la mejor pizza que he hecho en mi vida. - Se
burla de ella.
-Es que vas a tener la mejor ayudante. - Ella lo llena de
harina, empiezan a jugarse.
- ¿Van a llenarse de harina o van hacer las pizzas? - Soy
sarcástica los dos me fulminan con la mirada, se ríen y ahora si a la que van
hacer.
- ¡Ay!, me duele la barriguita, mami. - Ella está encima de
David mirando películas con un tarro de helado en su mano, del otro las pizzas,
hasta palomitas se les ocurrieron hacer, vamos por la tercera película, se
duerme en los brazos.
-Llevaré a la bella durmiente a dormir. - Dice David bajito para
no despertarla, comienzo a recoger todo llevándomelo a la cocina, me percató es
que quedaré a sola con él, ¡Dios mío!, de ésta no me libro y tampoco quiero...
L. R.