Aysel Recorrí con la mirada el salón de eventos del hotel todavía sin invitados y saqué mi teléfono para mirar la hora. Pantalla negra, maldición. Olvidé que lo había apagado para no hablar con Benjamin. No podía entenderlo. De acuerdo, habíamos discutido pero hasta esa tarde estaba segura de que podíamos solucionarlo. Una amistad como la nuestra valía la pena recomponerla, pero eso era imposible si él no quería hacerlo. Maldito testarudo. Estaba furiosa y dolida con Benjamin. Para empeorar todo, sus besos y la sensación de sus manos acariciándome, me perseguían incluso en sueños. Ojalá nunca hubiera ocurrido. Dado mi nulo entendimiento al tratarse de hombres, no sabía qué creer. Mis amigas estaban locas al decir que los hombres eran criaturas básicas, porque para mí eran un misterio ma