Los clientes y amantes

1448 Words
Raúl ha reservado una mesa al final de un jardín precioso en el que sirven desayunos. Me acerco a él con una sonrisa y se pone en pie para saludarme. Me da un beso en la mejilla y me pide discreción porque una de las amigas de su esposa anda cerca. Apenas me he sentado y ella ya está indagando sobre nuestra relación. Los dos la saludamos y él me presenta como una amiga de la familia. Yo le sonrío mientras tomo su mano. —¿De qué familia? —pregunta ella. —Su hermano me ha pedido que le ayude con unos asuntos, está recién llegando a Mainvillage. —Ahh, vale —responde ella con una sonrisa—. Salúdame a Alina y a las niñas. —Cuando le escribas, saludas tú por los tres —respondo y la sonrisa de la mujer desaparece enseguida. Raúl se ríe y los dos nos sentamos. En cuanto lo hacemos, nos traen unas jarras de café preciosas y enormes, a juego con nuestra ropa, y él se ríe. Nos traen algunas cosas para desayunar y el menú. —Esto es soñado, pero... ¿Botarán toda esta comida? —pregunto. —Creo que sí. —Ay, no. —Pediremos todo para llevar, entonces. ¿Pasaste mucha hambre de niña? —¿La verdad? —Sí, siempre. —Me crié en un orfanato, nos daban de comer, especialmente a mí porque mi papá no tenía dinero, pero... no siempre había para botar o comer de más. —Eso es horrible, Mina. —Sí. —Tienes cara de buen sexo. —Sí —los dos reímos y Raúl saca unos documentos de su maletín. Me dice que vamos a hablar de negocios y después de chismes. Me explica que me está haciendo una donación. Eso es todo lo que habíamos hablado, pero de esta forma, si me caso tres veces más, no me lo pueden quitar porque es una especie de herencia en vida y si llegara a divorciarme, no me lo podrían quitar. —Esto es demasiado. —Esto es poco, Mina. Vas a ver que en unos años, si lo sabes manejar, vas a sentir gran alivio. Lo que necesitas es mantenerlo rentado y a gente que sea cumplida. —Muchas gracias, Raúl. —Con gusto. Ahora te los llevas, los lees y si quieres, vas con un abogado de confianza, los firmas y me los das. —Gracias. Raúl me mira a los ojos y sonríe. El mesero nos interrumpe y me pregunta qué deseo comer. Raúl ordena huevos revueltos para ambos y un poco de repostería y waffles. Lo miro y me río, y estoy segura de que bastará para ambos, pero ruego por mucho tocino. Mi amigo y yo nos ponemos al día con nuestras vidas. Le cuento la verdad: que Álvaro es básicamente un desconocido, pero a pesar de ser algo imponente, es amable. Y Felipe... la verdad, es un niñato, pero se siente correcto. Yo estoy joven, sin embargo; me ha quedado claro mi lugar, no soy exactamente a la mujer que le presentas a tu madre sobre todo después de conocerla en na especie de putero virtual. Cosas que me pasan. —¿Tú tienes algún chisme? Tienes cara de haber tenido sexo, pero sé que no ha sido conmigo. —Tengo cara de sexo. —Tienes un chupetón —digo mientras lo señalo y ambos reímos. —Estamos yendo a terapia y nos han pedido tener sexo, aunque no queramos, cinco veces al día. A veces es incómodo y otras veces es beneficioso. —¿Y han hablado de las múltiples infidelidades? —Claro, así es como todo empezó. Creo que es una estupidez, pero en algún punto de nuestras vidas estuvimos enamorados, hicimos dos hijas, tenemos una familia e invertimos años en esto. —Está bien querer intentarlo. —¿Crees? —Sí, si yo tuviera un esposo al que amo y ambos cometimos el mismo error por separado, trataría, porque al final lo nuestro no es amor y el problema es que eres muy bueno en todo, te esfuerzas muchísimo, pero tal vez como esposo te faltan detalles como con tus hijas. —Seguro. El desayuno llega a nosotros y brindo con un tocino por la salud del matrimonio de mi amigo. —¿Eso quiere decir que me dejas? —Un poco, pero no estamos terminando. —Vale, tienes mi número, para cuando quieras chatear —Los dos reímos. —Y podemos venir a comer y hablar, pero a partir de ahora me saldrá gratis. —No, pagarás por la comida, guapo. —Le guiño un ojo y lo felicito por tener el valor de intentar ser feliz. Después de estar con Raúl por la mañana, voy a mi clase de peluquería y belleza. Me enseñan una rutina de cuidado de la piel y un maquillaje para la noche, que es un poco más pesado. Nos enseñan algunos trucos para llevar el cabello recogido. Al final de la clase, le pregunto a mi instructora si puede hacerme un corte de puntas y un flequillo. Ella me mira divertida y asegura que nadie nunca quiere un flequillo, ya que todas estamos enamoradas del que tenemos. Por eso me da un fleco de mentira para que pueda probar mi fantasía. Mientras me está cortando el pelo, recibo un mensaje de Álvaro: Álvaro Me han informado que tienes una vacante para cliente, pero yo no quiero ser eso. Quiero más, Mina, quiero que te quedes a desayunar y quiero citas, romance y coqueteo, insultos sobre mi edad, que nos on 66, son casi cincuenta y si estás dispuesta, voy a intentarlo. Mina ¿Intentar qué? Álvaro Como ya sabes, por los higlights en mi barba y el número que te mencioné, no tengo quince, pero, tengo los suficientes huevos para ser tu novio o pareja porque suena más adecuado. Mina Nada suena adecuado cuando hay unos treinta años de diferencia entre nosotros. Álvaro Veintitantos. Mina ¿Puedo pensarlo? Álvaro Bueno, yo he tenido toda la semana, puedo darte dos. Mina Bye. Después de salir de con un fleco falso precioso las puntas renovadas, voy de compras por un vestido y creo que Raúl tiene razón, merezco una vida mejor, y sobre todo un romance mejor. No tengo que concentrarme tanto en el amor cuando en realidad tengo que concentrarme en mi futuro. Tomo asiento en una cafetería cerca de la empresa de Felipe. Le llamo y le pregunto si puede y si quiere sacar un rato para mí y me dice que tiene que dejar unas cosas listas pero puedo subir. Así que compro un par de hamburguesas para sus amigos, coca colas y hago unos rollos de jamón co queso y aguacate para Felipe. Voy al tercer piso del edificio en el que están ubicados y todos parecen locos, literal no he visto a tanta gente en ropa casual en un mismo módulo. Felipe sale a recibirme, tiene un vaso de café en la mano, le pregunto por sus chicos y vienen en patineta a saludarme. —Mina, muchos días sin vernos. —Sí, les traje comida no sana, para que goloseen. —Qué deli, gracias por pensar en nosotros —dicen y Felipe, les recuerda que su tiempo está limitado. —El mundo no se va a caer porque te vas una o dos semanas, no seas mal educado —le advierten los chicos. Yo le entrego a Felipe lo suyo y saluda, me invita al interior de su oficina y en cuanto ingresamos a la habitación, se bajan las cortinas, por lo que no tenemos visión al exterior, pero hay buena iluminación. —Bueno, me alegra que llamaste, quería hablar contigo —dice y me ofrece asiento y algo de beber pero ya tengo. —¿De qué quería hablar? —Mina, no me gustó lo de anoche y mucho menos lo del día. Sé que es tu trabajo y sé lo que ha estado pasando entre nosotros. Lo que quiero decir. —¿Estás terminado conmigo? —No, hablé con Maddison y solicité un contrato de exclusividad absoluta. Si quieres estar conmigo e intentarlo, no puedes ser mía y de alguien más, o mía por horas, quiero todos los días, todas las noches y solo conmigo. Ya a mí me engañaron y antes de eso era celoso y ligeramente posesivo y eso es fatal en un novio, pero tú me gustas, te quiero y no quiero este estilo de vida para ti ni obligarte a renunciar de la nada, quiero intentarlo pero bien. —Felipe me mira en silencio un par de minutos y pregunta: —¿Qué te parece?
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD