Kagome despertó por el cansancio que sentía en los brazos. Al abrir sus ojos jadeo asustada, otra vez estaba en el enorme calabozo encerrada. Sus manos colgadas hacia arriba unidas por cadenas, sus piernas tocaban el suelo, pero al parecer tenía tiempo en esa posición, porque sus muñecas le gritaban un momento de descanso. Miró a todos lados, pero su peor temor se estaba realizando. Hoyo se encontraba atado a una silla golpeado, quiso gritar, pero su cuerpo tembló al sentirlo. De reojo lo vio, parecía un demonio en su máximo esplendor. Estaba mirándola como un depredador a punto de matar, porque esa mirada demostraba que ya había cazado y que ahora solamente debía matar. Kagome trato de que no vea su miedo reflejado, pero cuando aquel hombre se acercó a ella su piel se tornó pálida, inc