Los amigos

1231 Words
Raúl está casado, es ultrarrico, sexy, tiene una impresionante personalidad y sabe exactamente qué hacer para complacer a una mujer. Es una lástima para su pobre esposa que no esté experimentando nuevas posiciones con ella, mientras me susurra cosas sucias al oído y se obsesiona un poco más con mis tetas y mi culo. Disfruto de algunas partes de mi trabajo, como las compras indiscriminadas, la comida que no tengo que cocinar y la ropa que no tengo que lavar porque ahora soy una mujer de tintorería. Raúl y yo tenemos una relación que deja todo claro: pasar tiempo juntos, tener relaciones sexuales y criticarnos mutuamente, lo cual vale la pena. —¿Quieres que me vaya o... tengo que quedarme? —¿No quieres conocer más? —Sí, pero no hay nada divertido en tener a tu esposa encima. Si me quedo, siento que estaré obligada a limitarme a esta habitación. —Es una ciudad enorme. Les conseguiré un guía a ella y a las niñas, y sabremos a dónde van. —¿Te gusta correr riesgos? —pregunto mientras me siento sobre sus piernas. Raúl me besa en los labios, la mejilla, el cuello y la oreja, su mano se desliza hacia arriba desde mi abdomen hasta mis pechos. Me siento húmeda y excitada, a pesar de que lo hemos hecho un par de veces. No tengo nada en contra de su esposa, pero la verdad es que me encanta estar con su esposo. Raúl me obliga a acostarme sobre la cama y toma mis piernas, las acomoda en sus hombros y lame mis piernas hasta llegar a mi coño, el cual lame. —Quédate, disfruta. —Ahh... —Gime, nena. No voy a dejar de poseerte. Eres lo mejor que he tenido en semanas —Raúl introduce uno de sus dedos en mi v****a y gimo como me pide. Sé que se excita y él lo sabe. Mis siguientes días en Nueva York fueron tan interesantes como los primeros. John me presentó a algunos de sus amigos y fuimos a bares. No bebí nada, pero bailé y me divertí. Conocí otra parte de la fiesta, en la que decides cómo te vas, si lo haces en el mejor momento, generando la duda de si te llevaste la fiesta contigo o simplemente disfrutaste, bailaste y fuiste libre. En la madrugada, cuando regreso al hotel, tomo una ducha larga, de esas que molestan a la familia cuando quieren salir y tú estás mimándote con exfoliantes, sales, azúcares y flores. Luego me acuesto llena de aceites y pongo la alarma. Cuando despierto, escucho la gruesa voz de mi amante, el cual está peleando por teléfono con uno de sus clientes. Salgo de la cama y desfilo desnuda hacia el lugar donde su voz se hace más clara. Le miro a los ojos, los cuales brillan de sorpresa y excitación. Me acerco y él me acaricia. Sonrío y le doy un beso en los labios, aflojo el nudo de su corbata y Raúl se distrae de lo que está diciendo. —Me tengo que ir —asegura al otro lado de la línea. Y yo le desabotono la camisa lentamente, mientras alguien más intenta mantener su atención. Me quedo de rodillas y le desabrocho el cinturón. Raúl insiste en finalizar la llamada, pero la otra persona continúa hablando rápidamente. Raúl me acaricia un pecho y sonrío mirándole a los ojos, mientras introduzco su polla en mi boca. Está dura, pero después de un par de lamidas profundas, le escucho decir:—Hablamos luego. —Finaliza la llamada y tira el teléfono antes de relajarse en la silla y dejarme hacer. Yo me luzco, le acaricio, le lamo, succiono y juego con el ritmo, mientras Raúl intenta no perder la cabeza. Cuando finalmente se corre, dejo que salpique un poco en mis pechos. Él se ríe y me recuerda que soy un espectáculo de mujer. —Gracias —respondo. —¿Hoy estás de humor para hacerlo, pelo? —Claro, es que siento que eres un infiel, pero con moderación. Ayer, por ejemplo, te dejé limpio. ¿Qué haces aquí hoy? —Vine a dejarte tu paga y a decirte que el jet está disponible cuando quieras irte. Además, te traje un par de regalos y quería invitarte a dar un paseo personalmente. —Él se ríe.—¿Crees que solo soy infiel contigo? —Tú necesitas conectar con la persona con la que estás en la cama, por eso la anterior se enredó. —Seguro —responde. —Me voy hoy —respondo—. Tengo cosas que hacer. ¿Cuáles son tus planes? —Iremos a Aspen a andar sobre nieve. —Qué buen papá —le felicito mientras voy a buscar con qué vestirme. Escucho a Raúl ordenar lo que se ha vuelto mi desayuno favorito y le pregunto si está bien que tome una ducha rápida. Él asiente y abre las puertas hacia el balcón mientras vuelve a vestirse.—¿Se divierten tus hijas? —Sí, las he dejado faltar al colegio toda una semana. El colegio carísimo que pago para que aprendan como diez idiomas y mil cosas más. Pobres, la verdad siempre tienen un montón de tareas —me río. —Eres un buen papá —afirmo—. No eres buen esposo, pero las amas a las tres y con ellas pareces lo más dulce del universo. —Me gustaría otro —confiesa mientras se acerca a mis nalgas. Aparto un poco el pecho para verle y pregunto: —¿Me estás pidiendo un bebé? Raúl se ríe mientras niega con la cabeza, entonces cuando me dice que soy un bebé, a comparación de él; es cierto, y que no está interesado en tener un montón de hijos regados por ahí a los que nunca ve, eso es bueno. Entonces, le felicito, un bebé post infidelidades de mamá y papá suena sanador, Ralph vuelve a reírse y yo lo acompaño. —Lo que me gustaría es que estudies algo. Yo invito. —¿Algo como qué? —Mina, eres inteligente, joven y guapísima, pero cuando todo esto se vaya, cuando haya un bebé o quieras otro estilo de vida... ¿Cómo vas a hacer? —pregunta—. ¿Cuál es el plan? —No soy buena estudiante. Los idiomas me parecen fáciles, sé leer y me gusta y aprendo cosas, pero me cuesta responder exámenes, me pongo muy nerviosa y escribo cosas terribles y me quedo y eso me deprime. —Tengo buenos contactos. Puedes elegir una universidad y entrarías. Lo que necesito es que quieras estudiar algo. —¿Me quieres ayudar o quieres que estudie? —Quiero ayudarte. —¿Entonces, puedes guiarme un poco? Educación financiera... aconsejarme sobre dónde, cuándo y cuánto tengo que invertir. —Hay cosas que puedes sacar en línea, a punta de proyectos y trabajos. —Sí, pero no estoy lista para decepcionarme. Sabes que los adictos no pueden enamorarse o comprar cosas muy grande, nada de proyectos ambiciosos por doce meses. —Lo sé, veré que puedo hacer y que cosas te convienen y hablaremos de esto cuando estemos de vuelta en Mainvillage. —los golpes en la puerta con el anuncio de nuestra comida se hacen presentes. Raúl va por la comida y cuando regresa le doy las gracias, para eso somos los amigos.
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