El viento gélido del medio día anunciaba la llegada de un demasiado temprano invierno, la nevada que silenciosa había caído durante la noche decoraba cada rincón en los jardines con un precioso manto blanco, Geraldo se ejercitaba intentando olvidar por un momento los hermosos ojos de Helena, su teléfono celular sonaba con aquella pegajosa melodía de moda, interrumpiendo su rutina miro fijamente la iluminada pantalla, aquel nombre femenino le invitaba a pasar una tarde acalorada entre sus sabanas de seda, una sonrisa se dibujo en los labios del ojos de miel, aquello era algo común para él, nunca tenía la necesidad de ser el quien invitase a nadie a tener una deliciosa rutina de ejercicios muy diferente a la que se hallaba haciendo, dos cuerpos desnudos entregados a las faenas más eróticas m