El futuro se lee solo

1617 Words
Mi día con Álvaro fue espectacular. Vimos todo lo impresionante que puede ser el océano. Nadamos junto a diferentes especies, estuvimos en lo profundo del mar, literalmente, otro mundo. Un paseo en yate con una comida espectacular. Cuando llegamos a la noche, fuimos directo a bailar y divertirnos un poco más. Regresé sola a mi habitación después de pasar un día espectacular, pero ambos estábamos de acuerdo en que no íbamos a cruzar límites de los que no queremos arrepentirnos. Cuando abro la puerta de la habitación, escucho a Enzo ladrar, se acerca a saludarme y veo a él, Felipe. Lleva una mudada bastante fresca de descanso y tiene el computador en la mano y el celular en la otra. —Hola —le saludo. —Hola, cielo. —Felipe, espero que tengas una habitación porque no vas a dormir conmigo. —Me lo merezco, pero no tengo una habitación y te he extrañado muchísimo y sé que te debo una disculpa enorme, Mina. —No, tú eres excelente con las palabras, pero tus acciones son mucho más claras. Eres como un niño en el parque, si no puedes ser rey, si no puedes dirigir el juego de todos, no quieres jugar en absoluto. En este momento, puedo ser yo y aprenderé a hacerlo sola, pero no voy a ser la mujer que espere en casa a que estés de humor para ser bueno. —Mina, siento muchísimo que lo veas así. —él deja los aparatos sobre la mesa. —No es blanco o n***o, yo estoy intentando y estoy apoyándote, Mina. Te vi en un trabajo de mierda y no hice un berrinche o te exigí que renunciaras, sé que no es fácil pero tengo inseguridades y trabajo para sobreponerme de ellas y poder hacerte feliz. Me quedo en silencio, analizando sus palabras, las cuales suenan sinceras, y asiento antes de ir a mi habitación y buscar las cosas para tomar una ducha. Felipe se queda en la salita trabajando y voy a prepararme para dormir. Cuando vuelvo a salir, él ha apagado todos los aparatos y encendido la luz. —Tratemos de resolverlo. —No sé si se pueda. —Mina, las relaciones son de encontrar un punto medio. Yo acepto que me equivoqué y tú además de aceptar la disculpa le pones fe a que voy a mejorar, a que no voy a irme. —No es si te vas o te quedas, es lo que estás esperando. Estás esperando que camine al medio dejándolo todo por ti, Felipe. Me lo ha señalado tu madre, me lo ha dicho mi padre y mira tu ambiente, ¿qué hacen tus tías, tu hermana? Todas ellas son esposas. Yo, la verdad, no sé quién soy, pero estoy segura de quién no quiero ser. Y en este caso, no quiero ser la señora Ferroso que se queda en casa y espera. —Mi amor, no tienes que serlo. Fui un puto egoísta al pedirte que le quitaras el habla a Demetrio. Solo pensé que va a lastimarte, pero entiendo, es tu papá, es familia y vas a hacer todo por tener una buena relación con él, y es justo. Si es lo que tú quieres y lo que él está intentando, entonces hazlo, sé feliz, sé amada. —Ya... —Mina... —Creo que lo mejor es tomarnos un tiempo, Felipe. —Mina... —No... creo que tú quieres ir muy rápido y yo muy lento, y la verdad para eso no vamos a encontrar un punto medio. Quiero una familia, un esposo e hijos, pero no quiero casarme con una idea que le va a causar dolor a todos los involucrados. Súmale las señales, no estamos destinados y si así es, no estamos listos para este tipo de relación. —¿Entonces tu solución es dejarme? —Demetrio y yo estaremos aquí por lo que resta de la semana. Tómalo para pensar si de verdad es lo que quieres, y yo haré lo mismo. Felipe se queda en silencio esta vez, asiente, toma sus cosas y, después de darme un beso en la mejilla, sale de la habitación. Enzo me ve como si entendiera, con tristeza, y se acerca a mí. Lo cargo y lo llevo a la cama. No sé si hay mucho que pensar o poco, pero definitivamente los dos tenemos que tomar una decisión importante y ponerle un parque a algo está roto no siempre es lo mejor. Al día siguiente, Demetrio y yo nos dirigimos a una hacienda preciosa y estar bajo el agua rodeada de peces y criaturas cuyo nombre no puedo recordar con facilidad, la vida del campo me parece gloriosa. Es espectacular como un solo lugar puede tener fauna tan diversa, costumbres tan ricas y una cultura encantadora. —¿Te ha gustado el paseo? —Nunca había montado a caballo, esto es grandioso. ¿Qué planeas hacer tú, amigo? —Producción de materia prima para el tequila, el agave. —Está muy bonito para el turismo, arreglar la hacienda un poco. Crear unas especies de casas de campo, unas pocas para no encontrarse con mucha gente, hacer un tour por la casa y otro por el campo, incluso en la parte de maquinarias. —¿Crees que al público le gustará? —He visto a Felipe y a Raúl gastar dinero en cosas más estúpidas mientras la gente les dice que es exclusivo. —Es real. —Es real... —Comentan y los dos sonríen. —¿Tienes una idea ya de lo que quieres hacer? —Sí, me antoja volver a sacar un curso en negocios. Tengo unos ahorros, entonces estaré bien y luego posicionarme en otra cosa. —comento —Sabes, quiero como administración de hoteles, bares o negocios en general. —Puedes tomar ambas mientras vas manejando tus negocios. —Sí, pensé en unas casitas en Valle Esperanza, tipo alojamiento. Sé que es poco visitado, pero cuando aparece la feria del vino, todo el mundo quiere rentar. Y tenemos esta cerca de la playa, quizá construir algo similar. —Uno de mis viejos amigos está en México con sus hijos. Pensé en invitarlos a cenar. ¿Te apetece ver gente o prefieres que busque otro lugar? —Por mí está bien. —Perfecto, los invitaré. En la noche, cuando llegan Gabriel y sus hijos, Marco y Pablo, los tres parecen demasiado amables. El mayor de los jóvenes está acompañado por su novia, quien parece feliz de ver a una mujer en el grupo. Ambas sonreímos en cuanto nos presenta y Demetrio nos indica que tiene bebidas fuera. Gabriel era un comerciante, él movía el producto que le pusieran en las manos y le ponía bastante empeño a sacarle la mayor ganancia a cualquier cosa. Cuando nadie creyó en él, Sira, la primera esposa de Demetrio, le dio trabajo, y Demetrio le dio presupuesto para fundar su primer negocio. Eran amigos y confidentes el uno del otro por años. —Esta es Mina, mi hija. —¿Tienes otra hija? —pregunta Pablo confundido. —Demetrio está dándoles la valiosa lección de no andar mojando la polla por ahí, pero lo bueno es que tenemos a Mina aquí. ¡Mina, he escuchado mucho de ti, princesa! —dice Gabriel antes de saludarme. Les trae una bandeja con cócteles y una de snacks, y sonrío y trato de estar tan cómoda como es posible. Todos conversan unos sobre otros, Pablo, quien parece muy sorprendido con mi existencia, pregunta: —¿A qué te dedicas? —Estaba trabajando en un proyecto aquí en la finca. Aprovecha que está Gabriel, cuéntale tu plan. —Era una idea hipotética. —Hija, lánzate al agua. Le cuento con detalle como podría diversificar su finca. Sí, en este momento producen bastante tequila, tienen un producción agrícola y en ganadería amplia, sin embargo, mi opinión y mi conocimiento es de infraestructura. Durante la visita que realicé, en la parte este vi un espacio precioso, con vista al campo y vista al mar, pero sobre todo vi un tour tequilera, una hacienda que requiere de arreglos y ajustes, trabajo, pero al final puede convertirse en unos dos restaurantes más y eso significa maximizar el ingreso monetario. Aprovechar a un 100 %. El hombre pasa de mí, se queda serio, lo analiza un par de minutos, y pasa de mí para continuar conversando con su hijo y mi padre. —Lo mínimo que puede hacer es responderme. —¡Ah, sí!—Celebra Gabriel. — Es tu hija.—Demetrio sonríe. —Pensé que no tendría los huevos de llamarme la atención. Y si no tienes huevos, no puedes dirigir nada en la vida, Mina. No tu vida, ni un proyecto, ni siquiera la mierda que sueltas. —responde serio. Los veo a todos y entiendo que es una prueba desde el momento en el que mi padre preguntó qué haría para cenar y evitó mencionar que era copropietario de la propiedad. Él se ve relajado y sonriente, mientras su amigo bromea con respecto a lo —Perfecto, iniciamos el lunes. —¿Entiendes que tienes que quedarte aquí y hacer que funcione?—comenta mi padre. —Sí, me queda muy claro. —Genial, enviaré al perito y al arquitecto el lunes por la mañana. —responde Gabriel. —Elige un estilo y lo aprobaremos para el jueves. —Perfecto, necesitaré acciones y un salario, así como vivienda y gastos porque este lugar es bonito para pasear. No sé qué tanto para vivir —todos en la mesa se ríen, El hombre se pone en pie y camina hacia mí. Yo me pongo en pie y Demetrio sonríe. —Bienvenida a la familia.
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