Me lo mira sorprendida y eso me encanta, pareciera que nunca hubiera visto un pene. Quisiera que me lo chupara con esa boca pequeña, pero no puedo, no podemos ser tan íntimos como para tener sexo oral mutuamente. Debo meterme en la cabeza que esto es solo sexo para la concepción de mi hijo. Veo como se muerde el labio inferior y se acerca a mi poniendo una de sus manos en mi pene. Uff, se pone más rígido al sentírselas como me frota, la miro un tanto boquiabierto y le pongo mis manos sobre sus mejillas. —¿Lo quieres de nuevo? —Le pregunto esta vez sin formalidades porque ya no me aguanto. Me mira con mirada traviesa y me empieza a frotar con una de sus manos y siento que me estoy volviendo loco en esta cocina por sus toques y esa mirada. —Si, señor presidente, hágame suya las veces que