¿Es broma?

1645 Words
Álvaro me pide tanta flexibilidad que al inicio me asusta, pero si algo he aprendido en mi trabajo es escuchar todo lo que se dice e interpretar todo lo que no. Le aseguro que tendré la mente lo suficientemente abierta como para entender de lo que está hablando y él me explica lo siguiente: la mayoría de sus negocios están situados en Mainvillage, pero tiene otros fuera del país, así que viaja principalmente entre España, Estados Unidos y Londres para asegurarse de que sus negocios van bien. —Quiero centrarnos en un lugar, en cuanto acabes el proyecto en México, puedes elegir una casa en cualquiera de los cuatro lugares, yo pagaré por los gastos, Mina, para mí es importante. Sé que en tu generación creen en el 50-50, bueno, yo creo que provees cosas relevantes a mi vida, como compañía, lealtad y amor que no obtendría de otra manera. A mí me criaron para proveer, así que lo que quieras o necesites, lo cubro, eso incluye también tu seguridad y transporte, no es una cuestión de control. Puedo darte el dinero y recomendarte empresas para que contrates seguridad 24/7. Si quieres estudiar, lo apoyo al 100%, y lo pago si hace falta. ¿Entiendes de qué voy? —Álvaro, puedes comprarme una casa, poner propiedades a mi nombre y llenarme la cuenta de banco, a mí no me molesta para nada. Una vez al mes, yo pagaré la cena, pagaré tu teléfono para recordarte que tengo acceso a tu línea telefónica, la seguridad, prefiero el dinero y que me respondan a mí exclusivamente. No necesito que pagues por todo, tengo dinero suficiente y trabajo bastante como para costearme mis cosas. Puedes cubrir los gastos de nuestra casa, pero yo cubriré los de la mía. —¿Planeas vivir en casas separadas? —No viviré contigo oficialmente si no quieres casarte conmigo. Quiere decir que lo nuestro tiene principio y fin. —¿Planeas dejarme? —Álvaro... seamos maduros y realistas. Yo quiero hijos y un esposo, y tú me has dicho en tres ocasiones diferentes que no quieres hijos, que no tienes un estilo de vida común y que no quieres casarte. Yo quiero todo eso, sabes qué suelen hacer las chicas huérfanas, suelen embarazarse del primer imbécil porque quieren una familia, quieren a alguien de quien después no pueden responsabilizarse. Igualmente, yo anhelo una familia. —¿Podemos replantearnos este tema más adelante? —Los hijos no son negociables, pero creo que el matrimonio, si es importante para ti, podríamos priorizarlo. La comida llega, y Álvaro sonríe cuando ve la langosta, los vegetales y la ensalada. Los dos comemos en silencio, bebemos y aprovechamos para ver lo que nos rodea. Álvaro acerca su silla y su plato al mío y come con su brazo rodeándome mientras escuchamos el mar. Acaricia mi hombro con sus dedos mientras come distraídamente, como si no entendiese que me está desconcentrando. Álvaro me besa el hombro. —De verdad quiero comerme esta langosta—comento. —Sí, me imagino que quieres comértela a ella más que a mí. —¿No te gusta? —Soy alérgico. —Estás bromeando. —Muy alérgico, tipo no puedo comer trazas, ni besar gente. —Estás bromeando. —Estoy muy serio al respecto. —Estás bromeando—le acuso de nuevo. —No, consideré comérmela por ti y esa cara de felicidad que llevas y lo rico que la comes, pero... me puedo morir y sería una cagada ponerle fin a mi vida antes de tenerte montada en mi polla. Álvaro, el poeta. —Álvaro —le digo incrédula. —No sé si podemos follar después de esto —reconoce mientras se ríe y me muestra su pulsera con información médica y su alergia a mariscos. Álvaro se ríe mientras se aleja de mí, y yo le miro incrédula. —No te hagas, ¿quién come mantequilla de ajo en una cita? —Álvaro, me encantan los mariscos. Oh. Dios. Mío. Llamemos a un médico. Álvaro me explica que puede comer pescado y pulpo, pero jamás nada que tenga una concha. Le miro incrédula mientras pido que nos ayuden a conseguir un médico. Álvaro ríe mientras yo le miro preocupada. Él insiste en que termine mi cena, pero a pesar de lo mucho que me gusta todo y del hambre que siento, me gustaría no matar a Álvaro por una alergia. El médico se presenta unos minutos más tarde, le pregunta si tiene síntomas de alergia y decide que al haber ingerid las verduras y debido a lo apasionada y rápida que he sido comiéndome al animal, prefiere, de forma preventiva, inyectarle un medicamento que produce sueño. Llevo a Álvaro a la habitación que he pedido. La suite es amplia, preciosa, está llena de velas, rosas y todo sugiere sexo y diversión, no morir posterior a un shock anafiláctico. Me quedo preocupada viéndole y él me asegura que está bien. Se acerca y deposita un beso en mi mejilla, y me rehúso a que se acerque a mis labios hasta que me haya lavado la boca con todo lo que sea posible. —Para eso me han inyectado el antialérgico. —¿Por qué no tienes sueño? —Tomo antialérgicos desde los cinco años, ya los efectos secundarios no me pegan tan duro, pero me pegan. —Sí, y tú tuviste cinco hace un millón de años. —Resistencia medicamentosa, eso es lo que tengo —comentó menos divertido. —Ve a lavarte, come mariscos. —Dame unos diez minutos —le pido y él ruega por ser quien me quite ese vestido. Me mira divertido mientras ingreso al baño para lavarme los dientes y asegurarme de eliminar la mayor cantidad de marisco de mi rostro y mi boca. Y yo le dejo tomar una ducha antes de que el medicamento haga efecto y solo quiera dormir. de todas formas, aprovecho su visita al baño y llamo para ordenar al servicio de habitaciones un bistec y papas fritas, un pastel de chocolate y otro simple, con helado, por si es alérgico al chocolate. Álvaro me da un beso en el cuello, y me pide que me gire. Le observo, completamente desnudo, con la piel fresca por la ducha. Él me besa en los labios, devora mi boca, embadurna mis caricias, una lucha caliente entre nuestras lenguas y nuestros labios. Álvaro con un solo beso enciende cada fibra de mi cuerpo, se deshace el cierre de mi vestido, me quita las tiras y observa cómo se desliza por mi cuerpo la prenda, dejando al descubierto mi ropa interior. Elegí un conjunto pequeño y traslúcido para mi cita, y por el brillo en sus ojos, sé que le ha encantado la elección. Álvaro besa mi cuello y se coloca detrás de mí, me inclina en dirección a la cama, presiona mi rostro contra el colchón y suelta una nalgada intensa sobre mi piel. Grito de sorpresa y él me acomoda, dejando mis pechos al descubierto y con dos de sus dedos juega con mis pezones. Muevo mis caderas ansiosa por su tacto, siento la humedad y el calor concentrarse en mi parte más íntima. Álvaro desliza un dedo dentro de mi v****a y otro en mi ano, gimo y me agarro de las sábanas. —Estás muy preparada, Mina, y apenas te he tocado. —Fóllame, tienes toda la vida para jugar, pero hoy fóllame—le ruego mientras acaricio mi clítoris. Álvaro saca sus dedos de mis orificios, e introduce su v***a gruesa, venosa y considerablemente larga dentro de mí, de un solo golpe, grito y él me embiste lentamente para darle oportunidad a mi sexo de adaptarse alrededor de él, de sentirle al completo, sin barreras, me garro de las sábanas que cubren la cama y él me embiste de forma rápida, violenta, primitiva. Mis pechos golpean el colchón. Álvaro se agarra de mis nalgas y estampa un par de veces palma completa y abierta contra mis nalga, mantienen un ritmo rápido y enloquecedor contra mi sexo y yo continuó acariciándome el clítoris en busca de mi propio orgasmo. Me corro. Siento el placer expandirse por mi cuerpo y Álvaro me ayuda dando un par de embestidas más incluso cuando mi cuerpo no puede dejar de resistirse ante el placer, me sostiene con un brazo y yo trato de acomodarme en la cama. Él se acuesta a mi lado, extiendo mi mano y la paso desde su pecho hasta su abdomen, jugueteo con a punta de mis dedos contra sus testículos. Álvaro me mira con una sonrisa amplia y me da tiempo de recuperarme del pacer que acaba de producir en mi cuerpo antes de señalar su polla con la cabeza, le lamo, lentamente mirándole, lamo su tronco, grueso y duro, lo acaricio, jugueteo y le tiento. Él me mira a los ojos y yo introduzco uno de sus testículos en mi boca por completo. Álvaro gruñe y echa su cabeza hacia atrás, lo siento enredar sus dedos en mi pelo, mientras sigo tentándole y jugueteando, mete su v***a en mi boca, jugueteo con mi mano, cambio de ritmo una y otra vez hasta que se corre en mi boca. Álvaro grita mi nombre al mismo tiempo que el primer chorra abundante de semen escapa por su polla, le siguen unos cuantos chorros más, abundantes y le observo. —¿Quién se ha estado portando bien? —Me he guardado para ti —comenta. —Y, mira, ha valido la pena. —Siempre valgo cada centavo, cada orgasmo—Me da un beso en los labios y los dos escuchamos los golpes en la puerta, Álvaro bosteza y le digo que he pedido la cena. —Esta vez, he pedido un simple bistec y papas. —A eso no soy alérgico. —Gracias a Dios. Pensé que tendría que dejarte por soso.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD