Lo mío no se toca

1633 Words
Felipe no suelta mi mano, como un niño pequeño con hiperapego a la mamá y se disculpa como cinco veces en un solo segundo. Le aseguro, que no pasa nada, que Brenda y yo ya estábamos haciendo plan para irnos y que todo nos saldrá bien. He pasado más tiempo con Felipe que con nadie más en a vida y de verdad siento que le conozco; sé cuál es su comida favorita keto y no keto, sé cuál es su color favorito, su primer videojuego a qué edad lo compró su pasión por los autos, pero su obsesión por los barcos, sé cosas y él sabe… las que yo me he invitado de mi vida. Todos ingresan a una sala con vista completa al club. Tiene sillones, un mini bar, una barra con comida, un espacio para bailar sin tener que juntarte con la gente música un poco menos ruidosa y aire acondicionado, es el lugar perfecto como para celebrar algo en medio de un club y los lujos pueden ser divertidos, pero a veces ser parte del pueblo puede serlo más. —¡Mina, qué guapas! Dios mío, con brillitos y escarchina y el peinado, ¡Qué monas! —por su tono de voz tan agudo no sé si se está burlando o me está haciendo un cumplido. —¿Gracias? —¿Cómo se conocieron? —pregunta el hermano de Felipe, antes de pedirle al mesero que nos sirva algo de beber. —Felipe salió a caminar y a mí me gusta pasar tiempo en el parque Piev, llevaba días viéndole darle de comer a los patos y decidí acercarme. Me parecía majo. Comenzamos a hablar de los patos, demasiado detalles innecesarios que no necesitaba saber y que tuve que aprender en los siguientes tres días y al cuarto decidí mejor invitarle a un café porque sé más de comida que de patos y sus hábitos de migración y reproducción. Cuando nos dimos cuenta, estábamos tomando café y conociéndonos. —Qué mona —comenta su hermana, y yo insisto en verla. —Tequila doble para mí, añejo. ¿Y ustedes? —Dos limonadas con hierbabuena. La mía ácida y la de ella con edulcorante. Brenda, te vas a morir igual. El mesero se va y felipe veo a Felipe contener la respiración. Brenda le sonríe a lo lejos e intenta ayudándonos a cambiar la conversación hacia Lux, pregunta cómo salió la idea, pero sus hermanos después de responder que se trata simpelmente de una muy buena forma de sacar dinero, vuelven el foco a su hermano pequeño. —Mina, ¿tú eres la causa de toda esta pérdida de peso? —pregunta Carlota. —¿Cuánto has perdido, Felipe? —pregunta su hermano—¿Ocho kilos? Ahora que llegaste, no te reconocí. —Sí, pensamos que habías mandado a alguien—Comenta su cuñada entre risa. —¿Te hiciste la manga gástrica? —Sí, es impresionante, lo que has perdido, ehh. —comenta la amiga de la familia en tono burlista, Brenda y yo compartimos una mirada, e intentamos no decir nada, darle un chance a que él se defienda solo. — Qué bueno que decidieras perder peso, mamá va a flipar—asegura su hermana. —Te ves más sano. —Sí, ser un manteco, es para niños. —Asegura su hermano. —Ya estás grande, diriges una compañía y la gordura no te pega. Sea lo que sea no lo dejes y pierde todo lo que te falta. —Es injusto, ¿por qué sentimos tristeza por la anorexia y no por la obesidad? —pregunta Brenda mirando a la amiga delgada de la familia y yo, de verdad la amo.—. Las anoréxicas tienen un exceso de vanidad inicial, por la cual pierden eso de manera descontrolada y las enviamos a terapia y les aplaudimos el tratamiento, por acciones autoinfringidas. A pesar de ser una enfermedad es algo que decides, nadie te enseña a no comer para estar flaca. Mucha gente obesa no recibe educación nutricional. —No se puede... —Déjala hablar —dice Enrique divertido. —El obeso vive ante la exposición de comida y tiene un trasfondo complejo y emocional. ¿Y si viene a casa o con su familia a escuchar mierda de cómo subió o bajó de peso? En un principio no es de ayuda. —Brenda toma la mano de Felipe y lo mira a los ojos—. Felipe, lo estás haciendo muy bien. Eres guapísimo, inteligente y haces que Mina necesite salir huyendo de casa porque no sabe dónde meterte. Eres perfecto ante mis ojos y me encanta que estén juntos. —Él sonríe.—y me alegra que este tomando decisiones saludables de vida, que salgas a ejercitarte dos veces al día eso es de campeones, es disciplina pura y lo de la dieta, es admirable. No lo dejes por ningún gilipollas del mundo. —Como me preguntaste a mí, sí te voy a decir que lo primero que escuché de Felipe fue una charla de desmotivación y autocompasiva, y su aspecto no es lo que más me gustó de él. Verlo explicándoles a los niños cómo darles de comer a los patos y por qué no hay que perseguirlos, y escucharlo hablar apasionadamente de videojuegos y neurociencia, me hizo creer que no podía estar con una mujer como yo. Bueno, soy muy atractiva y me arreglo para salir porque me lo merezco, pero Felipe definitivamente puede tener una mujer mejor que yo en todas las áreas, porque es una persona casi perfecta. Este hombre pide los restos de la comida y dos platos adicionales para darle a la gente en la calle cuando vamos de camino a casa, es casi un ángel. Puedes pesar menos o más, pero no eres una mierda de persona, Felipe. Eres fascinante y yo te amo tal cual eres, sube los quince kilos que perdiste en menos de dos meses. No sé mucho, pero sé eso. Y sé que no eres un “manteco” o un “greñudo”, eres Felipe y eres mío. Por lo tanto, ahórrense los hijueputas comentarios sobre su aspecto a mi alrededor —digo mirando a sus hermanos. —¿Es eso lo que estás haciendo aquí, evitando pensar en mí? —Dije cosas más importantes, pero sí, estoy evadiendo mis emociones y responsabilidades afectivas sobre todo intento no analizar tu propuesta. —Bien, me parece bien. —¿Es bueno? —le pregunta Brenda. —Está pensando, esta mañana parecía que estaba planeando mudarse del país. Súper, estás... pensando —comenta Felipe un poco en shock por toda la información y toma la mano de Brenda y la mía—. Ha sido un placer pasar tiempo con ustedes, los hijos favoritos y educados de mi mamá y mi papá —responde irónico.—Espero sigan disfrutando de sus vidas perfectas y sus contexturas maravillosa en conjunto con su salud mental. —No seas así, Felipe, solo... estábamos hablando. —Ya me quiero ir —responde y se despide. —Buenas noches —digo y Brenda decide omitir el saludo de despedida. Vamos hacia el auto de Felipe, quien por primera vez lo veo en un auto deportivo. Gracias a Dios, tiene asientos traseros. Antes de subir, él le da las gracias a Brenda por lo que dijo arriba. Regularmente, se queda en silencio y acepta su gordura o su intento fallido por perder peso. —¿Quieren seguir bailando en otro lugar o quieren ir a casa? —Yo ya me quité los zapatos —anuncia Brenda y me río. —¿Quieres quedarte, Felipe? —No, voy a dejarte pensar. —Genial, porque Brenda duerme hoy conmigo —Los dos se ríen. Felipe insiste como tres veces en que vayamos a otro lugar y nos divirtamos por un rato más, pero ha sido un día lleno de preguntas y locura. La verdad no sé qué hacer o qué más decir, el sueño me gana, y la verdad, he paniqueado un poco con la familia de Felipe y, sobre todo, la idea de pasar más días con ellos. No se lo hago saber, porque es tan noble que intentará hacerlo solo, y tampoco me parece justo. Brenda y yo nos despedimos de Felipe. Mi amiga entra primero a la casa, y yo me quedo un par de minutos más en el deportivo. —¿Me amas? —Creo —él asiente. —Entonces, es más fácil, elegirme, dejarlo todo. —Es difícil porque no me estás ofreciendo a ti mismo, me estás ofreciendo dinero. Hay una parte comercial en esto, Felipe. —Te ofrezco el dinero porque no quiero dejarte desprotegida, no porque quiera comprar lo que sientes por mí. Creo que si en seis meses funciona y decidimos tenerlo todo, entonces ni siquiera importará si son 5k o 10k. Pero si en su lugar terminamos, esperaría que pudieses elegir si quieres seguir haciendo esto. Te he escuchado con Raúl, hablas estupideces y es tu amigo, y eso está cool. Conmigo eres cariñosa y te preocupas porque esté bien y hacemos un millón de cosas que nos son follar o pasar vergüenza. Pero... ¿Qué va a pasar cuando sea un viejo grosero y mal educado? ¿Qué pasa si tu cuerpo cambia por cualquier cosa? ¿Qué pasa si un día despiertas y no quieres hacer esto? Puedo aumentar la oferta, Mina, y puedo retirarla y hacerte pensar que de amor se vive, pero sé que lo mínimo que puedo hacer por ti es eso. Por la misma razón, a mí no me gusta pasar tiempo contigo, y no hago dieta para impresionar a esos gilipollas. Me gustas tú, y te amo a ti, y quiero una vida contigo, punto.
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