Atlas mira el tablero con una expresión impasible, me doy cuenta de que es un hombre que piensa las cosas y evalúa las posibilidades. ¿Por qué lo sé? Solo me hace falta ver el tiempo que se toma en cada movimiento. «Lo tengo acorralado y por su gesto ceñudo él también lo sabe». Deja escapar un suspiro y mueve su peón. Oculto mi sonrisa y miro unos segundos, pero ya he visualizado los posibles movimientos y cómo responder. Siento su mirada sobre mí, levanto la mano, muevo mi pieza y capturo su peón. Maldice. —¿Quieres seguir alargando la tortura? —Inquiero con suficiencia y se siente bien darle un poco de su propia medicina. —Supongo que si esto fuera un ajedrez de shot o prendas, ya estarías ebrio… —O desnudo. —Completa él en tono despreocupado. —Sí, pero ¿para qué ver penurias? —suelt