Mafia

1382 Words
Álvaro se acercó a mí y me dio un beso, uno largo, con su mano en mi cintura, con la otra sobre mi nuca. Me besa profundamente, con intensidad, demandante como es él, con todo su cuerpo y su boca sobre mí, y yo me dejo llevar por el torrente de sensaciones que provoca Álvaro en mí, que provoca cualquier muestra de afecto, y lloro. El señor Mafia se aleja para mirarme y lloro. Él me abraza y yo lloro desconsoladamente entre sus brazos. Álvaro me pregunta qué ha pasado para que esté así de desconsolada y no puedo comenzar a expresar cuánto me duele. Álvaro me abraza y hace una seña a su abogado para que se vaya, luego se acuesta conmigo en el sofá, me abraza. Sin hacer más preguntas, me cuida. Permanezco en silencio durante unos minutos, acariciando el pecho de Álvaro, quien me observa divertido. —¿Qué pasa? —dice. —Nada importante, cariño. —Yo... venía con mi discurso de que no sé esperar nada que no quiero esperar y que la vida es muy corta, pero después de toda la confusión con Felipe, con tu padre, con la vida en general, simplemente creo que necesitas irte lejos. —¿Entonces, me estás dejando ir? —No, eso solo significa que te irás en tu avión y yo aterrizaré con dos horas de diferencia —intento no reír, y Álvaro me besa en los labios, luego niega con la cabeza y finalmente dice—: No se pueden forzar las cosas, Mina. No puedes forzarme a no quererte, pero tampoco puedo dejarte ir así como si nada. —A ti te gusta la búsqueda, Álvaro. —Vete, crece, explora otro mundo y que sepas que voy a ir de vez en cuando. —Entendido. —Pero cuando regreses, si deseas hacerlo, si quieres intentarlo. Yo... seré un “novio de 52 años” si es lo que quieres, una niñatada. —No tienes 52 años —ambos reímos y él me besa. —Bueno, a la cama. He notado que duermo mejor contigo —admite y me besa en el cuello. Nos ponemos de pie y Álvaro me mira a los ojos. Realmente me quedo en silencio, observándolo, y veo eso que alguna vez critiqué cuando veía a una mujer joven de la mano de un hombre mayor que no era su padre. Lo veo guapo, atractivo, divertido, tierno y sexy. Acaricio las canas de Álvaro y él se ríe divertido, me da un beso suave en los labios y se acerca, acaricia mi espalda. Al mismo tiempo Álvaro tiene todo lo que no me gusta en un hombre, el peligro, los tatuajes, la capacidad de poner mi mundo al revés, todo eso, es excitante, la búsqueda, la casería será espectacular, pero, no tienes que hablar con él para saber que él es un tío peligroso porque se le ve, en cada fibra de su imponte cuerpo. Nos miramos y el silencio parece hablar por nosotros hasta que Álvaro suspira pesadamente. —¿Qué viniste a hacer con un abogado? —A besarte... —dice en un susurro—. Yo... vine con el abogado para complicarte, para obligarte a elegirme, Mina, pero te deshiciste entre mis brazos, te mostraste frágil y real, y cansada… entonces, entendí algo. Toda la confusión que tenía esta mañana, hace unos meses cuando te contraté, es basura que pensé o planeé no importa porque no te conocía.—Álvaro busca las palabras adecuadas e intenta respirar. — Te quiero en mi vida, quiero viajes, sexo, metas, sueños juntos, quiero que seas parte de mis días y mi futuro, pero tú quieres una casa y un hombre, hijos y una familia, y yo... Mina, yo no soy ese hombre. Lo miro a los ojos extrañada ante la brutal sinceridad. —No lo eres porqe no quieres serlo. —No quiero volver a ser padre nunca más. No sé si puedo ser un esposo, pero puedo comprometerme en unos años si todo funciona, tener una casa y vivir juntos, compartir espacio, porque le tengo un poco de miedo al compromiso y a la felicidad, y tú me haces feliz. Ser el hombre de tu vida me haría extremadamente feliz, y puede que sea difícil. Yo no consumo drogas, pero a veces bebo, tengo mal carácter, trabajo duro, siempre estoy ocupado. Quiero volver de un día duro y que me abraces, y quiero lo mismo para ti. —Me voy a México. —Ve, mi amor, yo iré los fines de semana y tú vendrás a verme, pasarás tiempo conmigo. —Estás diciendo que eres peligroso, que eres un mal tipo. —Estoy diciendo que estoy dispuesto a cambiar un poco por ti, pero no completamente —dice mientras acaricia mi rostro con su mano. —¿Qué ofreces? —Serás mi sugar baby, te daré todo lo que quieras y tú me darás todo a mí, el sexo, la atención. Seremos exclusivos si lo deseas, pero no prometo casarme ni tener hijos, esas dos cosas que anhelas con locura no te las puedo prometer. —¿Puedo pensarlo? —Mereces pensar si es lo que quieres. —Está bien —respondo y Álvaro me besa en el cuello, en la barbilla, en los labios, en la punta de la nariz, y me abraza, ambos reímos. —¿Quieres llorar por tu ex o quieres divertirte?—pregunta mientras juguetea con mis piernas. —Mafia, eres único. —Juro que no habrá drogas, pero sí fiesta. —¿Oh, sí? —Sí, qué tipo el mujer crees que mereces ser la que se queda llorando en la cama. No es una comedia romántica y no estás con tus amigas, estás conmigo un hombre que plan follarte si nos quedamos en casa y un hombre que te meterá dedo si vamos de fiesta. —Me río. —Mina, no eres de las que se quedan en casa llorando, eres de las que despiertan. —¿Perdón? —Sí, eres de las que se van de la relación y uno queda en el piso del baño lleno de mierda por meses. Empieza ya, nos vamos de fiesta, bailaremos, festejaremos, nos reiremos y saldremos en todos los periódicos de la ciudad.—comento. —Eso sí, perderte Mina puede ser fatal hasta para el más fuerte y mañana toda la ciudad sabrá que te pueden llamar puta, pro de los dos no eres el que anda arrastrándose ni llorando. —Para ser honesta, prefiero la privacidad. —Sí, pero quiero que él vea que puedes tener a cualquier hombre que quieras, uno que valga quince veces más que él. —Mafia, no llegas a su altura. —Mi amor, puedes decir lo que quieras, pero él no te folla como yo ni está aquí contigo. Él se alejó por un berrinche, por celos, por miedo al tipo de mujer en la que podrías convertirte —se ríe—. Mina, su pérdida es mi ganancia, porque yo quiero todo eso fascinante de ti. —Ambos sonreímos. Álvaro solo tiene razón en una cosas, no puedo darme el lujo de sentarme en casa a llorar por la falta de amor de mi papá, porque tengo un hermano que me dará sobrinos; los que no conoceré porque para mis hermanos no existo, y menos porque mi felices para siempre con Flipe se ha acabado de la forma más pública y dolorosa. —¿Qué tipo de club de baile? —Uno en el que debas vestirte un poco más provocadora —propone, y me río antes de seguir adelante como si fuera mi hogar, mientras me preparo, busco algo de cuero, corto, unas botas altas, un top pequeño. Dejo que la lencería se vea y me pongo una gabardina negra encima. Cuando salgo, Álvaro está escribiendo en su celular, levanta la mirada celeste y la pasa por todo mi cuerpo, se lame los labios y ambos sonreímos. —Eres increíblemente deliciosa —dice mientras tomo asiento sobre sus piernas. —Y tú eres peligrosamente tentador. —¿Qué vamos a hacer? —Esto no va a funcionar, Álvaro —digo y lamo sus labios—. Pero por hoy, serás el chico perfecto para olvidar a mi ex.
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