Ver el futuro

1767 Words
Tanto Felipe como Demetrio estaban encima de que me recuperara y estuviera lo más cómoda posible y lo más feliz posible. Mi novio intentaba ser el centro de mi universo y por eso pasaba todo el día trabajando desde casa para acompañarme, básicamente verme dormir porque los antidepresivos me dan sueño. Mi papá visitaba todos los días, me observaba tomar el medicamento y comentaba la resolución de sus abogados con respecto a todos los casos. Mucha gente en mi lugar pediría una compensación económica, yo... no quiero ese tipo de dinero porque la verdad no reconstruye los meses que he pasado estresada, avergonzada y sobre todo no quita que me hayan golpeado en el trabajo. Para mí, el mejor castigo es que ese hombre no podrá ser el jefe de nadie nunca más, que todas las empresas sepan quién es, y a mí me dejarán a un lado. En un año, puede que tenga su puesto y su espacio en el parqueo. Mi suegra me había invitado a un día de chicas, lo cual implicó pelo, uñas y un paseo por el centro comercial en el cual comimos demasiadas golosinas para nuestro propio bien. Durante esta salida, conocí un poco más a la mamá de Felipe y en lugar de encontrarlo un poco a él, me encuentro a mí. Carmelita era una mujer alegre que recién migraba de Cuba hacia Mainvillage. Su padre era un hombre de espectáculos y por contacto de un amigo había sido seleccionado para trabajar como el presentador y manager del circo. Ella era la tercer hija y su madre había muerto cuando joven, así que su figura materna en cierta forma siempre había sido su hermana, Agustina. Agustina era una joven guapísima e inteligente que en cuanto llegó se enamoró y metió las patas; su padre la dejó con su nuevo marido y se llevó a las dos pequeñas a conocer el país con el circo. Ana, su hermana mayor, deseaba con todo su corazón ser veterinaria, así que pasaba con los animales el 90% del tiempo. Y Carmen, quería ser mujer, una mujer de la vida feliz. Era guapa, alta y delgada, y sabía mover el cuerpo. Según sus descripciones, le hizo falta poco para convencer a su padre de que podía ser una bailarina. A los quince descubrió su voz y comenzó a tomar clases de canto. Antes de su debut en el circo, una mujer la encontró y la convenció de unirse a su club de burlesque. Su papá obviamente no estaba de acuerdo, pero se conformó con cartas y llamadas mensuales. A él, alguien le había dado la oportunidad de vivir y él se la estaba dando a ella. Carmen fue con su grupo por varias ciudades, luego viajó a Estados Unidos y como la suerte estaba de su lado, de un pequeño club pasó a Broadway. —Esas son cosas que a nadie le pasan. —¿Y por qué lo dejó? —Toma una lista de normas ser una Ferroso, sobre todo cuando te casas con la cabeza de la familia. —¿Lo dejó todo por amor? —Sí y no. —Felipe y yo nos conocimos. Él estaba de viaje y su mejor amigo salía con una de mis compañeras; él me vio viéndome y decidió invitarme. Yo pensé... es guapo, inteligente y muy educado. El hombre no había intentado manosearme en toda la cena y pareció genuinamente interesado en mí. Luego, cada vez que estaba en la ciudad, visitaba. Comencé a vivir en su apartamento, me propuso matrimonio al año de estar juntos, con bombos y platillos, y al final... no me di cuenta. —¿De qué? —Cuando dejé de ser yo y cuando me convertí 100% en lo que él quería. No me malinterpretes, mi marido me ama, y yo le adoro con mi corazón y mi alma, pero, si haría algo diferente, haría lo que hacen mis nueras. —¿Qué hacen? —Salir a trabajar y más de cinco veces a la semana decirles que no. —¿Por qué me dice esto? —Adoro a Felipe, pero le conozco y tú estás vulnerable. No quiero que le dejes. No me malinterpretes, eres lo mejor que le ha pasado y la mujer a la que más ama en el mundo. Sobre mí, la mujer que le parió y le limpió el culo, pero es demandante y he notado estos cuatro días, Mina. ¿No comparten con otras parejas? ¿Tus amigos no pueden visitar si él está? ¿La relación de tu novio y tu padre? —Los dos son territoriales. —Solo teme que no tengas dos varones o tres. —Ya... —las dos reímos, pero el mensaje me había quedado claro. Yo no solo estoy emocionalmente desconectada, sino que estoy apartada de los demás. Cuando regresamos a casa, le agradecí a Carmen todas sus atenciones y ella confesó que se había divertido mucho más de lo que está permitido cuando estás intentando animar a alguien. —Cuando quieras repetimos —propongo. —¿En serio? —Sí, claro, el día que quieras solo nos llamas y vamos. —¿De verdad? ¿Te ha gustado de verdad? —Sí —le aseguro. Cuando entramos al apartamento, ella reconoce que sus hijos odian pasar tiempo con ella. Yo le digo que está exagerando y las dos escuchamos a Felipe y a mi padre discutiendo acaloradamente. —No quieres hacerlo así porque no te conviene, que van a decir tus hijos. —No se trata de lo que me convenga, se trata de que Mina ha dicho que quiere el mínimo de los escándalos y el mínimo de la atención sobre ella. —Mina está en esta situación por tu culpa. —Ey, ey, ey —interviene Carmen. —¿Qué está pasando? —Nada —responden al unísono. Yo me acerco a mi padre y le saludo. Demetrio me acaricia el pelo y me pregunta cómo ha estado mi salida. —Fenomenal, ahora, explícame qué ha pasado. —Mis abogados han puesto una orden de restricción en contra de José Luis. Rogelio le ha reubicado en otra de sus empresas y también lo han despedido y denunciado con el ministerio de trabajo por los abusos de tu jefe. —Perfecto. —Mina, este hombre hizo una condena muy corta, podrías poner una denuncia. —Felipe, no voy a revivir nada. No voy a convertirme en una víctima. Esto se entierra aquí y ahora. —Ya, porque crees que es lo correcto o porque es lo que ha propuesto el señor Waitly. —Tengo mis propias opiniones de la vida. No quiero gente estresándome y cuestionándome. Ya pasó, nada se puede hacer. —No tendríamos que discutirlo si alguien hubiese hecho las cosas debidamente. —Felipe, no te debo explicaciones ni disculpas —le asegura Demetrio. —¿Por qué simplemente no te vas? Tiene su familia, ¿cómo crees que le afectará a Mina cuando vuelvas a elegirlos? —Felipe, hijo, te estás pasando —le advierte su madre. —Tres días y papá del año. —Felipe, es el único papá que tengo. —¿Eres consciente, Mina, que pudo enviarte a un internado o con tu abuela y decidió cagarse en tu vida? —No, yo decidí cagarme en mi vida —intervengo. —La historia no es blanco y n***o. Es cierto, él me dejó en el internado que estaba ubicado a dos kilómetros de su trabajo y a uno de su casa. ¿Sabéis que me cuidó durante los primeros siete meses? Todos los días fue y me cambió mínimo un pañal y me dio mínimo un biberón. Demetrio abasteció el internado de alimentos, le buscó buenos educadores para que yo me beneficiara de ello. Y nos conocimos en cuanto tuve edad apropiada para entender un poco las cosas, mi papá me dio un apartamento y transporte. Yo... decidí aprovechar mi libertad para drogarme y cuando no fue suficiente, me escapé. Sí, me pasaron cosas en el orfanato, la pasé mal, me violaron, y lo ideal es una casa y dos papás y un perro, pero yo he elegido la puerta de la complicación más de diez veces. —De todas formas no lo quiero cerca de ti —responde Felipe. —Felipe, esta es la casa que compré con la ayuda de mi papá, no voy a echarlo de mi casa, y yo quiero una familia, quiero navidades y días de la madre y besos en la mañana. No quiero seguir escondida, no quiero divisiones o discusiones. Sus hijos, yo y él no estamos listos, pero no voy a jugar a divisiones contigo. —Tú eres la primera que no tiene contacto con mi familia. —Porque han dejado clara su opinión sobre mí, y jamás te he prohibido hablarle a tu hermana o tu padre. Ves cómo cambia la conversación. —Tu papá va a volver a lastimarte, una y otra vez, Mina. Mi celular sonó, y se hizo presente en la pantalla el nombre de mi amigo: Raúl. Felipe me miró, y yo a él, antes de tomar la llamada. —¿Dónde estás? —En mi casa. —Te has mudado, Mina. —Sí, sí, no te había dicho. —Okay... —Lo siento. —Me imagino, escuché lo de la empresa en la que trabajas y que eres la empleada a la que agredieron, ¿estás bien? —Sí, estoy bien. Tengo unos puntos, no es nada serio. —¿Necesitas algo? ¿Quieres que vaya a visitarte? —No, no, no, mi novio es demasiado celoso y le puede dar un infarto solo por tomar la llamada, imagínate si visitas. —¿No podemos ser amigos? —¿Te paso la dirección y pasas por mí? —Claro, me apetece de verdad un café y algo dulce. —Sí, Raúl. —respondo y le escribo los datos. Me acerco a Felipe y le doy un beso en la mejilla. —Felipe, tú eres mi sueño, quiero a alguien que se quede, quiero amor para toda la vida, flores y sexo, pero no intentes limitar mis amistades o mi familia, porque eso de verdad no funciona conmigo. —Dejo mis bolsas en la mesa.—Papá, voy a tomar café con un amigo, no sé si tienes algo más que decir. —Me quedaré dos días más. —Perfecto, nos vemos a la hora de la cena. —Reservaré en algún lugar. —Sonrió y me giro hacia Carmen. —Me lo pasé genial, espero podamos repetir.
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