William al ver que las lágrimas de Briana inundaban su rostro, tomó un pañuelo que tenía en uno de los bolsillos internos de su traje, y enseguida se lo dio. Él se hacía el duro por fuera, pero por dentro sabía que aquella mujer no era mala persona. —Tome —Le dio el pañuelo —no quiero vean que salió llorando de aquí. Límpiese las lágrimas señorita Spencer. Briana se sentía un poco avergonzada porque se le había caído la pequeña careta que creó para verse con el presidente, así que, en ese momento, sin mirarlo a los ojos tomó aquel costoso pañuelo de tela fina, el cual tenía un poco del perfume del hombre y con eso se secó las lágrimas. —Gracias, señor presidente. Al ella tomar el pañuelo, de lo nerviosa que estaba se le cayó un viejo celular, con la pantalla rota que le habían regalado