Benjamín La noche de bodas había llegado, aunque nuestro matrimonio fue lo más sencillo y discreto en el mundo, Madison y yo, la pasamos muy felices. La tomé de la mano y subimos hasta mi habitación. —Señora Thompson ¿Qué se siente ser mi esposa? —Madison se recostó sobre mi cama, su mirada estaba llena de brillo y desde que dijimos si en el altar, en su boca había una dulce sonrisa. —Bueno señor Thompson, quisiera decirle que se siente maravilloso y que estoy muy feliz, pero, debemos ser realistas—contestó cortante, se levantó de la cama y suspiró —esto solamente es un matrimonio por contrato y tenemos unas clausulas que cumplir, ¡asi que! Me voy a dormir. Madison se quedó mirándome, yo sentí como el corazón se me quebró con sus palabras, la deseaba más que a mi propia vida, p