Lo que has sido

1323 Words
Yo siempre he creído que no hay que morder la mano que te da de comer. Es una expresión que solía decirnos una de las monjas del orfanato para que recordáramos ser agradecidos, amables, educados, pero, desde mi punto de vista es una regla de vida. Después de cuatro meses viviendo con Rodrigo y Brenda me había pulido no solo con limpiar la casa, sino con sacar bastante dinero de nuestras ventas para colaborar con la renta. Mi amiga y su padre no estaban pasando una de las situaciones económica son emocionales más fáciles del mundo, las adiciones de Rod le habían llevado a perder todo el dinero posible, según Brenda, la mayor pérdida de dinero fue durante su divorcio, su madre había tomado la mitad de todo y un poco más. Ahora, ambos tenían trabajos, pero la colegiatura era muy cara y algunas veces los materiales para sus proyectos también, eso no lo cubre el préstamo. Así que en las mañanas vamos juntas a vender fritangas, dulces, bebidas, cerca de colegios, bancos y clínicas, cualquier lugar en donde estés estresado y parezca una excelente idea comer chips de tortilla llenos de queso y carne o emanadas grandes muy fritas, algunas bebidas naturales o café. Rodrigo nos había conseguido un carrito lo cual nos había permitido llevar más cosas y mantener las temperaturas, incluso cocinar. Era un buen negocio y a mí me gusta pasar tiempo con Brenda, además a ella se le da bien calcular y preparar los alimentos mientras a mí se me da mejor negociar ventas más grandes. —¿Estás muy ocupada?—pregunta Mina a Brenda. —No, solo estoy cansada. —Tú me masajeas los pies y a ti —soluciono mientras le alcanzo la crema. Brenda toma el frasco con crema y se queja porque mis pies le parecen demasiado bonitos. —Creo que son perfectos—comento y ella ríe. —Tengo un par de sorpresa, yo voy a preparar la cena y tengo un regalo sobre el negocio. —Me da pena que me dejes tanto. Podemos ir 50-50. —No hago ni la mitad que tú y yo tengo otro trabajo Brenda y me está yendo bien. —¿Te gusta ser mesera? —Me han ascendido, soy ahora como jefa de meseras y preparar café para mí es fácil y me gusta el olor, la gente vine a todas horas y está cerca del parque lo queme da tiempo de ir a correr y ver los animales. —Eso es bueno—reconoce mi amiga mientras continúa acariciándome los pies. —¿Has hablado con tu padre? —No, le envié una carta a su oficina, le agradecí por el tratamiento, pero creo que él es uno de mis detonantes y prefiero mantenerlo lejos. Ya llegué hasta aquí sola. Necesito saber qué quiero hacer conmigo misma. —Puedes hacer trámites para la universidad. —Ay no, Brenda. No soy tan inteligente. —Eres inteligente a tu manera. —Bueno, no hay planta. Pienso que me independizaré en un par de meses. —Tu papá… —Olvídate de él, por fa. Mi papá no es Rod quien ha dado todo por ti, todo su dinero, su energía y su tiempo en recuperarte y darte lo que está a su alcance. Mi papá me dejó en el orfanato pudriéndome. —Tal vez no podía en ese momento … Pero parece. —Brenda, a veces uno solo quiere pasar un rato tranquila. Salí de la habitación y fui a terminar de preparar la cena, Brenda salió a preparar las cosas para el día siguiente. Rodrigo regresó cansado y le di mi sobre con el dinero, él sonrió y me felicito por mantenerme limpia y sobre todo por trabajar tan duro. Rodrigo me dio un beso y un abrazo como hacía con su hija y Brenda sonrió complacida antes se disculparse por ponerse pesada en la habitación, mi amiga también me felicitó y sentirme parte de su familia, por pequeña que fuese, por limitadas que fuesen nuestras situaciones, me llena de alegría. El trabajo en la cafetería estaba lleno de diferentes clientes, o sea, servir café debería ser simple, pero hay mil maneras de tomarlo, por no hablar de los tés, la gente puede hacer que el té sea complicado. Una mujer, Madison ingresa todos los días a la misma hora y pide la misma orden, un café n***o con un paquete de semillas, una botella de agua y un Chai latte, se los terminé de preparar y se los llevé a la fila. —¿Eres Mina, cierto?—preguntó mientras probaba sus bebidas. —Sí, la mujer me paga y me da una buena propina, sonrío y le doy las gracias. —¿Tienes unos minutos libre? —En quince minutos me dan un receso. —Te esperaré, compra algo para ti —ordena y me da más dinero como si le sobrara, voy a pagar a la caja y atiendo a unos clientes intento dejar todo lo más ordenado posible para que los sea complicado para mis compañeras mientras yo estoy porque se acerca la hora del café y el té. Finalmente, me acerco a Madison y le pregunto si puedo tomar asiento. Ella sonríe y palmea el banco en el que se encuentra. —Estás perdiendo el tiempo Mina. Eres inteligente, guapa, sabes varios idiomas y he leído tu expediente en Peace, has pasado estudiando el último año y medio pata algo mejor que ser una mesera o la barista que prepara un buen café. —Ese expediente es confidencial. —Respondo—No voy a vender drogas y no soy lesbiana —La mujer me mira a los ojos y ríe. —Quiero que seas dama de compañía. Cinco mil dólares la actividad, diez mil la noche y tú decides si hay sexo o no, eso tiene un porcentaje adicional el cual es 100 % tuyo. Yo gano excepto para clientes frecuentes quienes pagan un solo precio. Eliges a tus clientes. Te daré una nueva identidad, dinero, transporte y ropa, solo tienes que aceptar y yo me haré cargo de ti económicamente. Podría tener una carrera, una vida estable, retirarte en unos diez años y hasta conseguirte un marido rico al que se le olvide que se la has chupado a la mitad de sus amigos. Es fácil y es bueno. —No creo que sea para mí—respondo. —Aparte de bonita eres carismática y entiendes a la gente, sabes lo que quieren. —Creo que la respuesta es no. —Cuando esté segura de que es sí puedes llamarme a cualquier hora.—promete y se pone en pie para irse. El resto de mi jornada la hago incómoda, pensando en Madison la mujer elegante y refinada que entraba todos los días al café y a quien no supe leer. Me quedó muy claro que las cosas se salían de control cuando uno de mis compañeros de drogas y fiesta entró al café completamente colocado, con la ropa sucia y me saludó con mucha familiaridad, destapó una de las bandejas en las que se exhiben los brownies. Me intenté alejar horrorizada. Él me preguntó con la intención de que todo el restaurante escuchara si quería una raya. —No le conozco. Disculpe, pero estoy trabajando. —Entonces, como sirves café y cosas dulces no puedes darte el gusto de una jalada. Eso es una mamada, vamos Mina y te meto la polla por una jalada. —Por favor, señor, no lo conozco. —¿Te da vergüenza ser una putita drogadicta? —dice mientras me toma de las mejillas. —Chúpamela aquí perra. —Grita. Yo lloro y siento la vergüenza recorrerme y el administrador me ayuda a apartarme del joven, lo sacan de la cafetería y me llevan de inmediato a la oficina. No me preguntaron nada ni me dan oportunidad de explicarme. Simplemente me despidieron.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD