Benjamín
Apreté mis ojos al escuchar el duro golpe que Madison le había dado a la puerta de mi despacho cuando la cerró, ¡que pesada era! Pero increíblemente hermosa, seguí mirando hacia mi laptop tratando de concentrarme, pero mis pensamientos daban vuelta en torno a esa mujer, ella trabajaba para mi desde hacía cinco años, y fue invisible hasta el momento en el que hice el contrato de matrimonio con ella.
Ahora por extraño que parecía, se estaba robando mis pensamientos, me mordí el labio inferior al recordar sus curvas y eso fue un tanto vergonzoso para mí, mis deseos más primitivos me estaban jugando una mala pasada, pues Madison estaba muy lejos de ser la mujer que quería de verdad para mi vida.
No sé en que momento se pasó la mañana entre mis labores como CEO de la empresa de mis padres y los pensamientos pecaminosos que me había despertado Madison. Giré mi cuello para descansar un poco y me levanté lentamente, cada vez que lo hacía, recordaba lo miserable que era al no tener una pierna, por esa razón ninguna mujer se había fijado sinceramente en mí.
Salí al comedor, y ya Rose estaba alistando la mesa, suponía que Madison no bajaría a almorzar, era lógico, más después de nuestra primera discusión.
—Señor, ¿pongo dos puestos en la mesa? O simplemente le sirvo a usted. —Rose me preguntó mientras colocaba mis cubiertos.
—Ponga dos platos por favor, si Madison llega a bajar al comedor, le trae su almuerzo.
—Perfecto señor—Rose salió hacia la cocina, me quite la chaqueta, des afloje mi corbata, y me dispuse a comer.
Rose trajo mi plato, ya eran las 12:05 minutos, y Madison no había bajado, asumí que ya no lo haría, negué con la cabeza y tome un bocado de ensalada, cuando de repente escuché unos pasos arrastrados bajar por la escalera.
Madison estaba pálida, y sus ojos estaba rodeados por un par de ojeras.
—Madison ¿estás bien? —le pregunté por cordialidad
—Sí, estoy bien, ¿aún puedo sentarme a comer? —me preguntó cabizbaja, me sentí una mala persona por la pregunta, sin embargo, por instinto mire mi reloj, cuando hice esto, ella me arrojo una mirada llena de odio, supuso que le negaría de nuevo su comida.
—Sí Madison, siéntese, está bien —le respondí en un tono no tan formal, ella lo hizo a regañadientes, se sentó frente a mí, Rose le trajo su plato y cuando ella lo vio, su rostro se palideció aún más, y entreabrió su boca con sorpresa.
—¡Wow! ¿este es el almuerzo? —preguntó irreverente
—¿Qué tiene acaso el plato señorita Parker? Es una deliciosa ensalada verde con 180gramos de salmón, justamente una alimentación balanceada para que pueda estar saludable.
Le respondí sarcástico, mientras me llevaba un bocado a la boca, ella comenzó a revolcar el plato con desacuerdo, pero después de probar la ensalada, en menos de cinco minutos se devoro todo.
Yo en ese tiempo simplemente di dos bocados, ella se limpió la boca con la servilleta, se tomó el vaso de agua en dos sorbos, y se recostó sobre su silla.
—¡termine! Gracias, estuvo bueno
Yo la mire impresionado, estaba muerta de hambre por lo visto, eso me causo un poco de diversión en medio de mi cuadriculado estamento.
—Tenías apetito ¿verdad?
—Si, pero me sirvieron una porción pequeña, tendré que acostumbrarme a comer así, mi padre preparaba otras cosas, disculpe mi comentario del comienzo, pero es que ya sabe, somos de diferentes clases sociales.
Asentí con la cabeza y acabe de comer frente a sus ojos, ella se había quedado ahí acompañándome hasta que yo acabé de comer, me tomó unos quince minutos más, cruce los cubiertos, tome dos sorbos de agua y la mire.
—Gracias por la compañía, si quiere puede retirarse
Ella se levantó y recogió su plato, luego se fue hacia mi lado para recoger el mío, cuando su mano estaba sobre mi puesto, la toque de repente.
—No tiene que hacer eso Madison, para eso está la servidumbre— el roce de su mano me causaba fascinación, era tan suave, que de inmediato me causo escalofríos, ¿Cuánto tiempo llevaba sin tocar la mano de una mujer? Podría decir que años.
Tragué saliva en seco, y la solté.
—Yo puedo hacer esto y mucho más Benjamín, también soy su empleada, y aunque es por otro tipo de trabajo, no me gusta quedarme quieta.
Eso me dejo en silencio, asentí de nuevo y deje que ella se llevara los platos, me giré para verla por las espaldas, y sentí desfallecer, tenía un pantalón corto puesto que dejaba muy poco a la imaginación, y me regañe a mi mismo por el acto tan irrespetuoso que estaba cometiendo al verla de esa manera.
Me apreté la corbata y me levanté de la mesa, me fui hacia mi sala de estar, y me senté en mi gran sillón, serví una copa de vino y me quedé viendo por un pequeño espacio de la ventana.
—Debería abrir esas cortinas, sería más fácil así apreciar el paisaje—Madison me saco de mis pensamientos, se fue directo hacia la ventana y corrió las cortinas, dejando que la luz entrara, incomodando mis ojos.
—¿Qué haces? ¡No me gusta la luz, ciérralas por favor! —le grite enojado.
—Benjamín, no eres una especie de vampiro ¿o sí? eres un ser humano y necesitas luz, mírate, estás pálido, ¿hace cuanto no sales de casa?
Sacudí la cabeza incrédulo por su atrevimiento, suspiré para no gritarla, más bien le respondí tratando de romper ese hielo.
—Las cosas que pasen con mi vida no son tu problema, no te tomes atribuciones que no te corresponden, no olvides tu lugar
Madison se sentó a mi lado y se quedó mirándome.
—Benjamín ¿en serio? ¿así de insoportable eres siempre?, mira, yo solo estoy tratando de llevar una buena convivencia contigo, a ambos nos conviene este contrato matrimonial, deberíamos llevar un poco la fiesta en paz —Madison tomó otra copa y se sirvió un trago sin mi permiso, quise cogerla por el cabello y sacarla de mis aposentos, pero era todo un caballero y jamás le haría eso.
—deberías pedir permiso antes de beber mi trago
—Seré la señora de la casa —me dijo en un tono de burla
—¿Y tú eres así de irritante siempre? —le pregunté irónico
—Bueno, eso debe decirlo mi padre, solamente convivía con él, mi madre murió cuando yo era tan solo una niña Benjamín
—Mis padres tambien murieron hace ocho años, a diferencia tuya, yo ya era un adulto, tenía 22 años —agache mi cabeza para no recordar el momento, pero el tema ya había salido a la luz, así que simplemente lo toque
—No tienes que contarme la historia Benjamín, la conozco a la perfección, pues mi padre es muy amigo de Williams, por cierto, ¿mi padre no le dijo a donde iría? —Madison le dio un trago largo a su copa
—No, por lo menos a mí no, tendrías que preguntarle a Williams.
Madison se quedo en silencio y con uno de sus dedos golpeaba el cristal, parecía que extrañaba a su padre, o que había algo que no la dejaba estar bien.
—¿Pasa algo Madison? — le pregunté tratando de romper el silencio
—Es que no entiendo como mi padre me vendió, él no me dijo nada de este contrato y aunque bueno, por fortuna para mí no me vendió a alguien peor, yo tenía una vida allá afuera —Madison se terminó su trago de un solo sorbo y sus mejillas se sonrojaron.
—¿Alguien peor? ¿me estas diciendo que soy alguien malo? Wow, no pensé que me vieras de esa forma— ahora fui yo quien le dio un gran sorbo a mi copa.
Madison soltó una carcajada, y me miro avergonzada.
—No, claro que no, es que le falto poco para que me vendiera a un anciano de unos 90 años por su herencia, lo que no comprendo es ¿cómo un hombre como tu esta soltero? deberías estar casado, tienes dinero, eres el hijo de una de las familias más reconocidas de la ciudad.
Cuando ella me dijo eso, levanté la bota de mi pantalón y le di un golpe a mi prótesis.
—Soy el hombre de plástico Madison, esto no excita en absoluto a las mujeres —mientras le respondí, ella había llenado de nuevo nuestras copas.
—¿Plástico? Es una prótesis, deja de victimizarte, estás bien, debes es dejar de ser un gruñón, y salir de estas cuatro paredes
—Madison, por favor, debes conservar tu puesto, no te he dado confianza para que me hables así.
Ella le dio un trago de nuevo a su copa y sacudió su cabeza.
—Eso lo sé, pero llevo cinco años siendo la jardinera de tu casa, te vi salir, ¿Qué? ¿unas cuatro veces? Siempre me pregunté ¿Qué haces para divertirte? ¿no te hace falta una mujer? ¿eres gay?
Abrí mi boca con sorpresa, a Madison el par de whiskeys que se había tomado, se le estaban subiendo a la cabeza.
—¡No! No soy gay, es que simplemente no me gusta salir por mi discapacidad, trabajo y controlo todo desde aquí, no me gusta salir.
—Pero debe de haber una razón, además ¿Por qué no tienes novia? ¿he? —ella empezó a hablar un poco enredado.
—Pues la única razón es esa, además después del accidente de mis padres… —ella me tomó la mano y me la acaricio.
—Ya te dije, no tienes que hablar de eso si no te hace bien, venga Benjamín, vamos a escuchar algo de música, ¿Qué te gusta?
—Tengo que trabajar Madison, aquí en la mansión hay cosas que hacer, o si quieres salir, puedes hacerlo—le dije tratando de evitar estar más tiempo con ella, no entendía porque me sentia intimidado.
—¿Trabajar? Eres el jefe, ven conmigo, escuchemos algo de música —Madison se bebió otra copa en ese momento y puso música desde su telefono en mi gran equipo de sonido.
—Madison, por favor, no me gusta la música a alto volumen.
—Benjamín ¡ven! —Madison empezó a bailar, meneando sus caderas ante mis ojos, estaba sonriente y danzaba al ritmo de una balada en inglés, por increíble que fuera, me estaba volviendo loco y debía controlarlo de inmediato.
Me levanté enojado y aunque no podía moverme muy rápido, apagué el equipo de sonido, ella detuvo su baile, sus mejillas se sonrojaron, parecía un tomate muy maduro, tragó saliva y me miró.
—Benjamín, lo…lo siento, no quise que esto pasara. —salió corriendo de la sala y subió por las escaleras, dejándome ahí solo de nuevo, refunfuñe por lo que había acabado de pasar, pero ella no iba a llegar a desordenar mi vida, ¿Qué derecho tenía?
Cerré las cortinas de nuevo y me fui cojeando hasta mi despacho, me concentré en seguir trabajando hasta la hora de la cena, pero a diferencia del almuerzo, ella no bajo, esa noche no volví a hablar con ella, por lo visto estaba molesta, pero yo no le pediría disculpas, solamente teníamos un contrato y ella debía respetar las reglas.