¿Me aceptas?

1382 Words
Cuando llego a la puerta y la abro, me doy cuenta de que no se trata de Álvaro, siento gran alivio. Es el dueño de la casa y me pregunta si me molesta que haga un cambio del cilindro de gas. Yo asiento y él sonríe agradecido. El hombre ingresa a la casa y yo busco algo con que cubrirme bien para estar más cómoda, y en menos de diez minutos, el señor está haciendo la prueba y asegurándome que todo está listo para que cocine por semanas. Me río porque hasta el momento el plan es pasar aquí unos días, pero quién sabe, por qué no, he escuchado que Felipe tiene dos semanas de vacaciones y pasarlo junto al mar es la mejor idea que se nos podría ocurrir. Me hago una nota mental para eliminar por completo este número en cuanto me sea posible. Veo una foto de Raúl con su familia, él tiene a su mujer agarrada de la cintura y toma la mano de sus dos hijas, son una familia impresionantemente preciosa. Yo evito colarme entre sus mensajes porque no quiero arruinar el buen momento que mantiene con su esposa. Me quedo mirando un programa de cocina y me muero de risa, la gente puede ser una mierda cuando es competitiva. No me doy cuenta de que han pasado dos horas, pero quedo queriendo más capítulos. Voy por mi celular para buscar cuándo se emiten nuevos capítulos, y vibra directamente sobre mi mano. Tomo la llamada y escucho su voz, es Álvaro. —¿Mina? —Sí. —Estás molesta. —No todo es sexo para mí. —Lo sé ahora. —Me tengo que ir. —Cuídate. —Adiós —respondo y finalizo la llamada. —No van a durar, tu familia política me ha ofrecido treinta millones de dólares solo por decir que has trabajado para nuestra compañía. Le he pagado la mitad a Madison, pero encontrará a alguien empleado, a alguien que sepa, y se los darán. —Gracias por avisarme y protegerme. —Bye, nos vemos. —Adiós, Álvaro. Finalizo la llamada y casi veinte minutos más tarde, Felipe regresa a casa. Yo le pregunto por mi nuevo programa favorito, pero intento no preguntar por los detalles de la reunión a la que ha asistido. —¿Quieres saber qué ha hecho mi abuelo? —La verdad no. —Estás muy callada. —Solo quiero acostarme y dormir. —Vale, te ves cansada. —Sí. —¿Has visto MasterChef? —pregunto mientras le tomo de la mano y lo dirijo hacia nuestra habitación. Felipe se ríe y se va a cambiar al baño, yo intento averiguar de lo que me he estado perdiendo y leo todo sobre el chef Ramsey mientras espero a Felipe, o me quedo dormida de nuevo. Al día siguiente, Felipe decidió llevarme a navegar, lo cual para mí fue la experiencia más fascinante de mi vida. Estuvimos tres días en alta mar, comiendo, bañándonos, viviendo a la luz solar. El paisaje era espectacular y, para poner la cereza en el pastel, estábamos juntos. Vimos los mejores atardeceres y disfrutamos de los privilegios que muchos no se permiten disfrutar. Cuando regresamos a nuestra casa de alquiler, nos encontramos con Felipe y Carmela esperando, sentados en el porche. Yo le ayudo a su hija a bajar las cosas y le animo a ir junto a sus padres. Felipe se disculpa conmigo y se acerca a ellos, les da un beso y un abrazo a su madre, quien parece haber estado afligida por no poder verle, y su padre y él no se dirigen la mirada. —Nosotros somos una familia, y no vamos a vivir así —les advierte la mujer antes de venir hacia donde estoy. La saludo y ella me toma de la mano. —Felipe, Mina es una mujer inteligente y guapísima que tiene un pasado de mierda y Felipe, por alguna razón, la quiere. Puedes darle una oportunidad. La gente no tiene que quedarse en una etapa de la vida, si así fuera, juro por Dios que estaría usando crop tops y tú estarías buscando una excusa para no dejar la casa. —Lamento haberte ofendido, Carmina. Mi obligación es con mis hijos y mi esposa. —Si así fuera, Carlota no estaría con ese imbécil —murmura su esposa. —La diferencia es que él tiene dinero y una familia que le respalda, y yo no —respondo—. La verdad, pude haber elegido el camino fácil y dejar que Demetrio hiciera todo por mí, incluso casarme con alguien que manejara mi vida. Pero, si algo he aprendido, es a cuidar de mí misma, a valorar las cosas pequeñas como la salud y la vida en general. Felipe es mi familia y, por consiguiente, no quiero que vivía peleado con ustedes por mi culpa. Si tienen en su corazón darme una oportunidad, yo se las daré a ustedes. Felipe sonríe complacido y su padre intenta relajar el ceño. —De nuevo, una disculpa, Mina. —Recibida. Ahora, dejé la masa para un postre de chocolate, ¿les gustaría con un café? —Claro —responde Carmela antes de ofrecerse a ayudarme con una de las bolsas. Su hijo me da un beso en la mejilla y murmura un agradecimiento. Él va a dejar las cosas en la habitación extra y su padre parece estar evaluando el lugar en el que nos hemos hospedado. Carmela, por su lado, me pregunta cómo su hijo puede comer ese pastel y no otros. Entonces le explico lo que he leído sobre la harina de almendras y el cacao que se produce fresco en algunos lugares de Mainvillage. Pongo la masa en el congelador y su hijo nos observa desde la sala mientras enciende la chimenea. —Han regresado a tiempo. —Sí, la lluvia amenazaba con dejarnos atrapados. El plan era para cinco días y lo acortamos a tres. —¿Has disfrutado? —pregunta su padre. —Sí, ha sido espectacular. Anoche tuvimos un cielo superestrellado, el amanecer de hoy fue precioso. Toda una experiencia, y Mina ha aprendido algo sobre la vida en alta mar. —¿Te has animado a conducir esa cosa? —pregunta Carmen sorprendida, y yo me río mientras le cuento un poco de los desastres que casi hacen que nos hundiéramos. Ella ríe emocionada con mi historia y entre las dos intentamos disipar la tensión entre los hombres dentro de la casa. Después de la partida de mis suegros, Felipe y yo solo queremos descansar. Lavo el pelo lleno de agua de mar y me quedo bajo el agua. —¿Tardas mucho? —pregunta Felipe. —Estoy sacando el producto hidratante. —Vale, te espero —responde y regresa a la habitación. Yo me apuro un poco en quitarme la mascarilla del pelo y después limpio bien mi piel. Luego me seco y me coloco un pijama que le he robado a Felipe. Me acuesto a su lado y él me rodea con el brazo antes de mirarme sonriente y encender la televisión. Pone mi programa favorito, el MasterChef Estados Unidos desde su temporada uno. No le pregunto cómo lo ha conseguido porque definitivamente Felipe es un genio, pero me encanta. —Tengo que preguntarte algo. —Claro. —Cuando regresemos a Mainvillage, ¿quieres vivir conmigo o cuál es el plan? —Bueno... estoy desempleada, así que el plan es encontrar un trabajo en el que me acepten con mis antecedentes. Luego intentaré buscar algo cómodo donde vivir y creo que podemos salir y ser novios normales. —Estaré viajando mucho por negocios, y me gustaría aprovechar y que me acompañes. Será mucho ir y venir, pero así no estaremos mucho tiempo separados y no estoy listo para ello. Después puedes decidir si quieres vivir conmigo o volver a tu apartamento. —¿Puedo pensarlo al menos? —Claro —respondo. —¿A qué se debe el cambio de tu padre? —100 % se debe a mi madre. Según ella, no vamos a celebrarle el Día de las Madres ni el cumpleaños por unos meses. —Yo me río y asiento, mientras me voy acomodando al lado de Felipe, y esta vez él es quien se duerme primero.
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