Pensé que había pagado mi cuota de lidiar con idiotas cuando conocí a Atenea en el club y tuve mi intercambio con Atlas en el piso de abajo donde tengo mi taller. Pero al parecer aún debo afrontar un poco más a este par. A la primera no la soporto, ya que es una mujer superficial y presumida. Así que supongo que su vida debe ser triste y miserable; por otro lado, esta Atlas que no pierde la oportunidad de echarme en cara que me detesta por el simple hecho de estar casada con su padre. Para él soy una trepadora que está aprovechándose de su dulce padre. «Como si eso pudiera suceder». Me remuevo en el sofá donde estamos tomando una copa después de una aburrida cena en la que he conocido a Darren Byrne, el esposo de Atenea y abogado de los Petrakis. El hombre está alrededor de los cincuenta