Sé a qué me dedico

1746 Words
El segundo no veo a Raúl en la mañana, me envía el desayuno con una nota que especifica lo mucho que tiene que trabajar. La mitad de mi día será agotador, no podré ni ver el celular, te he depositado algo para que disfrutes del día y John estará en el lobby a las ocho para llevarte a conocer arte. Quiero que te eduques. Tú, diviértete, conoce la ciudad, enamórate de la libertad de ser neoyorquino, y compra demasiado, no seas tímida, la casa invita. Eso sí, me encantaría que sacaras un hueco por ahí de la hora del café, ya sabes, que no me gusta tomarlo solo, ni frío, ni ralo. Hablamos luego, nena. Raúl. En medio de mi paseo por el Met, conocí a unas turistas. Estaban tan perdidas como yo después de pedirle a John un par de minutos para orinar. Ella estaba pidiendo ayuda para encontrar una de las salas y la gente muy grosera las dejó guindando. Yo me acerqué porque creo que el mundo está contaminado de maldad, pero si damos maldad todo el tiempo no tendremos tiempo de recuperarnos, así que decido ser amable, que sí, que te asaltan y te roban en todos los lugares del mundo, pero existen personas con dificultad para ubicarse también y no hay que dejarles morir. Las dos mujeres me abrazaron aliviadas cuando les dije que nosotros íbamos a la misma sala y si querían unirse a mi tour podrían hacerlo. —¿En serio? —Claro. —Estamos tan perdidas, que si eres traficante de órganos ya no nos importa—responde Sara y su esposa niega con la cabeza. Yo sonrío porque sí que le dará igual cuando la meta en mi tráiler imaginario para ser asesinada por un médico loco, pero no se lo digo, le aseguro que no soy de ese tipo de delincuente y las dos ríen. —Es el peor viaje que hemos hecho. —Diez años juntas, del colegio, antes de que ser gay fuera una moda y hemos viajado por todo Inglaterra juntos no nos ha pasado nada, cruzamos el charco y parece que nos hemos vuelto estúpidas. —Es que ya no se sienten tan seguras como en casa—les asegura John y ellas asienten. —Somos Sara y Emma. —Nosotros Mina y John, y estamos pasando un día de lo lindo porque él es súper inteligente y lo que no se sabe se lo inventa —bailoteo un poco y los tres se ríen. Entonces continuamos con el tour y John nos lleva a una exhibición de piezas y dioses hindúes, y nos presenta a Ganesha, la diosa de los nuevos inicios. Las tres nos quedamos embobadas viendo. —¿Y cómo se funciona?—pregunto. —¿De qué estás hablando Mina? —Ya cómo le pido un deseo. —Le rezas. —John eleva una ceja. —¿Pero no hay que ponerla al revés o frotarlo? John y mis nuevas amigas se ríen y me aseguran que no funciona exactamente así. —Mi madre es española, al que se le pone al revés es San Antonio y coges marido. —Sí, mi suegra es devota, ya va por el cuarto —Asegura Emma y los cuatro reímos y recordamos de inmediato donde estamos cuando un guarda de seguridad nos ve con cara de pocos amigos. Mi día fue fenomenal, ellas con su mal español y yo con mi inglés más básico, pero no perfecto, Emma y Sarah son las personas más divertidas que jamás he conocido. Como mi plan para el día era lo moderno y lo sensacional, John decidió llevarme a un museo apropiado para alguien de mi categoría, mi era sorpresa así que estaba un poco preocupado por sus ocurrencia soy sobre todo, porque me fuese a insultar en frente de mis nuevas amigas. Cuando llegamos al Soho, me explicó que el señor Raúl le había pedido que le levara de museos y de compras y esta era la zona perfecta para ello, pero lo más fantástico es que está el mejor museo del mundo. —¿Es un museo s****l?—pregunta Emma. —¿Cómo saben que me gusta el sexo? —Eres muy guapa para follar mal y si tu novio nos envió acá es por algo. —Él nos envió a comprar, pero yo creo que alguien con el apetito de Mina merece ser saciado por el museo del helado. —Noo —respondo con alegría. —Por supuesto que me merezco solo esto. Tomo a John y Sara de la mano y le hago una seña a Emma para que entremos al museo. Es que no puede ser mejor, de verdad, Así que me acompañaron de galería en galería, luego a almorzar y en la tarde pasé entreteniendo al príncipe Raúl. Lo veo levantarse de la cama y toma el teléfono, sonríe al escuchar la voz del otro lado y cuando se llama papá, sé que está hablando con su hija, en tono meloso los dos, abro un ojo y le encuentro mirándome mientras le dice que ha tenido un día del culo. —Hija, tú no quieres este trabajo.—La pequeña parece insistir y su padre ríe. —De mayor veremos, pero yo no estoy de acuerdo. —Raúl ríe a carcajadas y toma asiento sobre la cama, luego voy a ducharme porque me parece terrible la escena, hay un padre amoroso y unas hijas que le aman, una esposa que exige verle y él lo está echando a perder por nada, porque enamorada de él no estoy ni lo estaré. Él abre la puerta de la ducha. —¿Qué te pasa? —Raúl, tienes una familia, ¿por qué crees que me necesitas? —No pienso que te necesito, eres un lujo que puedo tener. —Vale, pero ellas crecerán y de una forma u otra lo sabrán. —Es lo que ha pasado contigo y su padre. —No, yo soy la hija de la amante de mi padre y nunca quiero imaginar el dolor en los ojos de sus hijos, la decepción que sentirán el día que se enteren—Raúl me mira sorprendido y cierra la puerta antes de ir a la habitación. Yo me baño y me visto y cuando termino le pregunto si me puedo retirar a mi habitación. Él parece estar ocupado trabajando y yo decido no indagar más en su vida, probablemente la única decepcionada aquí soy yo . Después de encontrarnos en la universidad, Raúl había sido idealizado por mi cerebro como un héroe, el príncipe azul, el hombre dice y maravilloso que probablemente es y está cometiendo un error que le parece tonto, sencillo, pero por nada del mundo cambiará una familia por un polvo que tengo que pagar. Como ya bien ha dicho mi jefa, mi trabajo es follar y fingir que me gusta. Así que busco algo que comer entre mis cosas y non veo nada. Angustiada me pregunto cómo funciona lo del servicio a las habitaciones, cuando llamo me informan que lo cargan a la cuenta y decido no pedir nada por qué el menú viene sin precios y eso me genera más ansiedad que cuando no tengo para pagar. Tom mi cartera, mi bolsa y me coloco unas tennis para andar cómoda. Recibo un mensaje de mis nuevas amigas Emma ¿Con quién cenas? Mina Sola, creo… no sé si mi amigo quiera venir. Está trabajando. Emma Nosotras hemos leído de un pub gastronómico en el techo de un edificio de 40 pisos, parece ser una pasada, te animas a venir, serás nuestra invitada. Mina Qué monas, pero no me gusta interrumpir. Emma Nos divertimos montones, esto es una especie de oficialización, después de diez años de oír las mismas historias reírnos nos hace bien. Me lo pienso un par de minutos, porque la verdad es que nos la hemos pasado como si fuésemos los mejores amigos de la vida, muy bien, todo muy divertido, la verdad, conocerlas ha sido casi perfecto, pero algo me dice, que si yo estuviese de luna de miel, estaría encamada con mi esposo o esposa y creando momentos precioso para recordar en el futuro. Sara Mina, no interrumpes. Ven, este es un plan de amigos, vamos a bailar, reír y beber. ¿Qué tiene eso de romántico? Mina ¿No me contaste que así se conocieron? ¿Dónde nos vemos? Las dos envían aplausos y me dan las indicaciones para que se las pase al taxi. Estoy por tomar el elevador cuando el brazo largo de Raúl lo hace por mí, viene vestido causal, recién duchado, le miro de pies a cabeza y sonrío, porque cualquier otro hombre se vería el más arreglado del mundo, en él es un clásico no tan formal. —¿Vamos a cenar? —No puedo. —Te dije desde que llegué que iríamos a cenar. —Antes de salir de la habitación me dijiste Bye —Bye —repite. —Sí. —Y desde que llegamos dije el sábado cenamos juntos. —También, pero parecías molesto con mi comentario. —Mina, no conoces a mi familia. Ni mi vida. Y no es tu trabajo saber. —Lo tengo clarísimo, cada que puedes me lo dejas bien claro. —No tengo que justificarme. —Está bien, la idea es que estés cómodo—respondo y él se ríe. —Mi mujer me engañó, con mi mejor amigo, ella no sabe que lo sé, pero él me lo dijo. Tengo dos hijas preciosas a las que adoro, tengo un perro que deseo que sea eterno, pero no puedo ver a Alina a los ojos sin imaginar que se folla a otros. No puedo coger con mi esposa y cuando no lo hago, mi estrés se vuelve en ira y me carcome y soy más grosero con mis empleados y con ella. Así que le pago a otras mujeres desde hace unos meses y me relajo y evado la responsabilidad afectiva que requiere enfrentar que la persona que elegí no es perfecta. —Raúl… lo siento tanto—digo y le acarició la mejilla. —ohh, pobre hombre rico —él se ríe me abraza de vuelta. —Tú y yo vamos a ser amigos toda la vida. ¿No sientes eso? —No —los dos reímos y le invito a venir conmigo y mis amigas, Raúl me ve incrédulo pero me sigue.
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