La información es poder

1159 Words
Felipe mira a su padre molesto y yo suspiro antes de buscar a dónde ir, si dentro de una casa que no es mía y en la que no están cómodos después de invadir mi privacidad, o irme caminando a quién sabe a dónde, porque puede que de copiloto no haga más que dormir y preguntar si ya hemos llegado. Felipe nota mi indecisión y su padre repite que no tiene nada en contra de mí o mis esfuerzos por sobrevivir a las injusticias de la vida, pero recalca que está en la obligación de preocuparse por su hijo. Yo asiento como si estuviese de acuerdo y Felipe le indica que ha sido suficiente. No logro ir en dirección hacia la casa y él me quita los pañales de la mano, se los da a su padre y a paso apresurado camina conmigo hacia el auto. —Felipe, no es para tanto. —Sí, es bastante. Me parece una falta de respeto que hayas enviado a investigar a mi novia y me parece aún peor que tengas los huevos para decirle que no es suficiente. Te recuerdo que mi bisabuela no era suficiente para el bisabuelo, que mi abuela no fue suficiente para nadie en esta familia y como si fuera poco, mamá tampoco ha sido nunca lo que esperaban. —¿Felipe, qué pasa? ¿Por qué discuten? —No necesito tu herencia, papá, porque yo solo he construido lo mío y en cuanto a tu apellido puedo dejar de usarlo cuando me lo pidas. Lo que no voy a aguantar es que le pases por encima a mi novia porque te sientes exquisitamente especial esta tarde. —Felipe, hay personas que son buenas para uno porque sacan lo mejor de ti, hay otras que pueden hundirte. ¿Qué pasa si ella vuelve a las drogas o a las malas influencias? A la gente no le importará si han terminado o si siguen juntos, te tacharán de lo mismo y peor, solo por asociación. Abre los ojos. —Felipe, ¿de qué le estás hablando? Tú te casaste con una cabaretera —comenta su hermana. Su familia parece más ocupada en destacar sus errores y sus flaquezas. Es entonces cuando él sube al auto, da reversa y conduce hacia la salida. Yo no sé qué decir, solo me quedo en silencio y le recuerdo que hemos dejado nuestras cosas en casa. —Compraremos más —asegura como si fuera nada, y decido no volver a hablar porque Felipe está violentamente molesto, va a alta velocidad y su mandíbula está tan apretada que estoy segura de que con un mal movimiento se le afloja un diente. Coloco mi mano sobre su rodilla y me quedo mirando por la ventana. —Lo siento muchísimo, Miona, no sé en qué estaba pensando cuando te propuse siquiera venir aquí. —Tranquilo, es tu familia. Es normal que traten de ayudarte y es normal que se escandalicen —comento—. Lo has leído. —No, esa es la persona que fuiste, no es la mujer que está aquí sentada a mi lado. —Soy un poco de ambas, Felipe. —Mina, es obvio que eres un trabajo de remodelación, pero quién no lo es. Mi hermano era tan fiestero, tan fiestero, que cuando le tocó ponerse serio decidió fundar un club tras otro, con las fallas que encontraba en los lugares a los que solía asistir. Mi primo es ultra gay y su madre dejó de hablarle solo por eso. Carlota se puso un piercing a los dieciséis y se le infectó, tuvieron que operarle el ombligo. Todos hacemos estupideces. —Sí, pero las tuyas son risibles, las mías son un poco más serias. Me echaron de mi último trabajo normal porque un ex yonqui me propuso chupársela en medio de una cafetería a las 4 de la tarde, llenísima, y dijo enfrente de toda esa gente que me había follado las tetas y un montón de lugares más. Felipe, si te pasa eso conmigo... —Eres familia para mí. He dejado claro que no quiero besos a escondidas o fines de semana, quiero todos los días. Eso significa que me ocupo de ti y si tengo que borrar cada uno de los errores que has cometido y si tengo que mentir, lo haré. —Tu familia tiene razón... —No nos hagas esto, Mina. No intentes robarnos la felicidad en nombre de gente que no sabe amarse siquiera a sí mismos. Los dos compartimos una mirada y él sigue conduciendo mientras yo pienso en todo lo que podría resultarle vergonzoso a Felipe. Él piensa a dónde podemos ir, si a un hotel o a una especie de hostal. Me pide revisar en internet lugares bonitos, cómodos y equipados. Yo veo dos casas en alquiler para una o dos noches, él las mira y llama para preguntar, antes de dirigirse hacia uno de los lugares. Vemos la casa y a él le encanta. Parece estar en el centro de este pueblo demasiado escondido, con salida al mar. Felipe parece encantado con la idea de estar solo a 75 metros del agua. Renta el lugar a un precio ridículamente caro y me promete que si no podemos pasar las vacaciones con su familia, eso no impedirá que la pasemos bien entre nosotros. Felipe rodea mi cintura con sus manos especialmente lindas y me mira a los ojos. —Te amo, a ti, a la del pasado y a la del futuro, porque me quieres tal cual soy. —También te amo. Felipe me besa y mientras sus brazos me envuelven, yo le beso con la misma pasión y fervor. Él me carga hacia el interior de la casa. En cuanto me deja sobre el sofá, le quito la camisa y le beso en el pecho. Prometo que él es todo lo que quiero: sentirme segura, deseada y, sobre todo, amada. Cambiamos de posición en el sofá y yo desabrocho mi sujetador Felipe me observa embobado, yo le acaricio el pecho con la yema de mis dedos y los deslizo hasta llegar a su pene, lo rodeo con mis manos y jugueteo con él. Felipe, acaricia mis pechos, juguetea con ellos y se inclina pasa besarlos, le observo mientras nos damos placer mutuamente, le dejo adorarme y le adoro de vuelta porque sin importar lo que digan los demás, felipe es todo lo que quiero. Él es mi paraíso, pero definitivamente es familia tiene razón yo podría ser su infierno, yo sé que cuando me salgo de control simpelmente soy monstruosa. —Felipe, eso que tiene tu papá es un documento físico o digital. —No sé por qué importa. —Quiero que lo leas, quiero que te sientes y lo leas y después decidas. —Mina no va a cambiar. —Ábrelo y léelo— le pido. —Nunca quiero que pienses que te engañé o te vendí algo que no era, léelo.
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