Evelyn se recargó sobre el barandal, luego miró hacia los caminos que conducían al puerto, tarareó una melodía y al girar la vista hacia la izquierda, sonrió – duque Aldrich – corrió de prisa – ¡qué coincidencia!, ¡también vino a dar un paseo! No existía tal cosa como una coincidencia en los múltiples encuentros del duque Aldrich y la princesa Evelyn Audrey, ambos sabían perfectamente lo que hacían, pero sus agendas, eran muy diferentes. – En una semana habrá un banquete en el palacio – caminó a su lado – excelencia, ¿podrá asistir? Varias personas los observaron y el duque Gideon mantuvo el paso lento para ir a la par de la princesa – mi estancia en la capital se alargó, asistiré al banquete. Evelyn sonrió – es un evento importante, sí ha escuchado los rumores – se detuvo y giró sobre