Lois deja mi bolso y sandalias a un lado de la puerta mientras tomo asiento en la cama, sintiendo aún los labios de Atlas contra los míos. Sé que fui atrevida e imprudente, pero me ganó el deseo. —Señora. ¿Necesita algo más? —Nada. Gracias, Lois. —Susurró, dándole una sonrisa de agradecimiento. Ella me estudia unos segundos antes de cerrar detrás de sí la puerta y dar un paso al frente. —Sabe, no es asunto mío, pero no se haga esto —dice, la miro sin entender y al mismo tiempo contengo el aliento porque puede que me haya visto besar a Atlas. —¿A qué te refieres? —Murmuro espabilando un poco. —A los medicamentos que tiene en su mesa de noche. Lo siento, pero estaba ordenando su habitación y los vi. Trago, sintiéndome algo avergonzada y confieso que algo aliviada al saber que no vio m