Castigo.

2059 Words
Entro al salón, está sentado aún sin levantar la mirada muy concentrada, me acomodó un poco mi short de flequillos, abro mi chaqueta de jeans, sé que los botines me hacen lucir bien, caminó hacía él lentamente pasando mis dedos por el borde de la mesa, él va subiendo la mirada desde mis pies hasta mis ojos muy lento, sé que estoy haciendo el efecto en él, ¡Dios! está con sus gafas se ve tan sexy. - Vi los mensajes, gracias por la canción. - Mi voz suena sexy, carraspea su garganta un poco, se quita las gafas, cierra la carpeta. -Me alegra que te gustará, espero que, para la próxima, no dejes tú móvil en la cartera y estés más pendiente de él. - Me gruñe. -No volverá a pasar. - Se arrecuesta de su silla, cruza sus brazos, me siento frente a él. -Alguien te anda diciendo cosas mías. - Le digo como si me molestará, muerdo el labio para no reírme. -Así y ¿Por qué dices eso? - ¿Cómo es que sabes, que me gusta escuchar música antes de dormir? - Arrastra la silla hasta él, pone su frente juntó a la mía, agarra mi mano para besarlas. -No te moleste con mi principessa, todo es mi culpa. -No podría estar molesta con ella, ni contigo. - Me quedo mirando un punto ciego, me invade la tristeza. - ¿Qué pasa nena, por qué esa mirada? - Se preocupa. -Es que. - Me quedo callada. -Nena, me puede decir lo que quieras, puedes confiar en mí. - Es tan dulce. -David, tú de verdad me quiere, sé que haz echó muchas cosas para demostrármelo, pero no conozco nada de ti, ¿tú familia quiénes son?, tú conoces todo de mí, mi familia te adora, sabes cuando estoy bien o mal, Dios, tengo miedo de perderte, perder esto tan bonito. - No sé, ni cuándo empecé a llorar. -Nena, sabes que, si Ti amo y no sabes cuánto, no sé, como explicarte todo lo que siento por ti, es cierto no te eh dicho nada de mi vida, te prometo que lo haré a su debido tiempo, apenas tengamos la oportunidad, aunque conozca a tú familia aún me falta conocerte más, sé que eres la mujer que siempre he soñado. - Sube mi cara para verlo a los ojos. - Quiero que sepas que te has robado mi corazón desde la primera vez que te vi. - Lo beso, un beso tan apasionado que no sé cuánto tiempo estuvimos así que abren la puerta, lo odié. -Ya estamos listas, papasito suéltala y dale la llave, tendrán tiempo de disfrutar él uno al otro por ahora déjala. - Carmencita le gruñe mirándolo de una manera qué mejor haga lo qué dice, él me da las llaves, le doy un casto besó. -Chao, te llevo el coche en la noche. -No, lo pasó buscando mañana. - Me grita, iba saliendo del salón me acuerdo que no le pregunte lo del castigo. - ¡Ay Dios mío!, Se me olvido algo. -A ver mi niña, ¿Que se te olvido? - Me gruñe. -Es unos informes, no sabe en dónde están, ni que hacer. - Y la mentira blanca. -Cariño lo llamas y le explicas luego. - Paty está igual gruñendo. -No, después me mata Nefario, vayan ustedes al estacionamiento, ya las alcanzó. - Ellas se van refunfuñando diciendo de todo, voy de nuevo al salón, está hablando por él móvil es en italiano, se escucha bastante molestó, decido entrar, se gira para ver quién es, su cara es ¿Que paso? -Tia chiamo piu tardi. - Termina la llamada. - ¿Qué pasó nena? - Sé viene a mí. -Venía a preguntarte algo. - Le hago pucheros. - ¿Y que será lo que quiere saber? - Posa sus manos en mis caderas, me acerca más a él. -Quería saber, ¿cuál sería mí castigo? - Él se ríe a carcajadas. - ¿Estás segura nena? -Hummm, por eso me devolví. - Intento besarlo no deja, me gira bruscamente, pega mi espalda a su cuerpo, sus manos van recorriendo por mi vientre, abre la cremallera metiendo su mano dentro de mis bragas, ¡Dios si esto es un castigo quiero ser castigada todos los días!, sus dedos juegan con mi coño. - ¿Estás segura de que aún lo quieres, nena? - Me susurra al oído, no puedo hablar estoy tan en sumida en sentir, lo que hace con sus dedos, le digo que sí con mi cabeza me lleva arrastra a la mesa quitándome mí short, me sube a la mesa, bajá dándome un reguero de besos por todo mi cuello, echó mi cabeza hacía atrás para darle más absceso, escuchó su cremallera, entra en mi tan fuerte, estoy tan llena de él, tiene sus ojos llenos de lujuria sé que los míos están iguales. - Eres mía, Estefanía. - ¡Dios me voy a correr!, mi cuerpo tiembla, él sabe que me correré. - Éste será tú castigo. - Sale de mí, empieza acomodarse. - ¿Qué coño, por qué paraste?, sabes que me iba a correr. - Le gruño. -Tú viniste por tú castigo, ya te lo di. - Está con su cara de triunfó. - Acomódate nena, las chicas te están esperando. - Termina con sus vaqueros. - ¿Me estás diciendo, que el no dejarme correr, es mi castigo? - Le sigo gruñendo, mientras me estoy acomodando cabreada, no dice nada, sólo me observa con su sonrisa de lo más arrogante. -Nena, no pensaras irte, si antes despedirte con mi beso. - Estaba con la mano en el pomo de la puerta, me giro para tenerlo enfrente, arqueo mí ceja, curvo medía sonrisa. -No abra ningún beso de despedida, ése será tú castigo, por lo que acabas de hacer. - No le importó, se ríe tan duro qué se escucha en todo el edificio, abro la puerta, él la empuja cerrándola de nuevo tan duro, trato de zafarme, él es más fuerte, agarra mis manos las sube, besándome, como doblegar a sus besos que me llevan a mi burbuja más tonta, cierro mis ojos cuándo los abro, él está con su cara de nuevo arrogante, lo mataré. -Recuerda que te esperan. - Abre la puerta despegándome de ella para que salga, apenas voy saliendo cuándo me da un azote en mi trasero, ¿Qué coño?, lo veo como si le salieran dos cabezas. -Gilipollas. - Le gruñó, caminando a la puerta de salida del edificio. -Cómo te gusta lo que te hace sentir, este Gilipollas. - Le señaló el dedo medió, cerrando la puerta, se escucha su risa, me voy cabreada al estacionamiento, las chicas están echa una fiera por estar esperando tanto. - ¿Por qué coño, te has tardado tanto? La primera es Paty. - ¡Ay mi niña!, no vas a saber tú, el porqué. - Mató a Carmencita en serio. - No es porque estaba jugando a las muñecas, te lo puedo a segura. -Disculpen chicas, fue un inconveniente. - Nos subimos al coche. - ¡Ufff!, por lo que veo, ése inconveniente te gustó mucho. - Paty me ve por él retrovisor, estoy sonrojada. -Ahí que poner música, tenemos que disfrutar de éste cochezaso. - Carmencita coloca una en la radio de tanto buscar se rindió suena la de " Alejandro Sanz Amiga", las tres estamos a todo agañote cantándole. Pasadas las horas de estar en cada tienda las tres no decidíamos que comprar, hasta que por fin lo hicimos, tanto el vestido y la ropa del nuevo cargo, nos vamos por un café y recuerdo el móvil, lo busco en la cartera y nada que lo consigo, volteo toda la cartera encima de la mesa. - ¿Qué coño?, quita todo eso de la mesa, nos van a traer el pedido. - Me gruñe Paty. -No consigo mi móvil. - Siento que cae algo en el suelo, no le prestó ni más mínimo de atención, sigo buscando. -Aquí lo tienes mi niña, se te cayo. - Casi que se lo arrancó de las manos. - ¡Ay mi Dios!, gracias. - Me pongo la mano en el pecho, me ha salvado la vida. -Ya recoge tú desorden de la mesa. - Paty a veces es intensa, revisó el móvil y si ahí mensaje, lo bueno es que no hay llamadas. Hola mi hechicera, esperó que hayas conseguido un vestido que te gusté, te quiero ver más bella de lo que eres, te llamaré en cuánto me desocupe. Ti amo, tú novio, David Piazza. - ¡Uuuuyyyy! Es que hasta le ponen un Ti amo y todo, ¿Por qué te dice hechicera? - ¿Por qué andas metiendo las narices en dónde no te llaman a casó es tú móvil, Carmencita? - Le gruñó, ella está a carcajadas, comiendo de su dulce, Paty nos ve por encima de su taza de café. - ¿No me ha respondido mi niña, por qué hechicera? - Pongo los ojos en blanco, agarró mi café. -Dice que lo hechice cuándo nos vimos la primera vez, se siente hechizado. - Les conté hasta cuándo me quedé en su piso, pasado el rato y de comer los dulces de Carmencita, se le ocurrió ir por otras cosas más. -Tienes que comprar algo muy sexy, para los días que vamos a estar en el hotel. - Carmencita tiene su cara de atrevida, Paty está igual que yo, tratando de soportarla me alejó un poco para escribirle a David. Hola mi vida, espero con ansias tu llamada, te extraño. Tú hechicera, Estefanía Martínez -Doy un respingo del susto, que me dio Carmencita. - Éste mí niña, es el que va a terminar de caer hechizado a tus pies. - Me muestra un Baby doll n***o de seda transparente, llega a mi ombligo una linda abertura con encaje, con medias pantys que queda hasta el muslo. -Estás loca, como se te ocurre que pensara. - Le gruño, no es que no lo echo, pero en momentos de algunos trabajos, pasado es pasado, eso jamás. -Tienes que empezar usarla, por qué si no, lo hará otra. - Se va a buscar a la independiente señalándome con su dedo de advertencia, me recorre un escalofrió, con sólo pensar en perder a David. -Carmencita, por favor, no le estés metiendo cosas a Estefanía en la cabeza. - Le gruñe Paty. -No son cosas, es la verdad, cómo crees tú que tengo a mi marido muy contentó, es como dicen por ahí "La lujuria fina es golosina y es medicina". - Le dice tan arrancarona, me hace pensar y lo haré. -Agarrare tú consejo, vamos por algo muy sexy. -Así se habla mi niña. - Recorremos toda la tienda, mientras Paty se hunde en su silla, leyendo una revista. -Mi ángel, ¿Qué es todo eso? - Mi abuela se va por las bolsas que tire en la cama. -Es que fui con las chicas por lo del vestido. - Le sacó lo que le compré. - Esto es para ti. -Tú siempre pensando en nosotros, está hermoso. - Es un collar, la ayudo a colocárselo. - Gracias mi ángel. - Me da un beso en la frente, le comentó lo que hicimos, me ayudo a organizar todo. Ya acostada en mi cama escuchando la música que me dedicó mi italianísimo llega un mensaje de él. Que tengas dulces sueños, descansa nena. Ti amo. David Piazza. - ¿Cómo sabe que ya estoy en mi casa?, podría estar celebrando lo del ascenso. Gracias, aún no estoy en mi casa. Estefanía Martínez. -Pasaron unos quinces minutos cuándo me responde, se tardó. Si estás en tú casa, duérmete ya, por qué si no, mañana no quieres levantarte. Ti amo. David Piazza -Qué se creé éste en mandarme a dormir y afirmar que sí estoy, ¿qué le pasa? Iré a dormir cuando llegue a mi casa... Estefanía Martínez. -No le daré el gustó. Creó que tengo que recordarte, que andas en mi coche y el GPS, dice que está aparcado frente a tú edificio, así que duérmete ya. Ti amo. David Piazza. - ¡Mierda!, No me acordaba de ese pequeño detalle, trato de dormir, mañana va hacer un día interesante, con el nuevo cargo que tengo. L. R.
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