Benjamin Aprovechando que tenía un rato libre hasta la siguiente clase, agregué dos discos extras a la barra de pesas y me acosté en el asiento a ejercitar. Necesitaba botar la furia que me consumía. Por lo general cuando tenía un problema o estaba preocupado por algo, el deporte era mi escape, pero esta vez mi rabia era tan grande que ni levantando una tonelada se iba. “Fue una estupidez” sonó la voz de Aysel en mi cabeza. “Por favor olvidémonos de todo y volvamos a ser amigos como antes”. ¿En serio ella creía que podía besarme como lo hizo esa noche y luego seguir como si nada hubiera pasado? ¡Tan amigos como antes y un demonio! ¿Acaso ella pensaba que yo podía olvidarme de lo que se sintió besarla, tocarla, escucharla gemir mi nombre? Casi una semana había pasado y todavía me encendía