—Esta noche está siendo un éxito, —habla Kostas a mi lado y solo asiento sin ganas de fingir una sonrisa más. O tal vez el champán está haciendo efecto y me importa muy poco fingir algo que no siento. El juego se ha paralizado unos minutos mientras toman un pequeño descanso. —Cómo no va a serlo si la casa ha ganado cientos de miles —murmuro con ironía. —¿Son ideas mías o te noto algo enojada? —Inquiere en tono bajo. —¿Por qué debería estarlo? —Inquiero cuando mi mirada cae sobre Atlas y su acompañante. —Solo estoy cansada y harta de sonreír como una imbécil. Su mano cubre la mía y le da un apretón casi doloroso que me hace apretar los dientes. —Pero estás aquí hasta que lo crea pertinente… —Claro, porque así tú lo quieres, ¿no? Aquí vale solo eso, mientras, que aguante. Mi tono desb