Amor, dinero y futuro

1410 Words
Es extraño decir que con felipe siempr ehago el amor, pero,e s una realidad, o almenos es real para mí, él siempre se mueve despacio, me besa como nadie me ha besado, me cuida mientras lo hacemos, sin embargo,e sta noche, parece más que conmovido excitado y me enloquece la manera en la que me besa, la fgorma en la que simplemente se desahace de mi bestido mientras con locura reparte besos a lo largo de mi cuerpo, siempre está bien ser amada, pero de vez e cuando se deseada es más que una locura. Seimrpe es bueno saber que desatas el lado salvaje y animal de alguieny sonbre todo, que esa persona tiene l mismo pdoer de hacerte vvbrar n la más alta dimensión s****l, mis piernasrodean la cintura de felipe, uno nuevo, quien literalmente me da le mejor sexo de su vida, me recuerda lo exquisito que es estar dentro de mí y lo hermosa que soy mientras empuja salvajemente en mi interior. Me encatnan sus manos sobre mis pechos, y su respracción agitafa cerca de mi oido, Corrigiendo el texto: Oficialmente, mi novio es fantástico. No lo hace tan bien como Álvaro, pero eventualmente lo logrará. Probablemente le costó unos cuarenta años llegar a ese nivel de experiencia. Puede que Felipe, con mi guía, logre graduarse del sexo en cuatro o cinco años. Hay dos cosas con las que nos han mentido: el amor sí es todo y es sinónimo de plenitud, y el dinero nos compra la felicidad. Y el sexo en una relación sí importa. Si bien hay días en los que solo quiero un abrazo, o que alguien se acueste a mi lado, en otros simplemente me siento caliente o quiero que me recuerden lo guapa que soy. Al día siguiente, Felipe me da la oportunidad de despertar tarde porque nuestra agenda está apretada, pero no lo suficiente como para salir corriendo de madrugada. Le recuerdo que tengo que pasar por mi maleta a casa. Él me llena de besos y me da el desayuno que ha preparado. Yo sonrío. —Mina, tengo que preguntarte algo que arruinará el mood. —¿Tienes el pene más grande que jamás he visto? —Felipe se ríe. —Wow, gracias, totalmente creíble —comenta mientras le da un mordisco al tocino. —No quiero casarme contigo el próximo mes ni nada, pero eventualmente, en unos años, si funciona. —No puedes estar conmigo unos años y no casarte conmigo —responde de inmediato. —¿Cuánto es el máximo entonces? —Ya que estamos hablando, ocho meses, y sabes si quieres o no compartir tu vida conmigo —Felipe se ríe porque sabe que estoy bromeando. —Super cool, ocho meses, ahora tú firmarás un prenupcial. —Estoy dispuesta a renunciar a pelear por tu dinero. —Vale. —¿Esa era tu pregunta? —Eventualmente, saldrá en conversaciones inapropiadas y no quiero que estemos en canales diferentes. Lo que yo quiera darte o a lo que estés dispuesto a renunciar es tema nuestro, cuando nos toque. —Felipe sonríe y yo me contagio. Dice que el amor es ciego e idiota, también crean eso. Esa mañana, Felipe y yo creíamos que podíamos conquistar el mundo, hacer sentir a los demás que nuestra relación era más importante que el dinero. Cuando llegamos después de cinco largas horas de viaje, Felipe rodeó la puerta de mi auto y la abrió, me dio un beso en los labios y me recordó que la gente podía ser estúpida, especialmente su familia. Yo lo abracé y lo llené de besos, hasta que escuchamos pasos apresurados y las voces en conjunto de dos pequeños: —¡Tío Pipe!—gritaron al unísono. Yo me aparté y los dos saltaron hacia él. —Monstruos, ¿cómo han estado? —Dinos que traes algo con qué jugar, papá nos ha obligado a dejar nuestras consolas. —Aquí parece que sobra con qué jugar—Les comento a los niños. La mansión familiar es toda de madera, impresionante, conserva ese look campestre y familiar, pero no deja de anunciar que son asquerosamente ricos y el jardín que lo rodea, todo verde, lleno de césped perfectamente cortado, es ideal para que los niños correteen de un lado a otro mientras cantan, conversan y ruedan de un rincón al otro. —¿Quién es ella? —Es guapa y joven, es la novia nueva de tío Felipe. —Hola, yo soy Manuel y él es Thomas, mi hermano —dice mientras estrecha la mano de Mina. Los cuatro ingresamos a la casa, Felipe saluda al mayordomo con cariño y me presenta como su novia, mientras Thomas me pregunta cómo se puede divertir en ese jardín. Bueno, es lo suficientemente grande para correr y es la excusa perfecta para poner a los adultos a competir. No crean que he venido con las manos vacías, he horneado personalmente, de caja, pero lo hice, y he comprado un detalle para mis suegros y ese evento tan conmovedor. —Mina, ¿trajiste comida? —Sí. —Eso es demasiado dulce de tu parte, ¿quieres café? —pregunta don Felipe y me da un beso en la mejilla. —Sí. —Abuelo, ¿qué te regalaron? —Un pastel casero. —Ahh, ¿y lo vas a partir? —pregunta uno de los niños. —¿Qué tal si nos lo comemos los cinco a escondidas? —propone y toma la mano del más pequeño de los niños. Todos volvemos a salir de casa y vamos por el jardín. Estoy casi segura de que desde casa pueden vernos huir como delincuentes. Felipe nos recuerda que no puede comer eso, pero igual puede tomar café. Su abuelo nos muestra una cabaña a la par de los establos, los niños la ven sorprendidos antes de ingresar. Los cinco bajamos unas escaleras ocultas y nos hace prometer nunca contarle a nadie, pero tiene una cabaña preciosa escondida dentro de una cabaña. Es lo más genial que nunca he visto, los niños ven el lugar impresionados. Hay varios juegos de mesa, varios juegos en la pared y, como si fuera poco, una cocina acogedora. Me acerco a la cafetera y el hombre niega antes de decirme que él podía preparar café por su cuenta. Los chicos acaparan a Felipe para jugar y su abuelo me acapara a mí para conversar. Yo le escucho con atención. Felipe, el hijo de una mujer muy trabajadora, una mujer con sueños inalcanzables debido a su poco dinero y su corazón enamorado de la persona incorrecta, su jefe. Felipe sabía que su madre era la empleada, pero como su padre solo había tenido niñas, él y su mujer decidieron llevarle al lado lujoso de la casa. Su mamá le consentía como el pequeño príncipe que era, el bebé de su corazón. Ella le había enseñado el trabajo duro, el amor incondicional, el esfuerzo, hasta que enfermó de tuberculosis. La mujer falleció joven y él se quedó con su padre y su madrastra. Desde pequeño trabajó duro, se educó al mismo tiempo y cuando llegó el momento de reemplazar a su padre, recibió en su lugar un millón de dólares. —¿Solo uno? —Ves, eres ambiciosa —el hombre se ríe. —Sí, un solo millón, porque el resto era de su mujer y sus hijas, quienes nunca habían trabajado en la vida. Les dejó todo. —Evidentemente, su familia no está peleando por un millón. —No, lo multipliqué por cien y seguí creciendo. —Wow. —Lo sé, mi papá no me dio menos que a ellas, me dio lo que me correspondía, me dio un poco más. A los hijos de las amantes no siempre les va bien. —¿Por qué me cuenta esto? —Hum... Mina, por más que todo de caja, delicioso por cierto —comenta y le da un mordisco—, no se entra a una familia como esta sin investigar tu pasado. Y la verdad, a la cara y los ojos te delatan. —¿Sea específico? —Eres la viva imagen de Masha Smirnova, viuda de Waitly. —Ahh... ese secreto. —¿Tienes más? —Soy una exdrogadicta. —Eso también lo sabía. —Vale... —¿No tienes tatuajes? —pregunta. —No. —Eso me gusta. —Soy rubia natural y mis tetas no son operadas. El hombre ríe y me toma de la mano.
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