¿Quién es él?

1379 Words
Los golpes en la puerta nos despiertan. Raúl, quien ha cedido quizás un poco más de lo esperado, se cubre los ojos para evitar el sol y yo le doy un beso en los labios antes de ponerme su camisa para ir a abrir la puerta. Me aseguro de abotonarme y finalmente abro. Me encuentro con uno de los guardias de seguridad de Raúl. —¿Está el señor contigo? —pregunta. —Sí. —Dale este traje e infórmale que su esposa y sus hijas están en el hotel, esperándolo para desayunar. Cojo el traje y el carrito con café y aspirinas, voy a poner la ducha antes de intentar despertar a Raúl. Me siento a su lado con el café en la mano y él me da las gracias. —¿Estás ya bien despierto? —le pregunto. —Tomaré las aspirinas y volveré a dormir. —Necesito que te sientes. —¿De acuerdo? ¿Qué ha pasado? —pregunta mientras se incorpora. —¿Se nos rompió un preservativo? —Tu mujer y tus hijas están esperándote para desayunar en el restaurante del hotel. —Mierda. —Responde y sale corriendo de la cama. Yo regreso al carrito con el desayuno, tomo un poco de tocino fresco y café, luego voy a buscar mi ropa deportiva y me encuentro con Raúl, vestido y peinándose con mi cepillo. —Vas muy guapo. —Gracias, lo de hoy... se cancela. —Tranquilo, solo recuerda decirle todo eso sobre el amor que me has dicho a mí —respondo y él se ríe. —Bye. Raúl sale de la habitación y yo me dispongo a ir a correr. Cuando llego al primer piso, veo a sus hijas abrazándolo felices y a su esposa sonriendo a su lado, al parecer ella ya iba a buscarlo. Raúl se pone en pie y le da un beso a su esposa en los labios, le acaricia el pelo húmedo y yo salgo del edificio antes de que me vean. Corro por Central Park, como en las películas, y después me detengo a disfrutar de la mañana mientras pienso en la conversación de la noche con mis amigos. Si bien recibir amor suena mágico, lo que más deseo es un poco de lealtad para toda la vida, porque la gente que se ama, de igual manera, aunque sea a escondidas, te hiere. Editar y corregir el siguiente texto: Cuando regresé al hotel, pregunté si tenían servicio de peluquería. Me dijeron que sí y fui encantada por un lavado y plancha, porque verme bien me hace sentir mejor. Mucho mejor que saber que estoy en medio de una relación. Que no soy nada, si mañana termina mi relación laboral con Raúl no me queda nada. —¿Disculpe, nos conocemos? —pregunta Alina, la mujer de Raúl. —¿Perdón? —La vi ahora, antes de ir a correr. Está mirándonos con... ¿tristeza? —Déjame adivinar: papá está de viaje de negocios, y mamá y las chicas le han sorprendido —sugiero. —Es el último viaje que he hecho con mi madre —responde Mina. —Ella decidió volar y sorprender juntas a papá con la noticia de que íbamos a tener un hermanito, pero todo se complicó más tarde, ellos no... sobrevivieron, mi mamá no lo logró. Las mentiras aparentemente se me dan bien, ella está sorprendida, mirándome con pena. Creo incluso que está más avergonzada de sí misma que de mi historia patética. La mujer extiende su mano hacia mí y la tomo. —Oh... por Dios. —Tienes una hermosa familia —comento y ella sonríe. —Perdón, perdón —ella toma asiento a mi lado y ordena una copa de vino—. Voy a cenar con mi esposo y quiero verme guapa. No te importa, pero creo que tiene a alguien y me hace sentir loca no saber. Y sobre todo, parece que es solo mi imaginación. Esta mañana venía con el pelo húmedo, muy bañado y limpio, y guapísimo, es enloquecedor. —¿Le has dicho algo? —Sí, perdón, no debería estar molestando. —Mira, ahora decimos "te amo", pero no decimos todo lo demás. No decimos que el café está frío o que ha llegado tarde nuevamente, que no te da suficientes besos o atención. No sé, pero es mejor que un secador de pelo silencioso. —¿Cómo es un secador silencioso? —Ya sabes, ponerte guapa y que no lo note, eso es una crueldad. Ahora, termina todo y cárgalo a su tarjeta, luego vas y le dices lo que sea que necesita escuchar. —Gracias. —Con gusto. Las dos vemos a Raúl pasar con sus hijas en brazos, su mujer ríe y comenta que ellas hacen lo que quieren. Yo sonrío y trato de concentrarme en otra cosa, así que tomo una revista y me entretengo con la vida de los famosos. Ella intenta hacer conversación nuevamente sobre el color de nuestras uñas, y sé que ella lo sabe cuando intenta convencerme de que nos pintemos las uñas del mismo color. —Creo que no me las voy a hacer. Feliz día, señora —me pongo en pie y voy a mi habitación, tomo mis cosas mientras busco un nuevo hotel. Le dejo indicaciones a Raúl en una nota y logro salir del hotel sin llamar la atención. Me alojo en una habitación mucho menos llamativa que la que tenía y recibo una llamada de mi jefa. —¿Cómo te va en tu viaje? —Excelente, Raúl parece relajado esta noche. —Mírate, quién se ha acoplado. —Sí, es fácil de complacer. —Vale, no me cuentes detalles —responde entre risas. —Creo que su mujer lo sabe. —Es una mujer desconfiada. —Ha llegado al hotel y me he cambiado por si Raúl me necesita, pero lejos de su locura —respondo y Maddison se ríe. Ella está segura de que cualquiera en mi situación se hubiera esperado a recibir la ira de la esposa o la ira del esposo al ser descubierta. Yo estoy aquí comiendo uvas mientras mi jefa me pregunta qué sé de videojuegos. —Absolutamente nada. —Tu próximo cliente tiene más o menos tu edad, está forradísimo en dinero que produjo haciendo videojuegos en el cuarto de su casa. Es un poco inferior a nuestro perfil desde el punto de vista físico, pero está sano, es inteligente y pagará el doble. —¿Es feo? —pregunto. —Es... gordito. —¿Cuál es mi papel? —Serás su novia, irás con su familia un par de semanas. Según lo que dijo Raúl, regresan este fin de semana, así que te enviaré su información. La idea es que se conozcan a través de la cámara del celular —pregunta y me río—. Y crearán juntos una historia con la ayuda de nuestras publicistas. En cuanto llegues a la ciudad, acomodaremos sus r************* para que parezcan una familia feliz. —Bien, lo acepto. —No lo has visto. —Paga el doble... —respondo y ella ríe. Decido pasar el día por mi cuenta y es que no es fácil del todo, pero siento que al ser tan grande la ciudad, siempre hay algo divertido que hacer, algo nuevo. Compro algunos regalos para Brenda y otros para mí, por ejemplo, un impresionante abrigo rosado y unos juegos de lencería que quedarán muy bien para sorprender a algunos clientes. Me vuelvo loca con los cosméticos en los centros comerciales y disfruto de mi propia compañía mientras monto un plan para los próximos cinco años. Mi teléfono suena y escucho la voz de Raúl. —¿Estoy frente a tu hotel? —¿No hubo reconciliación? —No, creo que estamos más cerca de un divorcio. La verdad es que a mí no me apetece estar en el medio, pero Raúl acaba de pagar una cifra ridícula en la universidad de Brenda, no hay forma de dejar al cliente poco satisfecho. —No sé dónde estoy. Voy a buscar un taxi y te digo, pero puedes pedir tu llave, está a nombre de Pablo. —¿Quién es Pablo? —Mi amante, ultrarico, sexy y, sobre todo, soltero. —respondo.
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