La Propuesta
Madison
—¡Papá! Por favor, no quiero hacerlo. ¿Qué te pasa? Benjamín está loco, no quiero casarme. ¿Por qué quieres obligarme a hacerlo? — Encendí un cigarrillo para calmar mis nervios; mi padre odiaba que fumara, pero era mi cuerpo, mi decisión. Ahora, no solo no quería que fumara, sino que también quería que me casara.
—¡Apaga el cigarrillo, Madison! — Mi padre me ordenó desafiante. Me levanté y le eche humo en la cara, siendo aún más rebelde.
—¿Y si no lo apago, papá? — La mirada de mi padre se llenó de ira. Sin esperarlo, me dio una bofetada que hizo que mi cigarrillo cayera al suelo. Las lágrimas rodaron por inercia por mis mejillas; no solo me dolía el golpe, sino también el alma. Él jamás me había golpeado en mis veintitrés años.
—¡Eres una insolente, Madison! Estoy cansado de tus malas decisiones. Williams te tiene trabajando como empleada de Benjamín por pura compasión con nosotros. Ahora, que hay una gran propuesta, decides actuar de esta manera. ¿Dónde está el dinero de tu trabajo?
—¡Me golpeaste, papá! Esto jamás te lo voy a perdonar —le grité entre lágrimas y dolor.
—Sé que no estuvo bien, pero me cansé de tus rebeldías, de tus abusos y, sobre todo, de la falta de interés que tienes por tu propia vida. ¡Anda, ve y busca al vago de tu novio! Ese bueno para nada que solamente te quita el dinero —mi padre me estaba hablando como nunca antes lo había hecho, y aunque me partía el corazón, no permitiría que me tratara de esa manera.
—Me largo de esta casa, papá. Me voy para nunca volver. —Salí directo hacia mi habitación. Vivíamos en absoluta pobreza desde que mi madre había muerto. Lo único que nos rodeaba eran muebles viejos y facturas por pagar. Ella murió cuando tenía tan solo 8 años, dejándome sola con mi padre, quien jamás se volvió a casar. Se pasaba trabajando y tuve que criarme prácticamente sola.
Hacía tres años, Harry había llegado a mi vida para darle color a mi existencia, para hacerme sentir mejor, y ahora mi padre quería separarme de lo único que me daba felicidad, solo para obligarme a casarme con el extraño y patético de mi jefe, Benjamín Thompson, un hombre con el que trabajaba en su jardín durante más de 5 años y que jamás había notado mi existencia.
Alisté con furia mis pocas pertenencias en una vieja maleta. Estaba segura de que Harry me recibiría en su casa. No aguantaría más a mi padre y sus estúpidas reglas. Incluso dejaría de trabajar en la mansión Thompson; no era un lugar para alguien como yo.
Mi padre estaba sentado frente al televisor con una taza de café en la mano. Quería ver su reacción a mi partida, pero ni siquiera me miró. Por lo tanto, abrí la puerta decidida a irme, cuando de repente escuché su voz.
—Madison, si sales de aquí, jamás vas a regresar. Esta casa se respeta. No puedo permitir que entres y salgas como si no hubiera ningún tipo de control.
—No vas a manipularme, Albert. Me has mantenido en estas cuatro paredes toda mi vida. Me voy con Harry; él es un verdadero hombre.
Le di un fuerte golpe a la puerta detrás de mí, ni siquiera le di una última oportunidad a mi padre de decirme nada, tragué el nudo en mi garganta y tomé un taxi. Unos cuantos minutos más tarde, estaba frente al remolque de Harry, como siempre, él estaba bebiendo con un par de sus amigos. Cuando me vio, su semblante cambió por completo; era evidente que se había enfadado.
Me acerque a él sonriente, tratando de disipar su amargura, pero se levantó de su lugar lleno de furia y me tomó bruscamente del brazo.
—¿Qué estás haciendo aquí Madison?, me haces quedar en completo ridículo
—Harry, pero ¿Cómo que ridículo? Llevamos tres años siendo novios, estoy pasando por un mal momento, mi padre me echó de la casa y no tengo a donde irme, necesito que me recibas.
—¡¿Eres tonta o qué?! En el remolque no te puedes quedar, allí vivo con dos más, no hay espacio
—Pero amor—no comprendía la reacción de Harry, yo hacía todo lo que podía por él y ahora más que nunca necesitaba de su amor, y él simplemente me rechazaba.
—Pero nada Madison, anda, vete para donde tu padre, no tienes nada que hacer aquí—Harry comenzó a empujarme para sacarme a la fuerza, iba pasando otro taxi y sin dejarme refutar media palabra, me obligo prácticamente a subirme en él.
—Harry, espera, Harry —cerró la puerta del auto y se fue de nuevo con sus amigos, le di el destino al taxista y este me llevo de vuelta a mi casa; mi corazón estaba destrozado, mi futuro era incierto y lo más seguro era que tenía que obedecer a mi padre, mi interior estaba hecho un mar de sentimientos, simplemente quería morir en ese instante.
Lloré durante todo el camino de regreso a casa, ahora tendría que hacer con mi padre como si no hubiera pasado nada.
Benjamín Thompson
—No tienes más opción hijo, esa fue la condición de tus padres para poder heredar tu fortuna, además deberás estar casado tan solo dos años —Mi albacea, Williams, se había empecinado en conseguir una esposa por contrato para mi, en seis meses cumpliría treinta años y para ese tiempo ya debería estar casado.
Aunque estaba seguro de mis padres hubieran aceptado cualquiera de mis decisiones, en su testamento estaba estipulado, y si no me casaba, el dinero se lo darían a mis parientes lejanos, una manada de hambrientas hienas, locas por el dinero, que siempre estaban buscando mi quiebre desde que mis padres fallecieron.
—No tengo con quien casarme, no me voy a casar sin amor, llevo 8 años soltero, ¿Qué te hace pensar que ahora sí voy a conseguir una novia? —serví una copa de vino y me la bebí de un solo sorbo
—ya te dije, haremos un falso matrimonio, mientras llega el amor de tu vida, no puedes hacernos esto Benjamín— la voz de Williams se quebró —muchas personas dependemos de tu empresa, si los Ferguson se quedan con todo el dinero, todo se ira al carajo, incluyendo tus fundaciones.
Me mire al espejo, desde aquel fatídico noviembre mi vida no era la misma, camine lento hasta mirar más de cerca mi reflejo, y aunque de la cintura para arriba era alguien agraciado, pero la prótesis que reemplaza mi pierna derecha cambiaba mi imagen por completo.
Lance la copa de vino con furia contra la pared, y esta se quebró en mil pedazos, de nuevo vino a mi cabeza ese día, por mi culpa estaba en esta situación y mi familia en el cementerio.
—No me quiero casar con nadie, no soporto a nadie, que los Ferguson se queden con todo si es que así lo quieren, no me importa.
—Benjamín, cálmate por favor, sé que esto es muy difícil para ti, pero ya tengo la candidata apropiada, se trata de Madison Parker, la jardinera de la mansión, no tendrás que dar muchas explicaciones, ella ya lleva cinco años trabajando con nosotros, es hija de mi mejor amigo, la haremos firmar unas cláusulas, pagaremos un buen dinero, y tu podrás seguir gozando de todo lo que te pertenece.
Me quede pensando por un momento en el nombre que Williams me había dado, no tenía ni idea de quién se trataba y mucho menos sabía que tenía una jardinera, me asomé a la ventana de la sala, quite la oscura cortina que la cubría, y me di cuenta de que estaba rodeado por un hermoso jardín de rosas y gardenias, ¡que ridículo! Solamente a mi madre le gustaban esas flores.
—No te lo puedo creer Williams, te has tomado atribuciones sin mi consentimiento, y ahora quieres que me case con alguien que ni siquiera conozco, esto es el colmo.
—Es por tu bien, la citare para que venga a hablar contigo mañana en su turno de trabajo, no es la mujer perfecta, pero podremos confiar en ella, es una buena chica.
—Puedes decir lo que te dé la gana Williams, pero estás muy lejos de convencerme de esa locura, cueste lo que me cueste, el día que me case lo hare con alguien que ame de verdad, y en mis condiciones ninguna mujer se fijara en mí, ya lo veras.
Mi albacea sacudió su cabeza en desacuerdo, me fui para mi habitación, mi mansión era tan grande y lujosa, que cualquier mujer se sentiría afortunada de estar allí, pero por desgracia para mí, la casa estaba tan vacía, así como mi vida, solamente estaba rodeado de dinero, propiedades, y empleados, pero no tenía un solo amigo sincero, no habia tenido un solo amor, y lo peor de todo, había perdido a mi familia.
Esa noche me fue demasiado difícil conciliar el sueño, no quería perder el dinero de mis padres, todo lo destinaba a fundaciones de familias en situación de vulnerabilidad, sobre todo fundaciones de animales, además en mi compañía trabajaban unos 200 empleados, se quedarían sin sustento por mi culpa, a mis parientes lo único que les importaba era el dinero; muy probablemente Williams tenía la razón, el matrimonio por contrato era una buena idea, solamente haría falta conocer a la candidata.