—Ares… —susurro de pie frente a él—. Ares, despierta… Le pido sosteniendo en mis manos el cupcake con una vela encendida. Son las seis de la mañana, me he levantado bastante temprano y en silencio para hacerle este gesto. Me cambié, bajé a la cocina y ya estaban todos trabajando para esta noche. Iba en busca de una rebanada de pastel, pero, en cambio, Eliza me ofreció esto; según ella, a Ares le gustan. —¿Qué haces despierta tan temprano, niña? Me dice con su voz ronca, adormecida. Mi mira con esos ojos negros que me desequilibran cuando están enfurecidos, pero hoy están confundidos mirando el pequeño postre en mis manos causándome mucha gracia. —Feliz cumpleaños a ti, feliz cumpleaños a ti—le canto en voz baja aguantando las ganas de reír por su cara. Esto lo estoy haciendo por mero g