Remate

1371 Words
Me senté el resto de la tarde en el parque alimentando a los animales y pensado en mi siguiente paso. Reconocí que me gustaría estudiar o poner mi propio negocio, pero lo último que quería ser deberle dinero a mi padre deberle gratitud más que lo económico. No tengo calificaciones como Brenda así que no conseguiré una beca fácilmente, por lo que; fui a imprimir unos currículos los dejé en algunos restaurantes. Con mi liquidación en el bolsillo paso por la compra al supermercado y voy de regreso a casa. A unas cuadra de la casa veo que un auto está siguiéndome. En lugar de echarme a correr, me detengo y espero a que él baje, mi padre sale del asiento del copiloto y se acerca lentamente hacia mí. —¿Podemos ir a tomar algo o comer?—pregunta. —¿Leíste mi carta? —No estaba en el país Carmina, salí por negocios. Hoy fui a verte a la clínica, no estabas y te he buscado por toda la ciudad. He acabado cuentas de drogas y he amoblado el apartamento. —¿Puedes decirle a tu familia, que lo arruinaste, que tuviste un amorío? ¿Puedes contales que existo y que cometo errores, pero, quiero desesperadamente una familia? —Mina, solo dame tiempo. —No, has tenido todo el tiempo del mundo. Es todo o nada, es una cosa de adictos, no puedo probar una droga pro más pasaba que sea, porque soy una adicta a las drogas. Empiezo con una estupidez, sin darme cuenta estoy montada en cosas más fuertes, tú eres un mitómano. Vas a seguir mintiéndome, porque tu droga es mentir, esto es demasiado elaborado para alguien corriente, eres un mentiroso profesional. A ellos y yo no voy a ser tu secreto, guárdate el dinero los contactos y todas tus mierdas, no lo quiero si soy un fantasma. —Mina, las cosas no son fáciles. Mi esposa… Ella lo sabe, le he dicho. Mis hijos no y no estamos muy bien. —Hasta luego don Demetrio. —Cuando lo hago encuentro a Brenda y a Rodrigo suplicándoles al casero que no los echen. La joven se acerca corriendo y Brenda llorando y muy avergonzada le cuenta que su papá llevan cinco meses sin pagar la renta y que los van a echar. Yo me acerco a Rodrigo y le pregunto donde está el sobre que le di en la noche. —No lo tengo —reconoce con la voz rota. Yo le doy al señor le que quedó de mi salario y voy corriendo a mi habitación donde tengo más dinero. Voy corriendo a la habitación de Brenda y busco el dinero escondido que tengo. Calculo cuánto tengo en total y me acerco al casero, le prometo, le ruego que nos deje quedarnos, el hombre cuenta el dinero. —Esto salda la deuda, sin embargo; aquí ya no pueden quedarse. —Por favor—ruega Brenda mientras llora. —No nos eche, denos unos días. —No tengo tiempo para gente ladrona como ustedes. —No somos ladrones —respondo le doy una cachetada, le arrebato el dinero de la mano y me alejo.—Somos pobres y usted lo sabe, sabe que necesitamos la casa y el dinero, los contratos se hacen con una salvedad de desempleo seis meses. Yo soy la encargada de pagar esta renta y actualmente no tengo a dónde ir ni dinero. ¿Dónde está la orden del juez? Sin la orden del juez no pueden sacar nada. Voy a llamar a la policía —anuncio y le pido a Brenda su celular. Mi amiga me ve impresionada al igual que el dueño, los vecinos curiosos se esconden detrás de sus cortinas, otros salen y el dueño acepta darnos tres días para irnos. Yo me dirijo junto a mi amiga y su padre, mi familia, al interior de la casa. Cerramos la puerta y todos lloramos por diferentes cosas. En mi caso, lloro porque me gustaba mi trabajo y ya no lo tengo, Rod porque le gustaría proveedora su hija y ni puede hacerlo y Brenda porque se siente culpable de vivir sus sueños. Los tres nos abrazamos y después de unos minutos les sugiero que empecemos a empacar lo que se pueda vender y lo que se van a llevar. Llamo a Madison y concreto una cita con ella para el día siguiente en la mañana, la mujer suena feliz por el cambio de opinión y pide los datos aunque sé que debe de tenerlos, luego voy a la habitación de mi amiga y le entrego todos mis ahorros. —¿No vienes con nosotros? —No, Brenda. Mi amiga me toma de la mano y su papá nos trae chocolate aliente acompañado de una disculpa. Rod reconoce que sí ha estado atrasado con los pagos de la renta, lo han despedido de su anterior trabajo, y lo que ha encontrado no paga tan bien los gastos de la casa, el porcentaje de la cuota universitaria es demasiado alto para él y la renta es muy alta. No les alcanza, pero no encontró el momento o la forma de decir que debían irse de ahí. —¿Estás usando drogas? Porque Mina y yo hemos estado dando para la renta. —Brenda, el préstamo te cubre un 60 % de la carrera por los primeros dos años. Yo estoy haciéndome cargo del resto, con lo que trabajan y con lo que me dan lo he estado pagando. No estoy drogándome en absoluto. —Brenda, aquí se paga demasiado de gastos básicos. —Yo creo que debería dejar la universidad. —De eso nada, vas a ver que la situación económica ahorita mejora para todos —promete Mina. —Conseguiremos algo más pequeño y más económico. Venderemos algunas cosas y con eso estaremos listos por el resto del año. El próximo lo tendremos una constancia de tus notas y podremos aumentar el préstamo a una cobertura total de los estudios. —Rod besa la frente de su hija. —Todo va a estar bien. Muchas gracias por tu ayuda, Mina. Rodrigo sale de la habitación con la promesa de hacer la cena y su hijo cierra la puerta. Brenda llora porque está enojada, triste, avergonzada y sobre todo se siente culpable, la dejo llorar y le abrazo con fuerza mientras espero que se tranquilice. Lo dejamos todo ordenado, limpio y acomodado para que se puedan mudar en la mañana. Me acuesto en la misma cama que mi amiga y ella me pregunta: —¿Por qué no vienes con nosotros? —Me despidieron de la cafetería. Una clienta me ha ofrecido ser su asistente, mañana tengo la prueba y dice que saldré del país en unos días le gusta como trabajo. —Eso es impresionante Mina, me alegra mucho por ti. —responde. —Solo… no te hagas daño. Sigue con la terapia, sorbe todo, no me dejes de llamar—Las dos bostezamos antes de que se lo prometiera, siempre que le necesitara estaría con ellas. A la mañana siguiente, tomé mis cosas, me despedí de Rod y de Brenda y subí al auto que me esperaba frente a la casa. Para llegar a casa de Madison hacía falta dos horas. Era un lugar amplio, preciosos, con mucho verdor al rededor y sobre todo muy discreta. La mujer me dio la bienvenida y me explicó lo mismo que la noche anterior, me entregó un contrato y me pidió que lo leyera con ayuda de un abogado quien iba a interpretándome paso por paso lo que decía. Ella se sentó a beber café n***o a un lado en silencio. —No quiero relacionarme para nada con los Waitly. Prefiero clientes fijos que estar probando sabor por sabor y nada de adictos. ¿Puede poner eso en mi contrato?—La mujer me miró divertida y asintió hacia el abogado. —¿Algo más? —Necesito vivienda, un sitio seguro y al nivel de los clientes. Quiero que estén cómodos y necesito que esté amueblado y que sea discreto pero no incómodo. Necesitamos hablar de cláusulas de terminación y cancelación del contrato. —¿Cuándo planes iniciar? —Hoy mismo si quieres.
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