Reglas

2226 Words
Álvaro se va a correr porque si algo relaja al rey de tener todo el tiempo del mundo y soy súper relajado cuando en verdad no lo es, es correr. Yo regreso al hotel y pregunto en recepción si hay una habitación sencilla, y me dicen que no queda nada por el festival que hay. Le doy las gracias a este chico de la recepción que solo sabe ser un dolorcito de cabeza. Veo la sorpresa de Álvaro, y este se me queda viendo en silencio. Continúo caminando hacia mi habitación, y en el cuarto tomo el celular y le escribo un mensaje a Álvaro: Porque la verdad es no tengo nada que pensar; le quiero. Si ese es nuestro mayor problema, podríamos hacer concesiones. Mina. Cena a las 7:00. Vamos a hablar, con palabras menos llenas de ira. No recibo una respuesta de inmediato —¿Mina? —escucho que me llaman. —¿Sí? —Xóchil abre la puerta y asoma su cabeza. —¿Entonces, te hiciste la prueba? —La joven asiente con la cabeza y me la enseña. —10 semanas. —1/4 del embarazo —comenta. —Sabes todo el alcohol que me he tomado. —Deberías demandar a la empresa de las inyecciones. —Estoy de acuerdo. —Estoy bromeando. —Yo no. —Llevas cuanto diez años con el hombre. —Sí. —¿Y conoces el 80 % de sus malas mañas? —Sí. —Vale, entonces puedes vivir con eso por 18 años con una persona que lleva tus malas mañas también, las tuyas. —No estás haciendo esto apetecedor. —El 90 % de las mamás jóvenes dicen eso. —Las dos reímos y ella se acuesta en mi cama. —Xóchil —escuchamos los gritos de Marco, y esta me da la prueba. Me siento sobre ella, y las dos miramos a Marco. —Pensé que te había pasado algo. —Comenta el joven y se acerca. —Hay un tour, ¿quieres venir conmigo? —Me estás invitando a una cita o es porque tu hermano no quiere venir. —Es una cita, y mi hermano está tomando piñacoladas con mi madre mientras se apoderan del micrófono del karaoke bar. —Yo sonrío mientras los veo ponerse cariñosos, y ella le dice que irá encantada. Marco se contagia de su alegría y la mira embobado. —¿Mina, estarás bien? —Sí, vivo por estos pequeños momentos. Ahora, pueden enviarme la invitación al correo o en mensaje de texto. —¿Cuál invitación? —Pregunta Marco. —Las que tardamos dos semanas en elegir, Marco... —se queja Xóchil, y él se ríe. —¿Te acuerdas? Xóchil me envió la versión digital, y Marco intentó contener el aire porque él propuso solo hacerlas digitales. "Salvar al planeta" y creo que a su bolsillo y su paz mental, pero Xóchil quería un papel especial, un sello detallado. La miré, y ella a mí. —¿Me prestas veinte minutos a tu novia la romántica? —¿Si me cuentas quién es el hombre por el que has salido corriendo? —Has ido detrás de un hombre. —Está pasando de mí, y no voy a permitírselo. —Los dos ríen. —No es la mejor estrategia, pero nos estábamos dando tiempo y espacio, y yo me puedo tomar todo el tiempo del mundo y todo el espacio del universo, y aparentemente el hombre no piensa lo mismo. —Ya, pero, uno nunca permite a un hombre saber cuánto estás dispuesta a perder, ¿tu dignidad, por ejemplo? —A mí me gusta pensar que soy apasionada, haría un esfuerzo, y en algún momento organizaremos algo sexy y romántico, y después te vas a tu cita. —Tenemos menos de una hora —nos recuerda Marco, y las dos reímos antes de ir al primer piso. Xóchil arregla con el de recepción, para ella, la palabra "no" no existe, y mi nueva amiga me consigue un escenario perfecto para negociar: luces adecuadas, velas de tamaño impresionante, rosas, comida pre sexo según ella y comida "postsexo" porque está esperando un bebé. El romance, la pasión y el detalle son lo suyo. —La señorita queda a cargo, pero en cuanto regrese inspeccionaré, Isaac, espero su mejor trabajo —comenta la joven y sonríe antes de darle una parte de su propina. Ella me oprime una mejilla y advierte: —Por dinero baila el mono —me guiña un ojo y va caminando junto a su novio. Yo sonrío y pienso que si las cosas van bien, si somos perfectos, en unos años podemos ser él y yo, Álvaro y yo, una sola vida. —Mina —me llama Demetrio. —Gracias. —Eres mi hija, siempre que me necesites, solo llama —dice y me da un beso en la frente y me entrega una carpeta. —Cuando vuelvan a molestarte, recuérdales que eres dueña del mismo porcentaje que ellos. —¿De qué estás...? —Abro la carpeta y señala lo que debo firmar. —Mi socio y yo nos quedamos con un 10% cada uno, tú y ellos tienen un 40%, en el futuro, te heredaré el resto que te dejará por encima, por ahora, la balanza se mantiene a tu favor —dice y me da un golpecito en la nariz. —Mina, no me gustan las excusas, pero fui criado por un padre alcohólico y mujeriego, su lenguaje del amor es el dinero, y según todos los que me rodean, le aprendí un par de cosas. —Se encoge de hombros. —Me hubiera gustado hacer mejor las cosas, Mina, sobre todo porque te mereces más, hija. Te mereces todo, pero no creas que me necesitas o a cualquiera, tú misma puedes dártelo. —Me besa en la mejilla y se despide con la mano en cuanto llega a la salida del hotel. Lo observo y sonrío antes de sacudir mi mano hacia él. Veo los documentos de cesión de propiedad y me quedo sorprendida observando cómo a Gabriel no le queda otra más que soportarme en su vida, básicamente para siempre. Le pido un lapicero al chico de recepción y los firmo. Luego los meto en la caja fuerte y veo a las encargadas del servicio acomodando las rosas y las velas para esta noche. Yo voy a prepararme para verme espectacular: maquillaje, depilación, exfoliación, cremas hidratantes, cabello, higiene bucodental, anticoncepción, preservativos y mi maleta sin ser grosera, porque la verdad es que si funciona, los próximos dos días debería estarlos pasando muy acompañada. Cuando llego al lugar de mi cita, el sol está terminando de esconderse, el celaje es precioso, y en lugar de rojo, como es de esperarse, me he puesto un vestido color naranja, como el cielo. Álvaro se acerca con un conjunto n***o muy elegante, viene peinado, recién afeitado y bañado. Se acerca con una rosa rosada y sonrío. —Buenas tardes, caballero. —Buenas tardes, princesa —dice y besa mi mejilla. —Vienes con un regalo. —Un pequeño token que debe acompañar a mi disculpa. Te ofrecí algo que no podía darte. —Le ofreciste tiempo y espacio. —Y me molesté porque pensé que pasaste página. —Sí. —Entonces... me disculpo, cielo. —Uhh, cielo. —Estás perfecta y precisamente combinada con el celaje. —Lo sé. —Álvaro ríe y acaricio su brazo. —Sé que has sido lo más paciente que es posible para tu nivel de impaciencia. Sé que eres dulce aunque crees que eres rudo y mafioso, sé que no eres perfecto, Álvaro, pero me emociona intentarlo. Si ponemos reglas y límites claros, si vamos a ser honestos, creo que no estás en edad de ser hijo de nadie. Tengo entendido que no hay hermanos y los sobrinos están grandes, eso quiere decir que lo que construyamos tú y yo es sagrado para los dos, y no dejaremos que nadie lo toque o lo destruya. —Te han dicho que eres impresionante. —Estoy haciendo negocios. —Lo sé, y me gusta que tomes en serio nuestra relación. —Entonces, toma asiento. El mesero abre la botella de champán sin alcohol y nos la sirve. Yo saco mi cuaderno de apuntes y un lápiz y le entrego uno a Álvaro. Él me mira divertido y juega con la tapa, prueba el champán y muestra decepción. —Regla número uno: —Si no hay sexo o si planeas darme sexo condicionado. —Me interrumpe Álvaro. —Mina, esto no va a funcionar... —Tengo reglas sobre mi cuerpo, pero te las compartiré en un par de minutos. —Álvaro se ha quitado un zapato y una media, y está jugueteando entre mis piernas. Le miro a los ojos y dejo que su pie suba mientras le sigo mirando, Álvaro sonríe y junto mis rodillas alrededor de sus pies. —Voy a tener mucho sexo contigo. Si aceptas estas reglas, te las memorizas y después... tal vez incluso te permita tener sexo conmigo aquí al aire libre. —Wow, qué dadivosa —él ríe y yo bebo un poco de agua y como un par de uvas que están en la mesa. —Dime cuál es tu regla más importante. —Genial —respondo. —Necesito que entiendas que la sobriedad no es negociable. Yo no consumo ni un poquito. Nunca he tenido problemas con el alcohol, pero no me gusta tenerlo en casa, no quiero probar un poco, y no quiero que tengas un poco si eres adicto a lo que sea. —Heroína. —No me importa, solo... no quiero problemas. Si recaes, voy a apoyarte, pero no voy a permitirte “microcaídas”. —Acepto, mi sobriedad es importante. Bebo licor, pero no he tocado heroína en más de 30 años. —Ok... pero no se puede estar sobrio si bebes alcohol. —Para mí sí, ese es el tema de la gente con conducta compulsiva. Tengo fuerza de voluntad y un compromiso conmigo y el pasado. —Álvaro, puedes no consumir en absoluto durante cinco años. —Tres. Si en tres te demuestro que puedo estar limpio, dejas la idea. Para mí esto es como quitar carbohidratos o carne, puedo hacerlo cuando quiera porque tengo fortaleza mental. —Incluso durante el primer año, quiero pruebas de dopaje mensuales, y las tomaremos juntos. —Me tomo mi sobriedad en serio. —Sí, pero... —Mina, me lo tomo en serio y quiero que sepas que respeto tu sobriedad. No voy a inducirte a nada. Manejo bares y lugares en los que hay alcohol y me hago el estúpido con la droga que se mueve en algunos lugares. Paso meses sin beber, y la verdad es que no me interesa. Si me pones a elegir entre tú y el alcohol, no lo tocaré, pero no voy a fingir que no he tomado una copa de vino de vez en cuando, porque lo he hecho. No voy a mentir con respecto a las drogas porque así terminas internada. —Vale. Es una de las cosas más importantes en mi lista, una de las que más me han preocupado con respecto a Álvaro no es su trabajo o su forma de ser tan misteriosa, sino su pasado y el mío, porque solos son demasiado, pero sumados, el uno al otro, es una locura. —Regla número dos—me apura. —Sexo exclusivo, monogamia, fidelidad, ¿puedes? —Claro, pero trabajo con mujeres desnudas y me he acostado con la mitad de mis empleadas. Sé de lealtad, fidelidad y compromisos, Mina, y acepto tener una relación 1:1 contigo, es importante que la fidelidad empieza hoy y termina cuando terminemos. No puedo enmendar haberme follado a mis empleadas. No estoy en un relación con ninguna de ellas. —Nada de reclamarnos exes. —Exacto. —Ni el sexo que tuvimos mientras estábamos con otras personas. —Eso te deja muy al pardal, pero, como fue conmigo, todo bien. —Intento no reírme, pero Álvaro se inclina y me besa en la mejilla. —Ya se me olvidó, pero la primera vez fue inolvidable, no puedo trabajar en esa área de las otras. —Me río. —¿Tienes alguna? —Libertad laboral. No me meto en problemas porque tengo familia y me importa el prestigio que he ido formando en mi espacio de negocios, pero tú no me limitas y yo a ti, nos apoyamos y punto. —Sonrío. —¿Cómo es eso de "nos apoyamos y punto"? —Si necesitas capital, consejos o asistencia, te la doy. Si no quieres que me meta, no me meto. La misma cortesía para mí. ¿Claro? —Creo que estás dejando una zona gris, pero, llamaré para que nos traigan la comida, porque a mí me da hambre pensar. —Álvaro sonríe. —Entonces, seguiremos jugando a los abogados. —Lo que sea que te encienda. —Comento y él ríe antes de besarme. —Tengo un set de reglas muy importantes, Mina. —¿Un set? —Sí, necesito que me escuches con atención y lo dejes como un paréntesis, para que te lo pienses. Es sí, mente abierta o flexible. —Me estás asustando… —No es nada serio, solo, no quiero berrinches o que huyas sin escucharme.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD