Capítulo 1. Quiero ser mamá
Centro penitenciario de mujeres, Washington D. C
«Sonido de reja abriéndose»
Eran eso de las ocho de la mañana, y un balde de agua muy fría cayó sobre el cuerpo de una mujer llamada Briana Spencer mientras dormía.
—¡Levántate, Briana! —gritó la guardia de seguridad lanzándole el agua a la mujer.
Briana gracias a ese horrible despertar se levantó boquiabierta, con su respiración agitada de la impresión, empapada de esa agua tan fría. Luego, la malvada mujer guardia de seguridad, quien era una corpulenta afrodescendiente se acercó a la litera donde dormía Briana Spencer y le dijo:
—¿Quién te crees blanquita? ¿Crees que porque supuestamente estabas enferma ayer te vas a quedar todo el día durmiendo hoy? ¡Pues ya no, debes ser como las demás! ¡Una fiebre no es nada! ¡Levántate ya, perra!
Briana, quien era una rubia de ojos color miel, de rostro delicado y de contextura muy delgada, se sentó en el borde de la litera y poniendo sus manos sobre su rostro, tratando de calmarse por aquel horrible despertar, debilitada también por una fiebre que la aquejaba, con un tono de voz algo desanimado le respondió:
—Ahh, voy señora. —Se levantó de la cama con pasos muy desganados para ir hasta el baño…
Punto de vista de Briana Spencer.
La parte negativa cuando estás en un sitio como este, es que cuando dices que estás enferma te tratan aún peor. Pero a pesar de que ese despertar fue tan horrible, no disipó aquel sueño tan maravilloso que tuve anoche el cual yo creo que fue una fantasía creada por mi lado inconsciente mezclado con los cuarenta grados de fiebre que he tenido ya por tres días consecutivos. Camino lento hasta el baño por lo debilitada que estoy, pero debo reunir fuerzas o si no las demás chicas me harán papilla otra vez. Espero que Bernice ya haya salido del castigo para que me acompañe, la extraño mucho. Pero bueno, como les seguía contando, ayer tuve un sueño de esos que parecen como si fueran muy reales y no te quieres despertar. Yo estaba en una habitación rosada con una panza muy grande como de unos ocho meses de embarazo y un niño de unos dos años acariciaba mi barriga con mucha suavidad.
—¡Mami, ¿allí adentro está mi hermanita? —Me preguntaba aquel niño rubio el cual mientras cierro los ojos hasta podía sentir su suave cabello cuando acariciaba su cabeza.
Hasta el aroma de bebé que emanaba esa habitación de ese sueño la recuerdo. Pero volviendo a mi realidad abro mis ojos y al abrirlos veo este horrible pasillo hasta las duchas, espero que no me hagan nada hoy o me golpeen de nuevo por ser más baja que todas las demás. Pero ese sueño me puso muy feliz y me dio aliento para no quitarme la vida hoy día de mi cumpleaños número treinta y tres.
—¿Será esa una señal que tuve? —Me pregunto.
Pero no sé, mi alma esta tan apagada no se si cuando salga de aquí, con este prontuario que ahora tengo encima, podré cumplir aquel anhelo de ser madre que siempre he tenido desde que era una pequeña niña llena de muchas ilusiones y esperanzas…
Año 1995, colegio de niñas Saint Joseph, ciudad de Nueva York.
Entre muchos aplausos por parte de todas las niñas pertenecientes a la elite de Nueva York, la maestra muy alegre en su salón de clases, porque cada pequeña presentaba su proyecto de futuro de vida, en los cuales decían carreras exitosas, entrecerrando sus ojos buscando entre la multitud, les dijo lo siguiente:
—A ver mis pequeñas ¿Quién falta?
—¡Falto yo maestra! —comentó Brianna de unos seis años levantando su mano.
La pequeña traía una carriola de color rosado y un bebé de juguete con todos sus accesorios, tales como: pañales, biberón, y una manta. Todas las demás niñas y a su vez la maestra, la miraron con rareza porque querían saber la profesión de la pequeña.
—¿Qué será? ¿Pediatra? —murmuraban las niñitas.
La pequeña Briana, quien era una linda rubia, de ojos color miel, quien ese día llevaba su larga y hermosa cabellera dorada suelta, con una sonrisa se paró en frente de sus compañeras de clases y de su maestra. La maestra la señorita Violeta, con su largo cuello y su nariz respingada, se acomodó sus gafas con uno de sus dedos y mirando a Brianna con ojos juzgadores intrigada por cuál sería su profesión le preguntó con su voz de persona presuntuosa:
—A ver señorita Spencer, díganos a todas ¿cuál será su profesión?
Brianna con una sonrisa de oreja a oreja sosteniendo su muñeco de bebé les anunció a todas:
—¡Lo que quiero ser en un futuro, es ser mamá! ¡Ese es mi sueño más grande, tener muchos bebés!
En ese instante, pequeños chirridos de risillas burlonas se escucharon en todo el salón de clase, al escuchar “el gran sueño” de la rubia porque todas las demás niñas querían ser, desde presidentas de la nación hasta doctoras. Entonces, Briana de seis años frunció el ceño y mirándolas a todas muy extrañadas les exclamó:
—¡Oigan, ¿Porque se burlan? ¿Acaso yo me burlé de sus profesiones?!
—¡Niñas, niñas hagan silencio por favor! —Luego, la mujer dirigió su mirada hacia Brianna —Señorita Spencer, debió traer una profesión, ser mamá no es ninguna profesión por eso es que sus compañeras se están riendo y les doy la razón.
—¿Cómo que no es ninguna profesión señorita Violeta? Claro que sí, ser mamá no es fácil porque toda la vida vas a cuidar de esa pequeña personita. ¡Es una de las profesiones más importantes porque siempre estarás aprendiendo a medida que crezca tu bebé!
La maestra Violeta, tratando de disipar el ambiente un tanto tenso que se formó en la presentación de las niñas de manera muy política le dijo a la pequeña:
—Ok. Está bien que quiera exponer su punto de vista señorita Spencer, pero no te puedo poner una calificación porque el ser madre no te da ningún título universitario. Yo lo que creo es que olvidaste la presentación de hoy, tomaste los juguetes que estaban en tu habitación e inventaste todo este asunto en ser mamá para que yo te calificara. Pero no va a ser así porque yo evaluó el esfuerzo.
» ¡Y además, esto no es justo con tus demás compañeras porque cada una se esforzó en su presentación de proyectos de vida menos tu. Asi que, mañana mismo traerás una profesión normal y harás la exposición como lo hicieron todas. Agradece, que soy una maestra buena y te estoy dando otra oportunidad. Ve a tu escritorio!
Briana muy triste porque la maestra no le creía, tartamudeando un poco con ganas de llorar le respondió:
—¡Pe-pero maestra, esto es lo que yo quiero ser cuando esté grande, no estoy bromeando. En realidad si quiero ser mamá ¿o es que acaso es malo ser mamá?!
Cabe destacar, que la maestra Violeta nunca fue madre. Ella era una mujer de unos cincuenta años, en donde el ser madre nunca estuvo en sus planes. Ella vivía muy feliz y tranquila con muchos gatos y con su profesión docente, así que, no compaginaba para nada con lo que decía la niña. Para la maestra Violeta todo eso era pereza de parte de la pequeña Brianna Spencer por no traer un verdadero proyecto, entonces, mirándola con mucho desdén le respondió:
—¡No es malo ser mamá Briana, lo malo es que no trajiste una verdadera profesión. Mañana a primera hora te quiero aquí con todos los materiales, si no los traes, te pondré una muy baja calificación!
—Está bien señorita Violeta…—dijo la pequeña en un tono muy desanimado.
Briana muy triste bajó su mirada y caminando con mucha tristeza hasta su escritorio, escuchaba aquellas pequeñas risas de burla de todas sus compañeras de clases, las cuales creían que su sueño de ser mamá era solo un juego o pereza por no haber traído una verdadera profesión. Sin embargo, a llegar a casa, su madre miró la tristeza que la embargaba y la pequeña le contó lo sucedido.
—¿Qué pasó mi chiquita? ¿Por qué tienes esa cara tan larga?
—Tuve una mala nota por haberle dicho a la maestra que como profesión quería ser mamá. —Aquella vez, una lágrima cayó por la mejilla de la pequeña Briana.
Enseguida, su madre mirándola con su rostro acongojado, secó las lágrimas que caían sobre su rostro y le contestó a la chiquilla:
—Mi linda Briana banana, claro que cuando crezcas si puedes ser mamá y es obvio que serás la mejor madre del mundo. Se que la señorita Violeta no te entiende porque ella es muy estricta, y siempre quiere que las cosas se hagan según las reglas. Asi que me imagino que cuando te vio con todos los implementos pensó ay esta niñita es una perezosa y se trajo los juguetes de su habitación.
—¡Si, mami eso fue lo que ella pensó! —Se sonaba los mocos de su nariz.
—Pero no estés triste, tu sé lo que quieras ser de grande y no te preocupes por lo que piensen los demás. Tu solo sé feliz. Si tu sueño es ser mamá y ama de casa pues hazlo si eso es lo que quieres. Pero primero antes de todo eso debes ir a la escuela y estudiar si quieres enseñarle a tu bebé a ser inteligente también, y que diga, ¡yo quiero ser como mi mami!
—¡Yo quiero que mi bebito diga eso, mamá!
—Bueno, entonces debes estudiar mucho, prepararte y cuando seas toda una mujer hecha y derecha tienes a tu bebé.
—Entonces, ¿Debo estudiar mucho y ser inteligente para mi bebé cuando sea grande?
—¡Exacto! Debes no solo estudiar si no también quererlo mucho.
—¡Ok mami eso haré!
—Y para la próxima Briana banana dile a mamá que tareas vas hacer para ayudarte ¿ok? ¿No vas a ocultarle nada a más a mami?
—¡No mami, te diré todo!.
—Bueno, vamos a preparar la profesión que quieres ser, para que la maestra Violeta no te ponga una mala calificación de nuevo mi niña hermosa. Pero nunca dejes que nadie interrumpa tus sueños mi corazón, mira que te apoyaré en todo lo que quieras ser. Y sé que serás una linda mamá cuando ya seas toda una mujer.
Tiempo actual, veintisiete años después, Prisión de mujeres Washington D.C
—¿Briana?
—¡Bernice, saliste!
Briana, caminaba hacia el baño y en eso vio que venía su mejor amiga Bernice y se alegró en gran manera al verla, asi que, todavía debilitada de la fiebre que la aquejaba, abrazó a Bernice, quien era una joven afrodescendiente muy corpulenta, con cabello afro abundante, y se peinaba con dos moños hacia arriba que parecían dos bolas de cabello. Bernice era la compañera de celda de Briana y se hicieron muy amigas en todos estos cinco años de condena y la defendía mucho de las demás reclusas que siempre atacaban a Briana por verse más débil que ella. La afroamericana, había sido enviada a la celda de castigo por 48 horas por atacar a cinco mujeres que cortaron apropósito el brazo de Briana en horas del almuerzo.
—¡Oye, mujer estás empapada de agua!
—Si, la señora Dina me echó un balde de agua con hielo para despertarme. —
Luego, Bernice tocó la frente de Briana y vio que todavía tenía mucha fiebre.
—¡Dios mío, ardes en fiebre mujer! ¿Todavía no te han dado un antibiótico?
—No, para nada, tú sabes que aquí si estás enferma te tratan peor como para que te mueras. Pero descuida, creo que con un baño se me bajará. Y oye —paseó su mirada sobre el rostro de Bernice y vio que estaba golpeado —¿Te hicieron eso en la sala de castigo?
—Seeee… pero no te preocupes tu sabes que soy fuerte. Vamos a las duchas mujer, quiero quitarme este mal olor de encima, mira que esa celda estaba asquerosa.
—¡Que horrible!
Ambas mujeres caminaron hasta el baño con sus toallas y uniforme de color naranja en la mano. Allí a esa hora, estaban varias reclusas también dándose una ducha. A Briana no le pareció tan mal aquel baño ya que quería bajar esa fiebre que aun tenía, ya que hace tres días atrás tuvo una pelea con una de las reclusas, la cual con un cuchillo de plástico cortó uno de sus brazos y solo por no querer darle un pedazo de pollo que ella tanto ansiaba comer.
Aquella herida no se la trataron bien y a Briana se le infectó ya que por órdenes del mando de esa cárcel de mujeres, era un poco difícil suministrarles medicamentos fuertes, por cuestiones de drogadicción. Bernice a pesar de ser muy malhumorada con todos le tenía mucha estima a Briana porque siempre le hacía lindos obsequios hechos a mano con materiales desechables para sus tres hijos. Asi que siempre la defendía de las pandillas de mujeres que estaban allí en esa cárcel. Entonces, luego de quitarse la ropa y de darse un baño Bernice muy preocupada vio aquella herida que tenía Briana y el mal aspecto que tenía su rostro.
—¡Oye blanquita, Te vez grave eh!
Briana duchándose y sin mucho aliento de vivir aún con fiebre, le respondió:
—Necesito quinientos miligramos de amoxicilina por tres días, y ya mi herida sanará. —sonrió de forma sarcástica debajo de la ducha con sus ojos cerrados —Pero parece que la directora quiere que me muera.
—¡Si, ese demonio blanco nos quiere muertas y más a todas aquí que la mayoría somos de color y mujeres latinas!
—Si… lo más probable. Ojalá se cumplieran las leyes que dicta el estado en estas cárceles. Aquí nos tratan como animales. Y oye, ¿tus hijos vienen hoy?
Bernice dirigiendo su mirada hacia el delgado brazo de Briana muy preocupada por ella porque hacía gestos de dolor en su rostro le respondió:
—No, quizá mañana vengan. Oye, creo que el agua de aquí te hará infectar la herida, está saliendo como marrón.
—Si, yo también creo lo mismo. —miró su herida —Iré a la enfermería después de salir de aquí.
Minutos después…
Briana estaba en el patio sentada muy paliducha pasando su fiebre. En la enfermería solo le dieron un poco de ungüento y gasa para cubrirla pero nada de antibióticos. Bernice como conocía a todas aquellas mujeres, sabía que como Briana estaba mal de salud, se desquitarían con la pobre mujer golpeándola. Así que la corpulenta Bernice con sus brazos cruzados tipo guardaespaldas las miraba a todas con mirada asesina.
—¡Oigan perras, ya salí de la celda de castigo, si se meten con la blanquita, se meten conmigo hoy. Ya estoy presa por homicidio y uno más no me afectaría!
—¡Cállate estúpida! —dijeron algunas de las pandilleras desde lejos.
—¡Ven a callarme aquí zorra! —exclamó Bernice en tono de pelea mostrándoles el dedo del medio.
Briana con sus ojos cerrados y recostando su cabeza a la pared con voz desanimada le comentó a Bernice:
—Mujer, tranquilízate. Acabaste de salir de la celda de castigo, te meterán otra vez…
Asi que, Bernice le hizo caso y se sentó a su lado para darle algo de aliento a la pobre rubia.
—Ya dentro de poco vas a salir. Además eres blanca, cuando salgas puedes conseguir cualquier tipo de empleo.
Briana con sus ojos cerrados y su cabeza pegada en la pared, soltó una risilla en tono de burla.
—Jajaja, si pero creo que no será de mi profesión. No creo que quieran a una expresidiaria y asesina como yo.
—Claro que sí, la que si nunca saldrá de aquí soy yo. Hoy la familia del tipo que violó a mi hija levantaron más cargos contra mí. Ahora y que según yo les robé en su casa. Según la jueza me van a dar cinco años más. Eso significa que saldré de…setenta años.
Briana al escuchar eso se sorprendió mucho y abriendo sus ojos de par en par le respondió:
—¡Pero tu lo que hiciste fue defender a tu hija de ese malnacido que casi se iba salir con la suya!
—Si, pero ese malnacido era blanco y tu sabes como son las leyes en este país con nosotros los de color. Ningún presidente ni el actual cambiaran eso. Pero bueno, esa es mi realidad, veré a mis hijos crecer aquí en esta cárcel. Lo único que deseo es que seas feliz y que cumplas tu sueño de ser mamá con un buen hombre claro está.
Briana soltó una risilla burlona y le comentó:
—¿Un buen hombre? pues no lo sé ya no creo en ellos. Sabes, ayer tuve un sueño en donde estaba embarazada como de unos ocho meses y tocaba el cabello de un niñito, hasta sentí la textura de su cabello y el olor a colonia de bebé en esa habitación. Pero me vi y era la Briana de antes, no la mujer llena de cicatrices que soy.
—¿Enserio? Ves, eso seguro es una visión de Dios para el futuro próximo que tienes mujer, eres una chica de buen corazón y sé que el señor te dará tu galardón.
—¿Dios? Si Dios existiera no me habría dado la mala vida que he llevado hasta ahora. Cuando he estado a punto de cumplir un sueño algo pasa y son cosas peores. ¿Y galardón por ser buena? ¿Qué he recibido? Pues nada, puras humillaciones y perdidas asi como perdí a mi bebé de siete meses. —comenzó a llorar
—¡Lo sé, pero quizá son pruebas para algo más grande que te viene Briana! A lo mejor si vas a tener a ese bebé y a ese niño que tuviste en tu sueño con alguien mejor. El señor quitó de tu camino a Zaid.
—Já, —Se limpió las lágrimas de sus mejillas —Zaid mi exesposo es el vivo ejemplo de que para que ser buena en este mundo si siendo malo y horrible tienes todo lo que quieres. El mal nacido después de senador está ganando popularidad para ser el próximo presidente de Los Estados Unidos y le está yendo muy bien. Si tan solo la gente supiera lo que me hizo no tendría ningún voto.
—Pero algún día recibirá su castigo por todo lo que te hizo Briana. ¿Y que harás cuando salgas de aquí? ¿Iras a darle una visita?
Briana con sus ojos llenándose de lágrimas le respondió a Bernice:
—Si, le haré una pequeña visita para que vea como me destruyó por completo ese desgraciado. Ojalá la vida me dé la oportunidad de vengarme, sería lo más sensato para mí y mi alma. Nunca le perdonaré lo que me hizo hace cinco años.
—Si, Zaid es el diablo, no te merecías lo que te hizo —comentó Bernice.
Nota de la autora Lily Andrews:
¿Quien será Zaid? Lee el proximo capítulo y averigua porque Briana está en ese lugar querida lectora