Tomo asiento en el cómodo mueble de la sala de estar. Me quedo en total silencio sumergida en mis pensamientos. Ares se ha negado a darme el divorcio, todo para castigarme. «Y sí que lo logró» Me siento acorralada, frustrada y bastante estresada por no poder librarme ahora de él. «Ironías de la vida» Hace un año estaba ansiosa por ser la señora West, y ahora quiero quitar de mi nombre ese apellido que lo único que me ha traído es dolor de cabeza. Ya no deseo ser su esposa, ya no quiero herencia, ni dinero, y aunque me duele admitirlo; mucho menos un hijo. Quiero irme a casa, quiero retomar mi vida, alejarme de todo esto, y si es posible, de la ciudad también. Pero todo quedó ahí, en deseos imposibles de cumplir, porque Ares West, sin duda no me dejará ir tan fácil. «No hasta hacerme