Linda era la primera dama a pesar de todo, y Javier no podía decir nada o faltarle el respeto. Tampoco William se podía separar de ella para generar un escándalo en plena campaña política la cual iba a ser dentro de poco, así que, no le quedaba más remedio que cumplirle en todas sus demandas y peticiones. Así que, caminando detrás de ella le contestó con algo de desdén: —Está bien… señora, vamos para allá. «¡Ring…ring…!» sonó el celular de Javier mientras caminaba, y sabía que era el presidente porque a él le tenía un tono en especial. Entonces, aquel guardaespaldas se detuvo y enseguida, metió las manos a su bolsillo un tanto ansioso y de inmediato tomó la llamada. —¡Señor presidente, muy buenas noches! ¿dónde está? William desde el otro lado del teléfono, se encontraba sentado en el