—Muy bien dicho, Aysel —me felicitó el animador—. Como siempre partiremos la subasta con 50 dólares. De inmediato vi alzarse nueve manos… ¿Qué? A ver no, debí haber contado mal. Una, dos, tres… espera, sí eran nueve. El colega de Olivia, Bruno mi amigo gay, un colorín alto, un chico con pinta de extranjero, un hombre con gafas, dos conocidos del gimnasio, Gabriel (¡increíble!) y Benjamin… El corazón me dio un vuelco cuando su mirada intensa encontró la mía y exclamó: —¡Setenta dólares! El animador asintió con una sonrisa. —Bien, ¿alguien ofrece ochenta? Nueve manos volvieron a alzarse. Para mi tremenda sorpresa, fue Gabriel quien subió la puja. —¡Noventa! —¡Cien! —dijo Benjamin de inmediato desafiando a su colega con la mirada. —¡Ciento diez! —contraatacó él. —¡Ciento treinta! —vo