Yo rasco tu espalda

1344 Words
Raúl me saluda con un beso en la mejilla, luego toma asienta a mi lado y da un sorbo de café. Me informa que su mujer tenía otras preocupaciones que no soy o aparentemente una de sus hijas necesita un tutor, y ella, solo quería asegurarse de que su esposo estuviese en una sola pieza y que fuese a llegar a dormir. A mí me suena a que ella sabe que hay alguien más, pero no va a llegar a soltárselo así. Él toma también de las papas y me quedo mirándole en silencio, él se ríe y me promete comprar más de todo en un momento, pero antes pregunta: —¿Viniste a matricularte?— me vuelvo a reír. —No, guapo, si te cuento te montas un pancho. —Soy todo oídos —me guiña un ojo. —Tengo una media hermana, y su papá, está teniendo problemas económicos. —Explico. —Quiero pagarle las cuotas de la U para que pueda hacer exámenes finales y no estén preocupados por eso. —Déjame entender, te pagué cien mil dólares… ¿En lugar de matricularte en la universidad vas a pagárselo a tu mitad hermana? —Sí. —Eres muy estúpida, pero muy dulce. —Gracias por insultarme. —¿Ella te lo pidió? Brenda me había pedido que la dejara sufrir o abandonar sus sueños tranquilamente, yo, no voy a hacer alguna de las dos, ni pienso decirle por qué no quiero necesito que me lo devuelva, si bien invertirle el dinero que gane y lo ahorraré, no quiere decir que no voy a gastar en lo que es necesario. —No. Fingiré que es una beca. Su papá es un mentiroso profesional, algo senos ocurrirá. —¿Tú qué haces aquí? —Tengo un hermano, por parte de mamá y papá. Es un imbécil y se fumó la matrícula, vine a pagársela y lo voy a meter en alguna clínica, treinta días, vendrá a hacer los exámenes y mis papás no se darán cuenta de esto nunca. —Yo estuve internada en Peace. —Eso es muy personal, Mina. Trato de descifrar si lo que es muy personal es malo porque se trata de drogas o porque no quiere saberlo. Su rostro no es de juzgarme y tampoco parece sorprendido. Raúl me pasa una mano por la espalda y se lleva unas cuantas papas en la boca. —Ya no te cuento más. —¿Cuéntame si estás muy recuperada? —Mucho, no bebo ni fumo, ni pienso en drogas, pero, estuve ahí como cuatro años. —¿Tantos? —Sí, al principio no quería hacer nada y después no sabía qué hacer. —Me encojo de hombros. —Lo logré a mi tiempo y cuando quise poner de mi parte. —¿Cómo pagaste Peace? —Es personal. —Del tipo que no quieres contarme. —Sí. —Se pagan 3.5 millones por año. —La sorpresa es evidente en mi rostro—He investigado varias opciones para mi hermano. —Puta, qué caro. —Sí. —¿Sabes qué he aprendido de todo esto? —¿Qué? —Las drogas tienen un trasfondo y psicológico, he destapado todos los niveles de dolor, desconfianza, dolor, y muchas cosas venían de mi infancia. —Mi hermano es un hijo no deseado. Yo tenía casi quince años, y mi mamá quedó embarazada, justo antes de que se cumpliera el “plazo de su matrimonio”, sentía que mi papá le iba a dejar y se embarazó y mi hermano sabe que ninguno de los dos se quieren y mucho menos a él. Yo tuve papás, él solo tiene un hermano mayor. Raúl parece triste y entiendo que muchas mujeres creen que un hijo amarra a un marido, probablemente cuando en discusión están millones de dólares y un ego gigante, es justificado, sin embargo, no importa si eres rica o pobre, nunca funciona, te quedarás con el título de esposa y después él seguirá haciendo lo que hace Raúl conmigo. —Pobre niño, rico—Raúl se ríe, un joven se acerca a Raúl, le mira a los ojos, está nervioso. Sé que es su hermano porque es una copia idéntica, más joven, delgado y un poco más alto, sonríe y me examina en silencio. —Buenas. —Me saluda y ve a su hermano divertido. —¿Raúl, me vas a salvar o qué? Pone cara de arrepentimiento. Se ve como Raúl, pero no deja de llevar look de adicto, totalmente descuidado, mal vestido, desgastado, con unas ojeras impresionantes. Se jala cada uno de los dedos, y sé que en el momento en el que su deuda sea saldada irá a fumar o hacer algo peor. —Te voy a salvar, pero vas a orinar en un tarro por seis meses —Me mira de reojo algo incómodo. —Y vas a ir a terapia hasta que quieras dejar de cagarte en tu vida. ¿Entendido? —Sí, señor. —La próxima vez no voy a llamar a papá, quiero que sepas que el que estará dolido y muy decepcionado soy yo. —Es un adicto. Tus sentimientos se le olvidan en el momento en el que se engancha —le digo a Raúl.—Jalo de la camisa a su hermano y le obligo a mirarme. —No seas mamón. Si quieres cumplirle a tu hermano, hoy que no has consumido te montas en el auto y vas a un lugar a limpiarte y cuando lleves treinta días sin nada y te lo pienses cabrón dos veces antes de volver a ponerte algo. —Lo que ella dijo. —A tu mujer no le va a gustar saber que estás paseándote con una de tus amantes. —Decepcionarme es algo que puede que se me pase. El día que se te ocurra, lastimar a Alina te juro que te corto los huevos y te corto las alas, los huevos y el culo. ¿Te queda claro? —pregunta Raúl y le da un golpe en la mejilla. —¿Claro o qué? —Claro, Raúl, solo … Ayúdame, estoy desesperado, haré lo que quieras. —¿Eso le dices al que te vende?—El joven me empuja y Raúl se molesta nuevamente, se pone en pie y queda a la altura de su hermano, le aprieta la mandíbula y le golpea un par de veces en el rostro. —Estás hablándome y estás drogado. Viniste a clase drogado, Federico. —No voy a pagar ni mierda. Tienes veinticuatro horas para internarte—le advierte y me toma del brazo, —Ven, voy a ayudarte—me informa y me lleva al área de cobros. Raúl ha tenido que donar cifras impresionantes de dinero para que no echen a Federico de la universidad, así que como el buen donador que es su dinero siempre es bienvenido. Pasa su tarjeta y paga los desastres de su hermano, luego llama a su secretaria y le pide que deposite diez mil dólares a la universidad de su hermano, me asegura que debe ser menos, pero no nos van a dar la cifra que debe por respeto a la privacidad del estudiante. En veinte minutos, toda la operación está hecha, nos informan que ha quedado un residuo y Raúl les pide que lo dejen a fondo, a modo de beca y se ofrece a poner un poco más, le miro agradecida, sorprendida y él sonríe. —Raúl, mi intención nunca ha sido esa. Lo que sea que te deba lo pago. —Para mí no es nada. —Descuéntatelo o iré gratis a Nueva York. —Con las gracias es más que suficiente, tu hermana tiene una excusa para retrasarse, mi hermano es un imbécil y la verdad, que ser hermanos mayores es una cagada. —Gracias, Raúl —respondo y le abrazo. Raúl se ríe, se acerca a mi oído, me quita el pelo que cubre mi oreja y besa mi mejilla, rápidamente murmura: —Pienso sacar dos días libres y hacerte pagar.
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