Madison
Benjamín caminaba despacio, por un momento me sentía mal por él, aunque ya lo conocía de años atrás, estar tan cerca suyo, por momento me hacía sentir algo de compasión. Pero recordaba el inclemente ser humano que era, y esa compasión se iba a lo más profundo de mi corazón, así que simplemente me fui detrás de él.
Abrió la puerta de una habitación que quedaba al fondo del pasillo, de ella salió un olor bastante particular. Olía a mujer, era como si esa habitación estuviera diseñada para ser ocupada por una, su decoración blanca, su majestuosa y cómoda cama, los muebles que la ocupaban, todo parecía acomodado a la perfección para gustos femeninos.
—Benjamín, ¿puedo preguntar algo?
—Claro madison, dime
—¿Usted mandó a arreglar esta habitación solo para mí?
—No, claro que no esta es la habitación de mi hermana, bueno era, ella falleció
Cuando dijo esas palabras sentí como un lúgubre escalofrío recorrió mi cuerpo, hubiera preferido que él la hubiera mandado a acomodar especialmente para mí, no se porque razón quise sentirme importante.
—Ah, entiendo, no quería incomodar con mi pregunta
—No lo hiciste, eso es un tema ya superado para mí, bueno espero que te acomodes en tu habitación, recuerda que la cena es a las 7 de la noche, si no bajas a esa hora, te quedas sin comer. —Benjamín se giró para salir de la habitación, quise refutar que esa hora no me parecía, que bajaría cuando tuviera apetito, pero me dejó con la palabra en la boca.
Frente a mis ojos se desapareció sin ni siquiera mirar atrás, no podía negar lo atractivo que era, pero su enigmática forma de ser, en gran parte me decepcionó, ¿Cómo llevaría una sana convivencia con él? Si es que escasamente me dirigía la palabra.
Después de organizar mis cosas me quedé dormida, sin embargo, puse una alarma para que me despertará unos cuantos minutos antes de la siete, pero estaba tan adormilada, que cuando sonó, seguí durmiendo otro poco.
Cuando desperté y me di cuenta de la hora, simplemente me desperecé, baje hacia el comedor, pero para mi sorpresa, ya Benjamín estaba acabando su comida.
—Buenas noches, Benjamín ¿puedo sentarme aquí? —le pregunté señalando una silla frente a él.
—¿Qué hora es Madison? —me preguntó cortante
—Son las siete y veinte minutos Benjamín. —le respondí confundida.
—Bueno, a esta hora ya no hay cena para ti, así que retírate de la mesa —Benjamín cruzó los cubiertos sobre su plato, que aún tenía un poco de comida, se limpió la boca con su servilleta y se quedo viendome.
—¿Qué? Pero si es que aun es hora de la cena ¿por qué tiene que ser a las siete en punto Benjamín? no me parece correcto,
—En esta casa hay reglas que tienes que cumplir Madison, además sigues siendo mi empleada, con diferente cargo, pero lo eres, retírate de la mesa.
En ese momento mi estómago estaba crujiendo del hambre, me sentí tan humillada, que simplemente me levanté llena de ira, y volví a colocar la silla en su lugar, pero dándole un golpe contra el comedor.
—Entonces iré a comer afuera—respondí con rabia
—Aquí se cierra con llave sobre las diez de la noche, si no has llegado a esa hora, te quedas por fuera —aunque el rostro de Benjamín estaba completamente carente de alguna expresión, sus palabras eran tan frías, que por un momento sentía que me herían.
—Yo tengo una casa Benjamín, es más esta noche me quedare allí, no tengo porque estar aguantando tus humillaciones.
El rostro de Benjamín cambió de inmediato, y su molestia era más que evidente.
—Madison, tienes un contrato conmigo, en poco tiempo te anunciare como mi prometida, no tienes que estar dando espectáculos por la calle, hay una imagen que debes conservar y te juro que, si rompes alguna de las reglas del contrato, tu padre se ira a la cárcel por incumplirlo.
—Firme un contrato contigo por un falso matrimonio, no firme una condena en una cárcel de alta seguridad, así que puedo hacer con mi vida lo que me venga en gana.
Subí hasta la habitación, recogí mis cosas, y salí de la mansión sin decir ni siquiera hasta luego, sus amenazas me tenían sin cuidado, él no me iba a controlar hasta esos extremos, yo era su empleada, no su propiedad.
Me fui hacia el centro de la ciudad, esperanzada en comer algo, luego iría a mi vieja casa, era lo único que me quedaba de mis padres, había tratado de comunicarme con mi padre, pero él estaba desaparecido por completo, eso me daba un poco de miedo, pero él no me dejaría sola, lo conocía, muy seguramente estaba pasando sus vacaciones que tanto añoraba desde hacía años.
Se me habia olvidado por un par de días que tenía un novio, así que decidí llamar a Harry a ver si comía conmigo, aunque a él también se le había olvidado que tenía un compromiso, pues no me había hecho ni una sola llamada.
Al ver que no me contestaba, decidí ir a buscarlo personalmente, como siempre estaba sentado frente a su remolque con un montón de sus amigos buenos para nada.
—¡Harry! ¡Harry! —grité su nombre para que todos se dieran cuenta de mi presencia, no me importaba si se iba a molestar
—¿Qué estás haciendo aquí? ¿no se supone que estás trabajando para un millonario? —me quedé sorprendida por la forma en que me hablaba.
—Vine a verte, no me has llamado, no me has contestado las llamadas—Harry frunció el ceño, y se lo apretó con sus dedos.
—He estado ocupado ¿crees que no trabajo o qué? También quiero poner dinero para nuestro futuro negocio, por cierto, ya que has venido, cuéntame como va eso
—Me tuve que mudar a la casa de Benjamín, pero no voy a dormir en su habitación—Harry me miró sin ningún tipo de importancia.
—Bueno, ya que estás viviendo con él, tienen más cercanía, será más fácil para ti obtener su dinero.
—¿A qué te refieres Harry?
—A ver madison, simplemente vas a estar en la casa de un multimillonario, debe haber muchas cosas de valor que nos pueden servir, con el dinero que te paguen no será suficiente, así que tienes que mirar que coges de más.
Negué con la cabeza, incrédula de lo que mi novio me estaba diciendo, no era cierto, debía estar malinterpretando sus palabras.
—No sé a qué te refieres, ni lo quiero saber Harry, pero si te digo algo, yo no voy a robar a Benjamín, eso ni loca
Harry me tomó por la barbilla, y me acerco su boca, me dio un beso poco apasionado, y me soltó la cara con rudeza.
—No te hagas la mosca muerta mi amor, tenemos que sacar el mayor provecho a esta situación
—Estás loco Harry, —Harry se fue de nuevo hacia donde sus amigos, yo sin saber que hacer lo seguí, estaban comiendo pizza y unas cervezas, el estómago me estaba doliendo por no comer nada y en mi bolsillo no tenía aún ni un centavo de mi contrato, pues Harry se había quedado con mi sueldo como jardinera.
Harry se quedó mirándome, cogió una porción de su pizza y me la ofreció
—Come, no es caviar como el que te ofrece tu nuevo prometido, pero es algo genial.
Asentí con la cabeza y me la empecé a comer, de repente comencé a sentir que no me sentía bien al lado de mi novio, no se porque de momento pensé en Benjamín, a pesar de ser un hombre tan sombrío, era tan guapo, tan educado tan espectacular, que no se comparaba con Harry.
No hablaba de su posición económica, hablaba de lo que era él en general, pero me aterraba la idea de que no me hablara, de no compartir con él y no poder conocerlo mucho mejor.
Acabe el trozo de pizza sin dejar de pensar en mi jefe, era como una estúpida fantasía que estaba recorriendo mi ser y eso me causaba algo de escalofríos.
—Ven vamos adentro preciosa, —Harry me agarro la mano sacándome de mis pensamientos.
—No, es que tengo que irme Harry, esta tarde y pues bueno hay unas reglas que debo cumplir Benjamín —Harry soltó una carcajada, y me llevó con él hacia el remolque.
—Al único que le tienes que obedecer es a mí, no a ese imbécil, no te va a echar porque no llegues a dormir hoy, te deseo nena—dicho esto me jaló hacia dentro.
Su remolque estaba lleno de suciedad, yo llevaba días en que no iba a hacerle la limpieza, y él no era el más amante del aseo, sentí un poco de asco por toda la basura que había en el lugar.
Me llevo hasta su cama y se notaba que llevaba días sin tender, comenzó a besarme en el cuello y me sentí incómoda, por un momento me cuestioné si estaba realmente enamorada de él.
Harry comenzó a hacerme el amor, pero yo no sentía nada de agrado por sus besos o sus caricias, extrañamente estaba pensando en el oscuro de mi jefe; esa noche me quedé con mi novio, antes mi mayor fascinación era terminar la noche entre sus brazos, pero en esa oportunidad, lo único que quería, era que amaneciera pronto para volver a la mansión Thompson, no queria enojar a mi prometido.
Apenas amaneció, me desprendí del brazo de mi novio, no le dije nada, simplemente abandoné el lugar con la primera luz del día, tenía que caminar por más de una hora para llegar a la mansión, no tenía ni un centavo para el transporte público, ¡que ironía! Tenía un empleo de ensueños, con una paga maravillosa, pero aún no recibía un centavo, y el adelanto ya mi padre se lo estaba gastando quien sabe en qué isla paradisiaca.
Estaba congelada del frío cuando timbre a la puerta, Rose me abrió, apenas me vio negó con la cabeza.
—Madi, cariño ¿en dónde estabas? El señor te está esperando
—¿Cómo que me está esperando Rose? Son las 7 de la mañana, que hace despierto a esta hora
Rose me dio una sonrisa pícara.
—Mi niña el señor no duerme, se levanta a las cinco a hacer ejercicio, a desayunar a las 6, a está hora ya estaba trabajando, pero está muy enojado porque no has llegado a dormir, ve te esta esperando en su despacho—apenas rodé mis ojos.
Respire profundo y con resignación, esto parecía que se iba a convertir en un completo infierno, era tan diferente cuando era simplemente su empleada y llegaba a las casi 9 a trabajar, que esto ya se estaba saliendo de control.
Le di dos toques a la puerta de su estudio y él con su voz ronca me hizo seguir, me pare frente a él, estaba perfecto, estaba vestido con un traje gris platinado, su cabello en perfecto orden, pero su rostro estaba adornado con un par de ojeras, mi jefe no había dormido. Se le notaba.
—Madison, si tu no comprendes las reglas del contrato, porque imagino que lo leíste, esto no va a funcionar, y me temo que tendremos que romperlo.
—Benjamín, si es lo que necesitas, haz lo que quieras, no tengo idea de en dónde está mi padre, pero si quieres meter al pobre anciano a la cárcel, eso es problema tuyo, yo no hice ningún acuerdo contigo, mi padre me vendió.
Le respondí sarcástica, sabía que se enojaria peor, pero no le quería mostrar debilidad alguna, no me trataría como una mercancía.
—No es así de fácil madison, a mí, por raro que suene, me conviene que el contrato siga
—¿cono no? Es que es solo por dinero. —seguí respondiendo irónica.
Benjamín me arrojo una mirada llena de odio, parecía que me quería devorar con la misma, sentí como el corazón se me acelero, y supe que había metido la pata hasta el fondo.
Se levantó de su silla y me miró imponente.
—Escúchame madison, sé que no estás completamente de acuerdo con el contrato, pero ya está firmado y a los dos nos conviene, ahora tienes unas reglas que cumplir, que, si no las cumples, la convivencia entre los dos será una porquería.
Me reí delante sus ojos y eso si que lo acabo de enojar
—¡Lárgate de mi oficina! —me gritó lleno de ira
—¿Qué? ¿me estás maltratando? Eso no hace parte del contrato.
Benjamín respiro profundo, y me miró de nuevo.
—Sal de aquí, no quiero ser descortés contigo, pero es que eres demasiado irritante Madison, ahora solo quiero que salgas por esa puerta, por cierto, la hora del desayuno ya pasó, si tienes hambre debes buscar comida fuera de la mansión.
—Necesito mi trabajo como jardinera, porque no puedo esperar a casarme contigo para obtener más dinero del contrato y tengo que buscar que comer, porque con tus horarios, por lo visto moriré de inanición pronto.
Benjamín se cruzó de brazos y me miró sarcástico,
—Ganas un buen salario como jardinera, hace menos de una semana se pagó tu nómina, ¿ya no tienes dinero?
Lo mire furiosa, que impertinente e insoportable era este hombre.
—Lo que yo haga con mi dinero no es su problema, ¿sabe que Benjamín? ¡olvídelo! Y puede hacer con su comida lo que le plazca, no me interesa.
Salí de la oficina de Benjamín demasiado enojada, me estaba humillando hasta por la comida, que increíble era este sujeto, lo peor de todo es que yo no acababa de comprender porque razón se metía en mis pensamientos, si es que era un arrogante sin corazón, que abusaba por tener dinero, cinco años trabajando con este hombre, y por fin comprobaba lo que el mundo decía, era un verdadero monstruo sin sentimientos.