Luxuria

1003 Words
Brenda usualmente parece ser alérgica a la diversión, pero esta vez está tan relajada. Somos solo las dos y yo no estoy bebiendo ni drogándome, así que se puede dar el lujo de disfrutar. Como no hacemos esto a menudo, hemos decidido simplemente buscar cuál es el lugar más divertido para gente de nuestra edad y hemos dado con Luxuria. La verdad es que tienen varias etapas y varios espacios, y como es jueves no está tan lleno. Tienen buena música bailable de todo tipo. Nos paseamos por el área de la salsa y dominamos. Brenda no estuvo muy contenta con el área de reguetón, así que pasamos a la de electro y nos dimos la oportunidad, por primera vez en horas, de beber algo fresco. Nos dieron un cóctel de hierbabuena, piña y frutas tropicales sin alcohol que está buenísimo. No sé si es la sed, pero me lo termino en segundos y pido otro de inmediato. —Este sitio está muy bien —grita mi amiga sorprendida. —La verdad, sí. Un chico se acerca a Brenda y le toca el hombro, yo sonrío, porque si él quiere que pasen durísimo de él que se acerque a esa fiera y la invite a cualquier cosa. Brenda le mira y aparta el brazo, el joven le da un poco de espacio y pregunta: —¿Quieres bailar? —No, gracias. Estoy con mi amiga. —¿Son lesbianas? —No, solo no estamos interesadas en bailar con nadie—respondo. —No estoy interesada en bailar contigo. —Responde Brenda un poco más borde, y el chico parece no tomárselo tan bien. Las dos nos enfocamos en nuestras bebidas, y el bartender se acerca de inmediato, nos pregunta si nos están incomodando y en casi segundos se acercan unos cuantos de seguridad. Vale, si te metes a un bar de pijos en el que pagas casi cincuenta dólares solo por entrar, es probable que hasta te cuiden. Excelente elección de mi parte. El joven regresa a su mesa con sus amigos y nosotras nos quedamos bebiendo para recargar fuerzas. El bartender nos recomienda pasar a la sala de al lado porque hay un DJ buenísimo tocando. Yo veo la hora y le hago una señal a mi amiga, son casi las diez de la noche y aparentemente aquí se empieza temprano. —¿Por qué no? —le pregunto. Brenda se ríe y yo me contagio. Mi amiga baja del banquillo y me toma de la mano. —Vamos. No necesitamos una pareja, simplemente bailamos al ritmo de la música y el ambiente es increíble, debido al juego de luces y colores, y el DJ es espectacular. Puedes leer las letras de las canciones en pantallas gigantes, es una pasada, me encanta. Brenda y yo disfrutamos de casi una hora de show hasta que cambian a una chica que la verdad es mucho más intensa de lo que esperábamos. Pincha solo música electrónica y siento que va más rápido que una clase de zumba aeróbicos mezclada. Hay tanta gente drogada aquí que creo que por eso lo sienten todo normal, pero nosotras vamos a una mesa disponible para descansar. Ordenamos agua urgentemente y una bebida refrescante. El mesero regresa unos minutos más tarde con limonadas espectaculares, frozen y fresquísimas. —Está dulce para mí. —Es lo que necesitábamos. —No me he divertido tanto en la vida. —Yo tampoco, la verdad. No es que me considere una pasada internacional, pero me considero divertida, porque al final de cuentas el otro día Raúl y yo lo pasamos genial en Nueva York solo con la música y la buena compañía. Salir con Brenda y verla liberarse de su seriedad y puritanismo usual, simplemente me encanta. Recibo un mensaje de Felipe. Felipe ¿Estás bien? Mina Sí, ¿tú? Felipe Se supone que venías. Mina Perdón, perdón, perdón. Felipe ¿Qué pasó? ¿Te acostaste? Mina No, para nada. Vine a bailar con Brenda. No te enojes... ¿Qué tan mal humano soy? Felipe JAJAJA. Voltea y mira hacia arriba. Le hago caso y lo veo agitando sus manos hacia mí. Lo veo entre las luces azules del bar en el que estamos, y mi sonrisa se ensancha. Él baja hacia donde estamos Brenda y yo, y le siguen más personas. Le recuerdo rápidamente a Brenda que Felipe es mi novio, y ella asiente. —Hola —nos saludamos al unísono. Felipe me da un beso corto en la mejilla y yo asiento. Luego saludo a Brenda con un poco más de efusividad y me pregunto qué tiene en la cabeza este hombre. De verdad, sí, estamos todos locos, pero no digo nada. —Mina y Brenda, estos son Enrique, mi hermano, y Carlota, mi hermana. Ella es mi cuñada Niky y su amiga Sole. —Mucho gusto —dicen todos. —Es real, Felipe tiene una novia—anuncia su hermano y nos saluda a ambas sorprendido. —A mí no me ha quedado claro, ¿cuál es tu novia? —Yo, Carmina —respondo y agito mi mano. Todos asienten, entre sorprendidos y disgustados, pero yo paso de la decepción y miro a mi amiga. —¿Quieren venir al reservado? Saqué a mi esposa y sus amigas y se nos dañaron las luces del club. Llamé a Felipe, quien estaba esperándote, ¿en casa? Mentiroso, y ahora en lugar de chismear sobre ti, propongo beber todos juntos. —Lo siento tanto —Felipe se ríe. —No, parecías sentir nada mientras te meneabas hace unos segundos —comenta contra mi oído y los dos reímos. —Mina, nosotros somos gente mayor, con hijos. Eso drena, y queríamos ser jóvenes y guapas, pero no... ¿Quieren subir a nuestro reservado, donde la música suena más baja y se puede hablar? —sugiere la esposa del hermano de Felipe, y Brenda asiente. Así que acepto. Las dos vamos por mera curiosidad. Compartimos una mirada y sonreímos de medio lado mientras los seguimos.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD