Madison Abrí los ojos despacio, el cuerpo me dolía producto de la noche de pasión con Benjamín, un poco de ardor se apoderó de mi trasero, y sonreí avergonzada, me giré hacia mi lado, pero él ya no estaba, y era muy temprano para que ya se hubiera ido. Di un sobresalto preocupada porque algo estuviera pasando, me levanté de la cama en un dos por tres y salí a buscarlo. —¿Benjamín? ¿Benjamín? —grite por el balcón de las escaleras, pero nadie me respondió Bajé hacia el primer piso, el olor a comida a plenas seis de la mañana me sorprendió, fui hacia el espacio del comedor, y allí estaba él, rozagante, duchado y vestido, tenía una camiseta blanca y un vaquero, su cabello a medio orden y una sonrisa espectacular. —¡Buenos días dormilona! por poco y no despiertas —me saludo sonriente,